"(...) hemos pasado al más prosaico “todo el poder para los burócratas” de
nuestros rajoyanos días. Hace tres años, cuando el barbas y la metro y
medio se presentaban en los mítines, hablaban de regeneración y de
devolver a España a la primera división.(...)
Al final la regeneración se ha quedado en un centón de leyes redactadas al milímetro por el equipo soráyico habitual. Leyes cuyo único objetivo era blindar el desastre y, especialmente, a los causantes del desastre. Para muestra dos botones que el Gobierno acaba de coserse en la guerrera del despropósito. (...)
Primero vino el ya famoso impuesto de salida o “exit tax”, una
aberración fiscal parida en las zahúrdas del draculín de Hacienda. Con
ese impuesto en la mano va a ser materialmente imposible montar pequeñas
empresas tecnológicas en España… bueno, tecnológicas y de cualquier
otra cosa.
El invento es de una maldad casi absoluta, implica que
alguien que posee un porcentaje de una empresa recién fundada pero que
tiene gran potencial de crecimiento deba pagar por adelantado ese
potencial sin siquiera haberlo ganado. Es lo más parecido a liquidar a la gallina de los huevos de oro años antes de que haya puesto su primer huevo.
Algo
como el impuesto de salida solo cabe en la mente enferma de un
legislador compulsivo cruzado con un salteador de caminos. Puedo llegar a
entender que los burócratas quieran apropiarse por las bravas de lo que
los demás producen, pero no que estos mismo burócratas impidan la
producción misma. ¿Pero saben lo peor de todo? Nadie ha dicho ni mu de
este disparate a excepción de los liberales (...)
La otra idea que ha salido del recalentado caletre sorayino es la del canon AEDE, gracias al cual los españoles seremos los primeros en privarnos de un servicio tan útil como Google News.
La historia pertenece más al género de la picaresca que al de la
política. Los dueños de los periódicos de papel pensaron que el mejor
modo de aliviar las fatigas de sus ruinosas cuentas de resultados era
propinar un zapatillazo a Google. Acudieron a Moncloa con sus cuitas y
allí, a metro y medio del suelo, les dieron la solución. Google
aflojaría la mosca sí o sí. Una ley obraría el milagro.
A cambio de
ellos, de los periódicos, se esperaba cierto sentido de Estado, es
decir, que no se metiesen con el jefe y, mucho menos, con la jefa en
estos meses tan movidos que se avecinan. Sobre el papel funcionaba la
idea. Google, esa perversa multinacional que tiene el “monopolio” de las
búsquedas en Internet, pagaría sin rechistar. La realidad ha sido muy
otra.
Los chicos de Mountain View no saben quien es Soraya ni
quieren saberlo, por no saber no saben ni donde está Valladolid ni qué
diablos es un abogado del Estado (...)"
(Rajoy o la persistencia del burócrata, de Fernando Díaz Villanueva en vozpopuli.com, en Caffe Reggio, 13/12/2014)
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