"(...) Pero lo que no sabe Alvaro Nadal y otros economistas educados en el
mismo paradigma, aunque defiendan opciones políticas supuestamente
diferentes, es que esta dinámica deflacionista es muy peligrosa en
situaciones de sobreendeudamiento, tanto público, como privado, como es España, Gracia, Portugal o Irlanda.
El objetivo es importar demanda a través de la caída interna de precios
y salarios para exportar más y evitar el descenso de los niveles
generales de precios, absorbiendo demanda del resto del mundo para que
no se pare la economía y se mantengan estables los precios de
importación.
(...) la opción de tipos de interés negativos y compras masivas de deuda por
parte de todas las economías puede acabar en un colapso de los mercados
de activos, como el que llevamos alertando algunos.
La pregunta clave
que surge, es ¿ a dónde nos llevan las guerras de divisas
multilaterales? Pues la historia económica nos dice que el resultado
último suele ser la imposición de barreras al comercio, proteccionismo y
empobrecimiento de las economías más débiles (...)
El riesgo cambiario y de tipos de interés negativos puede parecer nimio
si China no decide intervenir en el partido devaluando también su
divisa. (...)
Ahora, tras la intensa devaluación salarial y de precios, si China
decide devaluar, con el mismo argumento que la UE, traería otra gran
dosis de deflación importada, algo que ya está en curso con el desplome
de los precios de materias primas, por cierto tan laureado por algunos
economistas y políticos, que solo miran el corto plazo electoral.
Si China también devalúa, el colapso puede ser generalizado
La pregunta es si existen alternativas. La alternativa más sana, a
pesar de sus múltiples complicaciones, es una restructuración de deuda
ordenada y coordinada, como preconizan ya muchos Premios Nobel como
Krugman, Maskin u otros economistas ortodoxos como Rogoff
y con ello poder normalizar los tipos de interés.
Habría una parte
negativa y es que algunos agentes caerían, pero por otro lado sería la
única fuente real de crecimiento a corto y medio plazo, especialmente
para economías como la griega o la española.
Las opciones políticas que defienden esta alternativa, a día de hoy, son minoritarias y cuando triunfan, como el caso de Grecia, se intenta aplastarles, humillarles, como ha hecho Alemania, con el beneplácito de los palmeros de la Comisión, el FMI y el BCE.
Pero también, la supuesta izquierda socialdemócrata ha jugado un papel
esperpéntico, fruto de la debacle y descomposición intelectual y
política en el que está inmersa. Si Grecia fracasa, algo que podría no
ocurrir si China y Rusia entran definitivamente en el tablero de la
financiación exógena, habremos fracasado todos.
Si no se produce esta restructuración de deuda, podríamos ver un
colapso sin precedentes en los mercados de riesgo, que ponga a los
bancos centrales al borde del abismo. (...)" (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 22/02/2015)
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