"(...) Bhaduri y Marglin analizaron los efectos que los cambios en la
distribución funcional de la renta pueden tener sobre el consumo, la
inversión y el crecimiento económico. Su modelo parte de una
constatación básica: el salario presenta una doble dimensión en nuestra
economía siendo, simultáneamente, coste para las empresas y el principal
determinante del consumo privado de las familias.
A partir de ahí estos
autores estudian el carácter contradictorio que tiene el impacto de una
variación salarial sobre los componentes de la demanda agregada: una
reducción del peso que los salarios tienen en la renta nacional
conllevará, por un lado, una mejora en los márgenes de beneficios y
mayores expectativas de rentabilidad, impulsando así la inversión
empresarial.
No obstante, la reducción salarial impactará negativamente
sobre la capacidad de consumo de los trabajadores. Esta reducción
salarial entrañaría así una reducción agregada del consumo privado que
no sería compensada por el consumo que ejercen las rentas del capital,
en la medida en que los asalariados presentan una mayor propensión al
consumo que los empresarios, accionistas y directivos. (...)
Por todo ello, el impacto directo que sobre el crecimiento económico
tenga una reducción de los salarios dependerá de qué componente de la
demanda agregada pese más: si la reducción del consumo privado desborda
la posible mejora de la inversión empresarial que cabría esperar de la
caída salarial, el impacto general sobre el crecimiento será negativo.
Y, viceversa, cuando en una economía la mejora de la rentabilidad y, con
ello, de la inversión, sea capaz de compensar la reducción del consumo
privado, el impacto de una caída relativa de los salarios será positivo
para el crecimiento económico. En el primero de los casos hablamos de
economías “dirigidas por los salarios” (wage-led) y, en el segundo de economías “dirigidas por los beneficios” (profit-led). (...)
La respuesta de las élites económicas y políticas hasta la fecha no ha
pasado sin embargo por una ruptura con la política económica y salarial
implementada a lo largo de las últimas décadas. Todo lo contrario, se ha
profundizado –hasta el paroxismo– la estrategia neoliberal de hacer
recaer sobre las rentas del salario los ajustes necesarios para
enfrentar los desequilibrios macroeconómicos. (...)
Así, una reducción en los salarios puede resultar positiva para la
evolución particular de una empresa pero, como ya nos advierte el modelo
de Bhaduri y Marglin, en economías “dirigidas por los salarios” puede
traducirse finalmente en una reducción del gasto agregado.
Esta caída
del gasto entraría a su vez reducciones en el empleo total, a pesar de
los efectos positivos que la devaluación salarial pueda tener sobre los
beneficios empresariales y la rentabilidad, o sobre el sector
exportador. De este modo, la mejora de la rentabilidad no llegaría a
transformarse en inversión efectiva fruto de la falta de demanda y el
avance del sector exportador no podría compensar el hundimiento de la
demanda interna.
Este parece ser precisamente el caso de la economía
española: en 2013 las exportaciones contribuyeron con un 1,6% al
crecimiento del PIB, si bien dicha contribución fue anulada por la de la
demanda interna (-2,8%), que determinó finalmente el crecimiento
negativo del PIB durante ese año. (...)
De este modo, la devaluación salarial y la dinámica exportadora no son
los factores que están actuando como motores de la recuperación. Más
bien sucede al contrario: una vez llegado al punto actual, en el que las
tasas de crecimiento han dejado de caer, difícilmente habrá salida de
la crisis en tanto en cuanto se mantenga la política actual de recortes
salariales.
No sólo porque estos recortes dificultan la reactivación de
la demanda agregada, sino porque impiden el proceso de desapalancamiento
de empresas y hogares y, de este modo, mantienen latente el peso de un
elevado endeudamiento del sector privado.
El riesgo de que esta dinámica
de devaluación salarial de lugar a un prolongado estancamiento, análogo
al experimentado por la economía japonesa durante las últimas décadas,
es claramente posible. (...)" (
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