"(...) Debido a las políticas de los bancos centrales y los gobiernos, las
economías de la mayoría de las naciones industrializadas cayeron en lo
que Keynes llamó la trampa de la liquidez.
Mientras que los bancos
centrales inyectan liquidez y bajan los tipos de interés, los bancos y
las grandes empresas privadas prefieren mantener ese dinero al alcance
de la mano, para hacer frente a los duros golpes asociados con las
bombas de tiempo que tienen en sus balances y las nuevas burbujas que
contribuyen activamente a fabricar [14].
Las
empresas industriales y de servicios consideran que no vale la pena
invertir puesto que la demanda privada y pública es anémica. Se sientan
virtualmente sobre un enorme montón de dinero en efectivo o lo utilizan
para especular.
Las empresas europeas, en 2012, poseían en efectivo 2,4
billones de euros – 2 400 000 000 000 € (es decir, ¡16 veces el
presupuesto anual de la Unión Europea!) [15] . Algo nunca visto.
Según
Keynes, para salir de la trampa de la liquidez, es necesario que los
gobiernos aumenten el gasto público para impulsar la demanda y, por lo
tanto, la economía: gastos de inversiones (se podría, por supuesto,
hacer unas fuertes inversiones en transición ecológica, energías
renovables, grandes obras públicas útiles, escuelas y edificios de la
comunidad), gastos para contratar personal en los servicios públicos con
mejores salarios, gasto social (salud, educación, servicios sociales),
gasto para aumentar los montos de las pensiones y de diversos beneficios
sociales ...
Pero de eso, los bancos centrales y los gobiernos no
quieren oír ni hablar porque quieren ir más lejos en sus ataques contra
las conquistas sociales. (...)" (Éric Toussaint, CADTM, en Rebelión, 12/09/2014)
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