"(...) De hecho, no nos engañemos, el segundo
rescate en 2012 de Grecia fue realmente un rescate a los acreedores
privados de la banca griega recapitalizada por el Estado Griego que
obtuvo los fondos de préstamos del Fondo de Rescate Europeo.
De esta
forma el Estado Griego, además de sustituir en esa posición deudora a la
banca griega, pasó a convertirse en deudor de las instituciones
públicas europeas e internacionales que sustituyeron, a su vez, a los
acreedores privados financieros.
Por consiguiente, un rescate que al
final lo fue también de la banca centroeuropea, fundamentalmente alemana
y francesa, acreedora de la banca griega cuya posición acreedora fue
sustituida por los contribuyentes de la zona euro representados en los
fondos de rescate europeos.
Pero de ese rescate muy pocos fondos
llegaron a los griegos. Por diferentes vías, su recorrido acabó en los
bancos franceses, alemanes y otros que pudieron diluir así su exposición
a la banca griega.
Un ejemplo de socialización de las pérdidas
privadas. Hasta tal extremo esto es cierto, que sólo el 5% de los fondos
que han rescatado a Grecia, han sido destinados a cubrir las
necesidades financieras del Estado Griego. (15.000 M€ aproximadamente,
que son la suma de los déficits primarios públicos del Estado Griego
entre 2010 y 2014).
Pero es que algo parecido pasó con el
rescate de la banca española. Los activos tóxicos de nuestro sistema
financiero fueron principalmente los derivados del pinchazo de la
burbuja inmobiliaria.
Fue el exceso de ahorro alemán y su colocación en
las emisiones de las entidades financieras españolas, parte del aire que
se insufló e infló nuestra burbuja. Pero el pinchazo sólo ha caído
sobre los contribuyentes españoles.
En un mundo globalizado –ciñámonos ahora
a la Unión Europea- es evidente la corresponsabilidad en los excesos.
Sin el ahorro alemán, los ahorradores españoles no hubieran generado por
sí mismos depósitos bancarios suficientes para financiar la
construcción, entre 1997 y 2007, de más de cinco millones de viviendas,
algunos años más de 500.000, tantas como en el resto de Europa.
No se
preguntaron entonces los financiadores alemanes de los bancos españoles
donde acababa posándose el dinero que ellos colocaban en las entidades
financieras españolas.
En estos negocios donde los excesos, por falta de
supervisión y de regulación suficiente, acaban en quiebra, tan
partícipes de esta situación son los prestatarios irresponsables como
los prestamistas informados.
De aquí que la izquierda europea plantee la
necesidad de que la Europa del Euro mutualice el riesgo, al menos a
partir del 60% de la deuda sobre el PIB a través de la emisión de
Eurobonos, medida a la que Alemania continua oponiéndose. (...)" (Jorge Fabra Utray, Economistas Frente a la Crisis,18/03/2015)
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