15.4.14

El riesgo de que esta dinámica de devaluación salarial de lugar a un prolongado estancamiento (deflación) es claramente posible

"(...) Bhaduri y Marglin analizaron los efectos que los cambios en la distribución funcional de la renta pueden tener sobre el consumo, la inversión y el crecimiento económico. Su modelo parte de una constatación básica: el salario presenta una doble dimensión en nuestra economía siendo, simultáneamente, coste para las empresas y el principal determinante del consumo privado de las familias.

 A partir de ahí estos autores estudian el carácter contradictorio que tiene el impacto de una variación salarial sobre los componentes de la demanda agregada: una reducción del peso que los salarios tienen en la renta nacional conllevará, por un lado, una mejora en los márgenes de beneficios y mayores expectativas de rentabilidad, impulsando así la inversión empresarial. 

No obstante, la reducción salarial impactará negativamente sobre la capacidad de consumo de los trabajadores. Esta reducción salarial entrañaría así una reducción agregada del consumo privado que no sería compensada por el consumo que ejercen las rentas del capital, en la medida en que los asalariados presentan una mayor propensión al consumo que los empresarios, accionistas y directivos. (...)

Por todo ello, el impacto directo que sobre el crecimiento económico tenga una reducción de los salarios dependerá de qué componente de la demanda agregada pese más: si la reducción del consumo privado desborda la posible mejora de la inversión empresarial que cabría esperar de la caída salarial, el impacto general sobre el crecimiento será negativo. 

Y, viceversa, cuando en una economía la mejora de la rentabilidad y, con ello, de la inversión, sea capaz de compensar la reducción del consumo privado, el impacto de una caída relativa de los salarios será positivo para el crecimiento económico. En el primero de los casos hablamos de economías “dirigidas por los salarios” (wage-led) y, en el segundo de economías “dirigidas por los beneficios” (profit-led). (...)

 La respuesta de las élites económicas y políticas hasta la fecha no ha pasado sin embargo por una ruptura con la política económica y salarial implementada a lo largo de las últimas décadas. Todo lo contrario, se ha profundizado –hasta el paroxismo– la estrategia neoliberal de hacer recaer sobre las rentas del salario los ajustes necesarios para enfrentar los desequilibrios macroeconómicos.   (...)

Así, una reducción en los salarios puede resultar positiva para la evolución particular de una empresa pero, como ya nos advierte el modelo de Bhaduri y Marglin, en economías “dirigidas por los salarios” puede traducirse finalmente en una reducción del gasto agregado.

 Esta caída del gasto entraría a su vez reducciones en el empleo total, a pesar de los efectos positivos que la devaluación salarial pueda tener sobre los beneficios empresariales y la rentabilidad, o sobre el sector exportador. De este modo, la mejora de la rentabilidad no llegaría a transformarse en inversión efectiva fruto de la falta de demanda y el avance del sector exportador no podría compensar el hundimiento de la demanda interna.

 Este parece ser precisamente el caso de la economía española: en 2013 las exportaciones contribuyeron con un 1,6% al crecimiento del PIB, si bien dicha contribución fue anulada por la de la demanda interna (-2,8%), que determinó finalmente el crecimiento negativo del PIB durante ese año.  (...)

De este modo, la devaluación salarial y la dinámica exportadora no son los factores que están actuando como motores de la recuperación. Más bien sucede al contrario: una vez llegado al punto actual, en el que las tasas de crecimiento han dejado de caer, difícilmente habrá salida de la crisis en tanto en cuanto se mantenga la política actual de recortes salariales.

 No sólo porque estos recortes dificultan la reactivación de la demanda agregada, sino porque impiden el proceso de desapalancamiento de empresas y hogares y, de este modo, mantienen latente el peso de un elevado endeudamiento del sector privado. 

El riesgo de que esta dinámica de devaluación salarial de lugar a un prolongado estancamiento, análogo al experimentado por la economía japonesa durante las últimas décadas, es claramente posible. (...)"                 (

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