"La tendencia que presenta la inflación a registrar tasas muy bajas o
negativas en toda la zona del euro sorprende a España en el peor
momento. No en vano las principales fuerzas para mantener a raya a la
temida deflación se encuentran todavía en cuidados intensivos.
Así
ocurre tanto con el consumo de los hogares (exhausto después de más de
dos años de recesión, apenas terminada) como con el crédito bancario,
que se va recuperando, pero todavía con timidez. Gráfico: ¿Hasta qué punto existe una amenaza?
Los
expertos consultados quieren evitar alarmismos, y ninguno da por seguro
que la economía española vaya a verse atrapada en el funesto círculo
vicioso deflacionario, que supone que los precios no dejan de caer
porque empresas y familias congelan su actividad a la espera de que lo
hagan todavía más.
Simplemente, analistas como María Jesús Fernández, de la Fundación de
las Cajas de Ahorros (Funcas), ponen de manifiesto que no cabe esperar
mucho, en caso de que haya que pelear para sostener el IPC, de "un
consumo interno que, sin duda se ha estabilizado y ya no cae, pero que
aún carece de ímpetu como para impulsar los precios". (...)
Más allá de los análisis de coyuntura, da fe de ello el secretario
general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA),
Sebastián Reyna, quien, quizá por estar en contacto directo con la
actividad económica cotidiana, habla sin ambages y asegura que "el
riesgo de deflación es real"; es más, "se materializará si el consumo
sigue sin repuntar de una forma decidida", remacha Reyna.
¿Se puede contar para ello con el respaldo de la financiación
bancaria? Desde Londres, el catedrático de la London School of
Economics, Luis Garicano, considera que aun cuando el crédito poco a
poco vuelve a fluir, "estamos todavía en el comienzo de la etapa en la
que volverá a desempeñar un papel fundamental en el crecimiento
económico".
El sistema financiero está débil, después de una reestructuración
histórica, con escasas fuerzas para afrontar el incremento del riesgo
bancario que lleva aparejada la deflación.
No en vano el hecho de que los precios suban moderamente es
financieramente saludable cuando se está endeudado, ya que el valor
nominal de las deudas se reduce al ritmo al que se deprecia la moneda
bajo la que están denominadas.
Dicho de otro modo, lo menos que necesitan los bancos españoles es
que la deflación aumente el peso de las deudas mientras obliga a que los
salarios disminuyan y vuelvan a encontrarse con ratios de morosidad
elevados y coeficientes de riesgo altos. (...)
Toda precaución es bienvenida cuando se trata de que España esquive
un fenómeno para el que "los modelos y análisis no suelen funcionar",
según el catedrático de la London School of Economics, y de hecho
reconoce que el comportamiento de los precios en la Unión Monetaria ya
está causando sorpresas entre los expertos.
Su
colega de la Universidad Pompeu Fabra, José García Montalvo, incide en
lo fácilmente que la deflación desarma en la medida en que "los
economistas saben muy bien combatir las subidas excesivas de los precios
pero no existe ningún método para hacer frente a la situación
contraria". Japón es el mejor ejemplo, ya que sus políticos y sus académicos llevan más de tres lustros intentando reanimar su IPC.
De hecho, la situación en la zona del euro ha adoptado un cariz tan
serio que incluso los miembros más ortodoxos del BCE, los representantes
alemán y finlandés, ya han mostrado su disposición a que el eurobanco
abrace medidas completamente inusuales en su historia, como los tipos de
interés negativos para los depósitos bancarios." (El Economista, 18/04/2014)
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