"El economista estadounidense Arthur Okun, profesor de la Universidad de
Yale y asesor de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, pasó a la historia
de la macroeconomía por formular en la década de 1960 la denominada ley
de Okun, una suerte de regularidad empírica lineal entre la tasa de
crecimiento del PIB y las variaciones de la tasa de desempleo.
Okun
identificó un determinado umbral de crecimiento económico, entre el 2,5%
y el 3%, por debajo del cual el incremento de la productividad se
traduciría en aumentos del paro. Por tanto, para conseguir reducir el
desempleo, una economía debía crecer al menos a ese ritmo. (...)
La buena noticia sería que asistiésemos a un cambio en la política
económica que diese lugar a uno de los siguientes dos escenarios de
creación de empleo (o a una mezcla de los dos).
El primer escenario posible pasa por un intenso crecimiento de la
demanda interna capaz de superar el propio crecimiento de la
productividad, permitiendo así el aumento de las horas totales
trabajadas y la creación de empleo.
Este escenario exigiría una
expansión significativa del gasto público en torno al fortalecimiento de
los servicios sociales, y una recuperación del consumo de los hogares
mediante la reestructuración de las deudas hipotecarias y el crecimiento
de los salarios.
Un segundo escenario es posible, y desde el punto de vista de las
necesidades sociales y ecológicas también deseable: aprovechar las
posibles ganancias de productividad para impulsar un “reparto genuino”
del empleo, pero no mediante la extensión del empleo precario y a tiempo
parcial involuntario, sino mediante reducciones de jornada voluntarias
que permitan crear empleo de calidad.
Ambos escenarios son viables, pero ambos precisan de una política
económica alternativa a la que en este momento ejecuta el gobierno." (Nacho Álvarez, Attac 14/11/2014)
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