14.4.14

Resuenan con fuerza los tambores de la deflación... el consumo de energía eléctrica vuelve a caer con ímpetu

"Llevamos bastantes meses en los que nuestro Gobierno -elecciones tocan-, los distintos organismos multilaterales y hasta la propia Comisión Europea, tratan de vender una historia de éxito, la nuestra. Lo necesitan, pura cuestión de supervivencia. (...)

Si analizamos la evolución de ciertos indicadores coyunturales patrios se observa como en la segunda mitad del año pasado hubo una mejoría. Se trata de una ilusión meramente estadística, vinculada por un lado a la reversión de los efectos negativos de la subida del impuesto sobre el valor añadido (IVA) -en septiembre de 2012- sobre la actividad económica; y, sobre todo, por el tirón de la demanda global.

Las cosas, sin embargo, están cambiando. Se desaceleran los países emergentes, Estados Unidos vuelve a sentir la espada de Damocles y los efectos estadísticos positivos se diluyen como un azucarillo. Como consecuencia, los indicadores cíclicos vuelven a empeorar conforme avanza 2014.

 Las ventas de grandes empresas, véase dato de febrero, una excelente proxy sobre la marcha de la economía patria, se paran; su componente de ventas interiores vuelve a entrar en terreno negativo, y el ritmo de crecimiento de las ventas al exterior se frena.

Ocurre exactamente igual con otros indicadores de actividad. El consumo de energía eléctrica, ajustado por estacionalidad, tras la recuperación de finales de 2013, vuelve a caer con ímpetu, al igual que el consumo de productos petrolíferos. Y así toda una batería de indicadores que desde febrero se están dando la vuelta.

 Como consecuencia resuenan con fuerza los tambores de la deflación por endeudamiento. Al igual que la grasa, la deflación tiene dos vertientes, una buena, por avances tecnológicos, y, otra que, como la grasa mala, recoge un problema de sobrepeso. En nuestro caso es grasa de la mala, un volumen de deuda insostenible y un sistema bancario zombi.  (...)

Y ahora toca que todos aquellos que promovieron una serie de decisiones económicas erróneas que nos han sumido en un proceso deflacionista muestren, cínicamente, su más honda preocupación. Véase el último informe del FMI sobre España, que, frente a las interpretaciones entusiastas de ciertos voceros mediáticos, es aterrador.  (...)

Olvídense de inútiles reformas laborales, ajustes presupuestarios, y de sandeces similares. Afronten, de una vez por todas, nuestro auténtico drama: una monstruosa deuda privada y pública cuyo montante total supera al 427% del PIB, y que no se podrá pagar. En este contexto, obviamente, nuestro sistema bancario, que fue quien la concedió mayoritariamente, es insolvente en su conjunto. (...)"           (Juan Laborda, Vox Populi, 09/04/2014)

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