"Con la crisis y el alto nivel de desempleo, sobre todo el de largo
plazo, se ha vuelto a poner en boga en algunos sectores la propuesta de
una renta básica universal pagada directamente por el Estado. Sin
embargo, puede haber una propuesta interesante que produce unos
resultados similares: un impuesto negativo sobre la renta. (...)
La renta básica generalizada tiene sus propios problemas, pues iría
no sólo a los más necesitados, sino incluso a los acomodados. En una de
sus aproximaciones Tony Blair la experimentó en el Reino Unido con un
plus fiscal que se aplicó a todos y que en época de bonanzas sirvió a
las clases medias como suplementos para viajes u otros gastos no
necesarios.
Además, la renta básica implicaría un nivel de gastos que en
la actualidad los Estados no podrían permitirse. El impuesto negativo
sobre la renta no está, sin embargo, exento de problemas. Y de hecho,
cuando se propuso desde sectores ultra-liberales (no como vuelve en la
actualidad) era para suprimir a cambio buena parte de los gastos del
Estado del bienestar.
Se ha experimentando en algunos casos en
EEUU e incluso en Israel. ¿Cómo funcionaría un impuesto negativo sobre
la renta? Se establecería un nivel de ingresos mínimo deseable. Y si no
se llega, incluso trabajando, la diferencia sería cubierta por una tasa
negativa.
Así, si el nivel deseable, por citar un ejemplo se fijara en
20.000 euros anuales para una familia de cuatro, y la tasa de renta
negativa en un 50%, (el tipo que proponía Friedman), la familia que
ganara 10.000 euros recibiría el 50% de la diferencia entre esto y el
nivel deseable, es decir, 5.000 euros suplementarios del Estado, con lo
que sus ingresos ascenderían a 15.000. Una persona sin ingresos
recibiría 10.000. Y lo podría hacer a través de declaraciones anuales o
trimestrales.
Esto aseguraría un cierto ingreso mínimo para las
personas que se mantendrían así como consumidores, a la vez que
alentándoles a permanecer en el mercado de trabajo y a buscar empleo, en
contra de lo que a menudo se dice.
Si el renacimiento de la propuesta
tiene sentido es porque estamos en una época de falta de empleo, de una
cobertura del paro insuficiente, de trabajos en precario o de bajos
salarios en algunos sectores y ocupaciones, que se puede agravar con la
automatización y los robots en esta nueva era de las máquinas y de la
globalización.
El mayor problema –cálculos presupuestarios aparte-
puede versar sobre el apoyo que puede recibir tal medida por parte de
los contribuyentes positivos. Ocurriría también con una renta mínima
garantizada.
O con la idea de un Estado de bienestar dirigido a los más
necesitados. Si las clases medias no se benefician del Estado del
bienestar –de la educación y de la sanidad públicas, principalmente-
éste perderá su apoyo. Es algo que puede estar ocurriendo en España
(aunque no en Alemania o Francia, donde la universalidad se mantiene en
estos ámbitos).
Un impuesto negativo sobre la renta puede resultar
sumamente progresivo, aunque corre el riesgo no sólo de estigmatizar a
los receptores, sino de perder el apoyo de los ciudadanos que más
contribuirían a su financiación. Sin embargo, vale la pena estudiarlo
más a fondo, pues es un tipo de medida que puede ser sumamente relevante
en un entorno de bajo salarios y de pobreza ya no sólo de los
desempleados, sino de muchos con trabajos mal remunerados." (Un impuesto negativo sobre la renta, de Andrés Ortega en Zona Crítica de eldiario.es, en Caffe Reggio, 18/04/2014)
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