"El economista James Galbraith ha pasado esta semana junto con
el ministro griego de finanzas Yanis Varoufakis, incorporándose al
equipo científico de la negociación griega. Fue entrevistado por Shawn Tully para la revista Fortune para compartir sus experiencias “desde dentro”. (...)
“Todo depende de Merkel”, nos dice James Galbraith, quien pasó siete
días a mediados de febrero junto con Varoufakis en Bruselas y en Atenas.
“Hemos escuchado al ministro de finanzas de Merkel, con una
actitud negativa, y al vicecanciller, que quería el diálogo. A quien no
hemos escuchado es a la propia Merkel. Sabemos que no quiere hablar,
salvo que sea estrictamente imprescindible. Son lo más duros que pueden,
luego hacen una concesión en el último minuto, para no tener que hacer
dos”.
Galbraith resumen con una cuestión el dilema de Merkel (y la mejor esperanza para llegar a un acuerdo):
“¿Quiere Merkel ser la persona que presida la desintegración de la Eurozona?” (...)
“Yo estuve con los equipos técnicos, entre el 11 y el 17 de febrero,
incluida la reunión de Bruselas. Me encontraba en la sala de calderas
acompañando al equipo de trabajo griego.”
En el cónclave del
Eurogrupo, Pierre Moscovici el comisario de la UE para asuntos
económicos y financieros, presentó a Varoufakis un borrador de
comunicado que permitía a Grecia solicitar una extensión de su acuerdo
de préstamo garantizándole tiempo para discutir un nuevo programa de
crecimiento para Grecia.
Como dijo Varoufakis en la conferencia de
prensa luego de la reunión, él estaba listo para firmar el comunicado de
Moscovici, al que alabó como un “documento espléndido” y una “verdadero
punto de ruptura”.
Pero el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, estaba elaborando su propio documento:
“Yanis dijo: ´Tengo un texto’. Y Dijesselbloem dijo: ‘No, el texto es este’.”
Galbraith
y el equipo griego trataron entonces de combinar partes de los dos
borradores, a fin de producir un documento aceptable para ambas partes:
“Me
dediqué entonces, junto a otras personas, a combinar los dos borradores
[el de Moscovici y el de Dijeselbloem] en busca de lograr un texto que
pudiera ser suscrito. No tardamos más de media hora en hacerlo.”
Pero
entonces, según el testimonio de Galbraith, el ministro alemán de
finanzas Wolfgang Schäuble, cerró la reunión. “Dijo que ‘no’” a la
elaboración de una declaración conjunta como preludio de un compromiso,
asegura Galbraith.
Para Galbraith, la falta de coordinación del lado europeo resultaba estupefaciente:
“Yo
soy un veterano del personal de expertos del Congreso estadounidense.
Contemplar un cuerpo institucional oficial funcionando con tamaña
desidia y de forma tan ad hoc, observar en directo el Eurogrupo y su incompetente forma de hacer las cosas, fue para mí una verdadera revelación”. (...)
El 18 de febrero, Varoufakis presentó una solicitud formal de
extensión del acuerdo de ptestamo con el Eurogrupo. Una vez más, las
divergentes respuestas dejaron asombrado a Galbraith:
“Jean-Claude
Juncker [presidente de la Comisión Europea] sino que era un buen punto
de partida”. Galbraith hace notar también que el vicecanciller alemán
Sigmar Gabriel, dijo que la carta sobre la extensión del préstamo
constituía “un punto de partida” para las negociaciones. Pero Schäuble
desmintió a Gabriel, desdeñando la solicitud como “una posición
insubstancial”.
“Se me pusieron los ojos chiribita con este
espectáculo”, dice Galbraith. “¡Es Alemania! ¡El gobierno más poderosos
de Europa!.”
Para Galbraith, las divisiones internas en
Alemania, y entre las propias naciones, han dejado claro que los
dirigentes europeos son malos negociadores:
“Cometieron el error
de dejar claro ante Yanis que ellos estaban jugando un juego muy duro,
pero sin jugarlo muy bien, si juzgamos la cosa desde el punto de vista
de la pericia política más elemental.”
Galbraith rechaza enfáticamente la idea de que la posición griega fuera confusa:
“Yo
creo que los europeos quieren pretender que es confusa, pero la
confusión existe sólo en sus propias mentes, no en la posición griega.”
Para Varoufakis y Galbraith, el politiqueo mezquino se atraviesa en el camino de la sensatez económica:
“Los
jugadores institucionales –el FMI, la Comisión Europea y el BCE— han
sido constructivos. Pero los acreedores, los jugadores activos, son los
ministros de finanzas, y estos están divididos y son hostiles”
El campo de los que se oponían radicalmente incluía a España, Portugal y Finlandia:
“Sus
dirigentes políticos se enfrentan a procesos electorales y a una
oposición creciente. Están aterrorizados ante la perspectiva de sus
respectivas oposiciones políticas saquen ventaja de la posición griega.”
Así pues, la supervivencia política en el cargo significa para ellos harto más que la salvación de la Eurozona.
Para romper el impasse se precisará con toda probabilidad de la
intervención del único dirigente lo suficientemente poderoso como para
desbaratar estas maniobras de la politiquería: Angela Merkel. (...)
Los ministerios europeos de finanzas nunca han conocido nada igual a
Varoufakis. Y Merkel tendrá que decidir en los próximos días si entrar
en compromisos con alguien considerado tan radical y transgresor es
realmente una opción para ella. Lo que anda en juego es el futuro del
euro.(...)" (Entrevista a James K. Galbraith, Shawn Tully
, www.sinpermiso.info, en Rebelión, 26/02/2015)
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