17.12.14

Las familias contribuyen con el 90% de la recaudación y las empresas aportan el 10% restante

"(...) Hasta la fecha, las familias aportan casi 50 veces más a las arcas públicas que las grandes empresas, lo cual no se corresponde ni por asomo con lo que representa la riqueza de unos y otros.

 Las familias contribuyen con el 90% de la recaudación y las empresas aportan el 10% restante (y de ese porcentaje, menos del 2% corresponde a las grandes compañías), pese a que las rentas del trabajo suponen menos del 50% del total de renta generada en el país. 

No podemos admitir que 28 empresas del Ibex 35 hayan pagado 800 millones de euros como impuestos a pesar de haber ganando 13.100 millones de euros; no supone ni el 7% de presión impositiva, 23 puntos menos que el tipo nominal del Impuesto de Sociedades previsto para ellas; todo en el marco de una dudosa legalidad y al amparo de incontables artificios fiscales.

A estos datos alarmantes (súmese que los grandes grupos económicos tributaron apenas al 3,5% por sus beneficios en el año 2011) se añade la intolerable permisividad política con el fraude fiscal. 

Según un estudio publicado por la Comisión Europea, España perdió en 2012 un total de 12.400 millones de euros de ingresos de IVA —el 18% de lo que teóricamente debería haber recaudado— debido sobre todo al fraude fiscal, pero también a quiebras de empresas, errores estadísticos o formas “legales” de elusión.  (...)

Por una vía u otra, legal o fraudulentamente, se llega a que el sistema tributario en España recauda poco, siete puntos por debajo de la media europea. 

 (...) esto exige irreversiblemente recaudar con una nueva política fiscal, con una virtuosa política tributaria socialmente eficiente. ¿Cómo? Con impuestos directos y progresivos para que pague más quien tiene mucho más. (...)

Con un Impuesto de Sociedades que proteja a la pequeña y mediana empresa de las abusivas ventajas competitivas de la gran transnacional como forma de contribuir a democratizar la estructura económica. También con otra forma de aplicar impuestos indirectos (como el IVA) que acaba tratando igualmente a desiguales lo que encierra una gran injusticia. 

O estableciendo impuestos de verdad al capital financiero, desmontando sus incentivos para jugar a la economía de casino. ¿O acaso en aras del pragmatismo debemos tolerar que los fondos de inversión (como las Sicav) sigan abusando de sus privilegios ahora que está de moda pedir sacrificio a todo el mundo?  (...)

Se trata de diseñar una política tributaria que coadyuve también al nuevo orden económico, que limite prácticas especulativas, y se centre en el fomento de la inversión productiva, generadora de empleo digno y estable, sin ambages. Es fundamental defender el objetivo de soberanía tributaria para lograr que una buena parte de la riqueza generada en un país se emplee para acometer todo lo que se necesita para seguir generando riqueza económica en forma inclusiva. (...)"        (Alfredo Serrano MancillaRebelión, 12/12/2014)

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