"(...) El riesgo de una salida de Grecia del
Euro no ha desaparecido. El mantenimiento de las exigencias del
Eurogrupo creará un ambiente de frustración en la población griega, muy
mayoritariamente favorable al programa de Syriza, que pondrá en primer
plano la pregunta sobre la conveniencia de continuar en la Eurozona.
La
pregunta también aflorará con contundencia en los organismos europeos ya
que si los acuerdos no progresan, es imposible que Grecia haga frente a
sus compromisos. Pero en esa opción todos pierden. Perdería más Grecia,
pero la eurozona dejaría de ser, en la práctica, una Área Monetaria
Única para ser una zona con tipos de cambio fijos.
En una circunstancia
de este tipo, se agudizaría la incertidumbre sobre la estabilidad de la
eurozona, se pondría de manifiesto la no irreversibilidad del Euro y con
ella aumentaría la fragmentación financiera. ¿Quién será el próximo?,
se preguntarán mercados e inversores.
Aparecerían otros problemas de
naturaleza geoestratégica y, desde luego, un default de Grecia
implicaría la ejecución de avales de los Estados y con ello un grave
empeoramiento de las cuentas públicas.
La posición de España en esas
negociaciones, que ha reforzado las posiciones más intransigentes
puestas sobre la mesa en estas negociaciones provenientes de Alemania,
Países Bajos y Finlandia, son contrarias al interés general europeo y en
particular al interés de los españoles. Un default de Grecia implicaría
la ejecución de los avales y de la pérdida de los préstamos de España a
Grecia.
El Gobierno Español no ha defendido los intereses de los
españoles si no sus intereses políticos partidistas: cortar el reguero
de pólvora que puede ser incendiado por su adhesión a las políticas de
austeridad a ultranza.
Grecia no va a poder pagar nunca su
deuda. Esto lo sabemos todos los economistas y lo sabe el Eurogrupo,
pero ¿cómo es posible que ni los economistas que lo dicen, ni el
Eurogrupo, como contraparte negociadora en Bruselas, no extraigan las
conclusiones adecuadas de esa constatación? En realidad, en la gestión
de la deuda pública, la refinanciación de la deuda viva juega un papel
mucho más activo que su amortización neta.
Podríamos llegar a decir
-entiéndase el sentido de esta aseveración- que las deudas no se pagan,
se refinancian. ¿Qué diferencia tiene esto con las propuestas del
Gobierno Griego que de su deuda ofrece hacer -hasta que Grecia pueda,
naturalmente, volver a los mercados- una deuda perpetua que vaya
disminuyendo a un ritmo compatible con el crecimiento de su PIB nominal? (...)" (Jorge Fabra Utray, Economistas Frente a la Crisis,18/03/2015)
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