"(...) Las dos consecuencias principales del estallido de la burbuja, señala
Rodríguez, fueron los desahucios y la metástasis de activos tóxicos. “De
los primeros hemos tardado en tener datos fiables, pero de los activos
tóxicos –viviendas sin vender, suelo, etc.– no hay manera de saber de
qué estamos hablando. Esto dice mucho del propio gestor del producto. Es
increíble que no se sepa cuánto, cómo, dónde”, se lamenta esta
urbanista. (...)
Las cifras del censo sitúan a España como el país con más
vivienda vacía de la UE, con mucha distancia respecto al siguiente y
acumulando más de la tercera parte del total europeo, que se sitúa en 11
millones de viviendas vacías, según publica The Guardian.
Con estos números ya a la espalda, entre 2011 y 2013 se dieron
certificaciones de fin de obra para más de 331.000 nuevas viviendas,
según datos del Ministerio de Fomento. De estas nuevas viviendas que aún
no ha contabilizado el Instituto Nacional de Estadística, 38.300 se
sitúan en la Comunidad Valenciana, donde en 2011 la vivienda vacía
suponía ya el 16% del total.
(...) “no sólo existe un número insostenible de viviendas vacías, sino
que además existe suelo disponible con capacidad para otras 2,6
millones de viviendas”. Para León Paniagua los más de seis
millones de nuevas viviendas construidas en la década prodigiosa de 1997
a 2007 generaron un “urbanismo ilimitado” y una expansión urbana
“ilimitada social y medioambientalmente”.
Paniagua denuncia que no se ha
producido ninguna medida correctora, “sino que la actitud del sector
promotor y constructor, y de las administraciones públicas, es la de
esperar para repetir nuevamente el proceso de negocio, sin querer
reconocer que no se volverá a producir en décadas”.
Una propuesta
neoliberal que fue posible gracias a la denominada “alianza FIC”, de
financieros, inmobiliarios y constructores, según los autores del citado
estudio, encargado por Cáritas. (...)" (Pablo Elorduy, Ter García, Diagonal,25/11/2014)
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