"(...) La enorme cuantía de deuda pública y privada que atesora España es el principal obstáculo para el crecimiento y para la creación de empleo. (...)
No basta con aducir que los tipos de interés son tan bajos que la carga
de la deuda es cada vez más liviana, sin entender que es el principal lo
que lastra el crecimiento, especialmente en el caso de una parte de las
familias y también de las empresas más vulnerables. (...)
Este endeudamiento, que otrora fue privado, en muchos casos ahora es
público y externo, es decir nuestra posición neta exterior es cada vez
más vulnerable a cualquier cambio en la percepción del riesgo por parte
de los agentes internacionales, precisamente los que nos están
prestando.
Esta posición, además, tiene un componente muy curioso.
Frente a lo que ocurría al principio de la crisis, quienes mantienen
posiciones deudoras mayoritarias son las administraciones públicas, y no
el sistema financiero como pudimos apreciar en el inicio.
Es decir, el
escaso crecimiento de la economía española, por más que les pese a los
que defienden lo realizado desde 2008, se debe al endeudamiento público
que está aprovechando los bajos tipos de interés para intentar mantener a
flote un barco que, sin el sector público, se hundiría.
Con esta evolución, los economistas garantes del pago íntegro de la deuda,
eso sí con sangre y sudor, han empezado a recular y ya hablan, sin
rubor, de que sería necesaria una quita, al menos en los hogares y en
las PYMES, aunque hace no mucho negasen la necesidad de
abrir ese debate.
Las cifras de sobreendeudamiento y los análisis que
fijan en el 60% del PIB (por ejemplo Richard Koo) el umbral para poder
empezar a crecer y crear empleo, han empezado a reblandecer los
principios de la ortodoxia y ya ha entrado en el debate la urgente
necesidad de la restructuración de una parte de la deuda en España.
La irrupción de Podemos, además, ha añadido otro
factor que coadyuva a sembrar y desterrar el mantra que España se
hundiría sin remisión si llevase a cabo una quita unilateral de deuda. (...)
En este contexto negacionista, y con la deuda pública al alza, a pesar
de la reducción de las prestaciones públicas, de la ausencia de
inversión púbica, de la congelación salarial y del ajuste de empleo en
el sector público, llega el Ministro de Hacienda y nos sorprende, en año electoral, con una quita encubierta de deuda a las Comunidades Autónomas.
En un ejercicio en el que las CCAA afrontan vencimientos de deuda por
valor de 36.000 millones de euros, Montoro ha decidido, sin estudiar las
consecuencias, la condonación de intereses a todas las CCAA de 5.811
millones de euros. Es decir, un 0,6% del PIB.
En pleno ejercicio de
consolidación fiscal, y viendo que muchos territorios no cumplen con los
objetivos, sencillamente porque es imposible, decide inventarse una
serie de fondos para regar de liquidez, principalmente, a aquellas más
endeudadas.
Un somero análisis de la distribución permite aseverar, sin miedo a equivocarse, que la motivación última es política. (...)
Como siempre en estos casos, surge el concepto de Riesgo Moral, es decir
por qué se prima a quienes no cumplen y se beneficia a los más
endeudados y quienes han llevado a cabo una pésima política
presupuestaria.
Pero este debate se cierra en el mismo momento que se
utiliza el BOE para plasmar esta sutil fórmula de adulteración electoral
en forma de quita de deuda.
La pregunta que surge es, ¿por qué no se crea un fondo parecido para llevar a cabo una quita a las familias en riesgo de exclusión? (...)" (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 28/12/2015)
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