"(...) Las opiniones en el mundo de los politólogos y sociólogos que han
trabajado siempre cerca del poder empiezan a estar divididas. Hasta hace
poco casi todos ellos coincidían en que Podemos iba a ser algo
pasajero, un sarampión que terminaría curándose, por muy agudo que
pudiera parecer en algún momento. Hoy algunos ya no lo tienen tan claro. (...)
De las reuniones formales ese debate trasciende a las comidas y a las
copas. En los restaurantes y en los bares caros de Madrid se habla
mucho de Podemos. Suele ser el corolario de cualquier comentario sobre
el último episodio de corrupción. Porque se concluye, con datos o sin
ellos, que todos y cada uno de ellos aumentan el caudal de votos a
Podemos.
El miedo, aún tímidamente, empieza a aparecer. En los primeros
años de la crisis, en los ámbitos del establishment, que es más amplio y
articulado de lo que se suele decir, cundió el temor a una revuelta
social. Con el tiempo se fue apaciguando. Y se instaló el convencimiento
de que la sociedad española no iba a levantarse. Por múltiples razones,
que cada uno escogía según su gusto, y que no pocas eran tan reales
como evidentes.
Lo que nadie preveía, en esos círculos, ni en casi
ningún otro, es que el rechazo social al poder, político y económico,
iba a encontrar una vía inédita, distinta de las tradicionales
movilizaciones de masas, que posiblemente se han ido para no volver
nunca más.
La vía de sumar votos para ocupar las instituciones,
desplazando de ellas tanto a la derecha como a la izquierda
institucionalizada. Y ahora la ven como una realidad incontestable, que
crece sin freno. Reconocerlo supone un paso, que se está dando. Por eso
Podemos es hoy el referente de casi todo lo que se debate en política (...)
Se empieza a reconocer la realidad, pero se es incapaz de ir un poco más
adelante, de entender por qué está ocurriendo eso. Ni entre los
expertos, ni entre los partidos políticos instalados. (...)
Una vez más, es preciso acudir a fuentes extranjeras para encontrar algo
de luz en los motivos del éxito de Podemos. Porque situaciones
similares, o muy opuestas en su sesgo final pero surgidas de bases
profundas no muy distintas, están ocurriendo en muchos otros sitios.
Cuando menos en buena parte de Europa.
Y un hilo conductor las une a
todas ellas: el hartazgo de masas crecientes de ciudadanos por los
partidos tradicionales. Por su discurso de siempre, porque la gente está
empezando a dejar de creer que arrancar una parcela de poder a su rival
mediante un éxito electoral, pero sin cuestionar el sistema, vaya a
resolver uno sólo de sus gravísimos problemas. (...)
Pero a ese análisis relativamente obvio, por ahí fuera se añaden
otras reflexiones no menos importantes. Se está profundizando en los
mecanismos en virtud de los cuales la utilización de la tecnología
informática como instrumento de agitación, organización y participación
en la política está sirviendo a los nuevos movimientos, pero no a los
grandes partidos que solo los ven como medios para la propaganda de
siempre.
Y se está destacando el cambio profundo que se ha producido en
la realidad sociológica y en las actitudes de cada vez más gente como
claves de fenómenos que no son muy distintos de Podemos.
Un nuevo
individualismo, no incompatible con formas también nuevas de solidaridad
y de trabajo en común, se está afianzando entre la juventud europea. Y
en la española. Esa visión de uno mismo y de los demás tiende a rechazar
lo que ofrecen los grandes partidos. Pero no a dejar de lado la
política.
Muchos no parecen haberse dado cuenta. Pero hoy existe un
interés inusitado por la política. Que crece en paralelo al desinterés
por sus formas tradicionales. Mientras no se cierre en sí mismo y siga
abierto a todo lo posible, el futuro de Podemos está en conectar con
esas corrientes de fondo.
Lo que nadie sabe, y entre ellos los analistas
del establishment, es qué va a deparar eso en términos concretos, los
que marca el calendario político español. Pero puede que ahí no se acabe
el mundo." (Un cambio político se está gestando ante nuestros ojos, de Carlos Elordi en Zona Crítica de eldiario.es, en Caffe Reggio, 25/10/2014)
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