26.11.14

La España, inquietante, del 'pequño Nicolás'

"(...) Este muchacho es un crack, no tanto porque resulten verosímiles sus historietas, cuanto por haber conseguido con ellas, algunas fotos y un cuajo que para sí quisieran experimentados hombres públicos, copar las cuatro columnas de la portada del segundo periódico por difusión de España y el prime time de dos televisiones comerciales el pasado sábado 

(...) el sistema institucional español es tan frágil, tan débil, tan quebradizo, que a una enorme mayoría de ciudadanos les resultaría perfectamente factible que Francisco Nicolás Gómez haya podido poner en jaque a unos y a otros. Las supuestas andanzas del personaje formarían parte de la percepción de desconcierto, improvisación y falta de rigor institucional y político en la actual coyuntura.

 De ahí que lo que era una cuestión menor –un muchacho con una creatividad hipertrofiada– pueda convertirse en un asunto mayor. Pedro Sánchez –que pasa de inspirar confianza a provocar pánico– ya ha dicho que “el Gobierno tendrá que explicarse”. Lo que le faltaba a Rajoy.

La última de las certezas de la emergencia de Francisco Nicolás López la escribió ayer en magnífica crónica –esta sí que periodísticamente impecable– José María Olmo en El Confidencial bajo el título “La última gran farsa del pequeño Nicolás”, en la que nuestro compañero codificaba un mensaje que resume la dimensión de la verdad y gravedad que encierra este asunto.

Escribía Olmo que “hay más gente nerviosa. Las personas que realmente mantuvieron un contacto fluido con el chico, intercambiaron con él correos y mensajes de texto que revelan una conducta como mínimo cuestionable

Estas comunicaciones no tienen nada que ver con grandes secretos de Estado sino con otro tipo de actuaciones. Lo último que quieren sus protagonistas es que esa información acabe divulgándose. El pequeño Nicolás lo sabe y va a utilizar esa carta para tratar de escribir un capítulo en su huida hacia delante”.

O sea, que algo de cierto –de inquietantemente cierto para algunos– podría contar este chico. Pero no secretos de Estado. Otros secretos más humanos, más domésticos y más usuales. E infinitamente más vulgares. Y que quizás, a determinadas personas, sean los que realmente interesen. Al buen entendedor con pocas palabras debería bastar."            (EL CONFIDENCIAL 25/11/14, JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS, en Fundación para la Libertad)

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