"Un esqueleto más en el mausoleo socialista de las promesas sin mañana:
un plan de economías de 50 mil millones de euros, cuyo 40 por ciento
será asumido por el sistema de protección social, puso la última rosa
marchita en las escasas ilusiones que quedaban.
El giro de lo que se
llama casi como un chiste o un eufemismo “la izquierda francesa”
responde a los imperativos fijados por la Unión Europea en materia de
reducción de déficit. Este plan, que también incluye el congelamiento de
los salarios de los funcionarios y las jubilaciones, fracturó a la
mayoría socialista en la Asamblea.
Unos cien parlamentarios socialistas
escribieron al primer ministro Manuel Valls para denunciar lo que
consideran un “plan económicamente peligroso”, que “acarreará retrocesos
sociales y perturbaciones en los servicios públicos ineluctables”. El
sablazo socialista es histórico, a la medida del engaño del que son
víctimas quienes votaron hace dos años por una política totalmente
diferente a la que se aplica hoy. (...)
El primer ministro dijo que la austeridad era una cuestión de
“soberanía”, pero la frase suena como una burla más hacia los electores.
En momentos en que Manuel Valls se atrevía a esa comparación, o sea, la
austeridad equivale a la soberanía, París se encontraba bajo la amenaza
del gran padre rector liberal que es la Comisión Europea.
Bruselas
presiona a Francia para que apure el paso de las reformas y respete los
plazos negociados con el fin de cumplir con la agenda de un déficit tope
del 3 por ciento en 2015. Francia concluyó 2013 con un déficit del 4,3
por ciento del PIB, un desempleo del 11 por ciento y una deuda del 98
por ciento del PIB. La herencia dejada por tres presidencias
consecutivas de la derecha ha sido abismal, sobre todo la última, la de
Nicolas Sarkozy. (...)
El congelamiento de la jubilación y las llamadas prestaciones sociales
es una pesadilla para la izquierda parlamentaria, que se siente pura y
llanamente estafada. Esos 50 mil millones de euros ahorrados seguramente
irán a financiar otra medida, el Pacto de Responsabilidad destinado a
las empresas.
Este mecanismo prevé reducir el costo de los gravámenes
sociales a las empresas a cambio de que éstas contraten personal. La
perspectiva parece de un idealismo desmedido. Lo primero que hizo el
responsable del patronato francés, Pierre Gattaz, consistió en proponer
que se rebaje o suspenda el salario mínimo para los jóvenes. La derecha
no tiene mucho que decir ante la nueva carta socialista. Más bien se
quedó muda con el espectáculo del giro liberal adoptado por los
socialistas.
Sin embargo, en la izquierda del PS la música es otra,
tanto más cuanto que los parlamentarios recién descubrieron en la
televisión la ruta fijada por Manuel Valls. A nadie se le escapa la
sutileza: un plan como el de los 50 mil millones de economías no se
traza en una semana. El paquete ya estaba en la mesa y sólo faltaba
armar el montaje para comunicarlo.
El Ejecutivo había prometido un
“contrato” con los parlamentarios socialistas, pero tampoco cumplió. Una
vez que intervino el voto de confianza, el “contrato” se esfumó. El
parlamentario socialista Arnaud Leroy lo dice sin vueltas: “Fue un
engaño para conseguir la confianza”. Otro parlamentario, Christian Pol,
confiesa estar “aterrado por el fondo y por la forma”. Un gran sector
del PS se siente expoliado, sin derecho a decir nada y con la sola
obligación de votar lo que fije la presidencia.
Algunos medios se
preguntan con cierta ironía si además de querer cumplir a toda costa con
la austeridad europea, François Hollande no se ha propuesto también
destruir al PS y a la izquierda en su conjunto. La ironía es más
extensa. Como España, Grecia, Italia y Portugal, Francia, una de las
potencias de la UE, vitrina de muchas conquistas sociales y de una
capacidad innata de negociación, está siendo gobernada por ese trío que
se conoce como la Troika: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y
el FMI.
Se trata del mismo pulpo que impuso a España, Grecia, Italia y
Portugal su plan para salvar al capitalismo y hundir a la sociedad. En
resumen, la hasta ahora breve experiencia socialista ha sido el camino
más corto para llegar... al club liberal y sus recetas universales de
austeridad, reformas, ajustes y regresión social." (Eduardo Febbro, Página 12, en Rebelión, 19/04/2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario