"(...) El
mundo de 2014 no es diferente del de 2004. El empujón proporcionado por
el dinero barato ha hecho que se moviera la economía global. Es baja la
inflación medida por el coste de bienes y servicios, pero los precios
de los activos están empezando a zumbar. Los mercados financieros han
vuelto a sus encantamientos.
Se van haciendo tratos y se pagan grandes
bonificaciones. La creencia popular es que lo peor ha terminado y que
las perspectivas de la economía global se fortalecerán a medida que los
problemas que quedan se van poniendo en orden.
Algunos analistas creen que ha vuelto la Gran Moderación – el periodo de
baja inflación y continua expansión – tras el hiato causado por el
crac.
Los optimistas podrían tener razón. Las recesiones tienden a ser la
excepción, más que la regla, y los países acaban por volver a una tasa
tendencial de crecimiento. (...)
O bien podría ser otro caso de pensamiento grupal.
Imaginemos, por tanto, que en un lapso de cinco años el FMI esté
haciendo la autopsia de otro periodo de turbulencia global. ¿Cuáles se
diría que fueron las señales de aviso que no se advirtieron durante
2014? He aquí cinco a tener en cuenta.
La primera sin duda ha de figurar en el WEO que se publicará el martes
[8 de abril]: la dependencia de la economía global de tipos de interés
excepcionalmente bajos. (...)
La
segunda amenaza es un crac del mercado de bonos a medida que los bancos
centrales intentan devolver la política monetaria a un marco más
normal. (...)
Un
suceso a lo “cisne negro” contiene un elemento de sorpresa, de modo que
vale la pena echar un vistazo alrededor para ver si hay una burbuja ahí
fuera que le pase a todo el mundo inadvertida, algo tan evidente que
nos interpele directamente. ¿Qué tal la fracturación hidráulica?
Se
supone que la solución a las necesidades energéticas del mundo reside en
el petróleo y el gas de esquisto, que es la razón por la que se ha
acumulado la inversión en el sector. Sin embargo, la revista Oil &
Gas Journal informaba el pasado mes de que 15 empresas de importancia
han dado 35.000 millones de dólares por perdidos desde que comenzó el
boom. Sacar petróleo y gas del suelo está resultando más costoso y menos
rentable de lo esperado.
Así que la tercera amenaza es que la
fracturación hidráulica demuestre ser las nuevas subprime.
Por
último, hay dos problemas de combustión lenta que el mundo ignora por
su cuenta y riesgo. En una entrevista con el Guardian la semana pasada,
Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, previno contra el riesgo de
conflictos por los recursos en el lapso de los próximos cinco a 10
años, a menos que la comunidad internacional se tome en serio lo de
enfrentarse al calentamiento global.
El catálogo de sucesos
meteorológicos extremos – de inundaciones en el Reino Unido a sequías
en Australia – está creciendo. La inacción de los responsables políticos
respecto al cambio climático es la misma que la de Greenspan en
relación a las burbujas de los precios de los activos: enfrentarse al
problema en caso de que surja. Ya sabemos todos cómo acabó eso.
Kim afirma también que es necesario actuar contra la creciente
desigualdad. Lo mismo dice la directora ejecutiva del FMI, Christine
Lagarde. (...)
Las
85 personas más ricas del planeta poseen la misma riqueza que la mitad
de la población mundial, pero parecen inconscientes del riesgo de un
extendido descontento social. Lo mismo les pasó, por supuesto, a los
Borbones y a los Romanov." (Larry Elliott, The Guardian, en Jaque al neoliberalismo, 14/04/2014)
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