"En mi condición de profesor de economía, en los últimos meses me
preguntan con mucha frecuencia si considero que hay recuperación, y si
podemos confiar en que hemos salido del largo túnel en el que entramos
en el 2011. Según quien la hace, veo una mezcla de ilusión y
desconfianza. (...)
¿Cuáles son los motores de esta mejora? Fundamentalmente, la
devaluación de los salarios. A este motor interno se ha sumado en el
2014 el efecto favorable de un viento de cola impulsado por dos motores
externos.
Por un lado, el desplome del precio del petróleo. Por otro, la
devaluación del euro frente al dólar. Este viento de cola, de acuerdo
con las perspectivas de primavera del FMI, se mantendrá en el 2015 y el
2016.
Todo esto son buenas noticias.
Sin embargo, si analizamos la recuperación desde los ingresos de los
hogares, el panorama adquiere tintes grises. Durante la recesión, la
renta de los hogares ha caído un 8,8%. Es una cifra muy importante. Su
recuperación en el 2014 ha sido muy magra, prácticamente inexistente, un
0,2%.
Esta caída de los ingresos se reparte de forma muy desigual. A vuela
pluma, un 10% ha mejorado sus rentas durante la crisis; otro 40% no tuvo
una caída significativa porque no perdió el empleo, aunque el temor a
perderlo le hizo contraer su consumo. Son los que ahora han recuperado
la confianza y tiran del consumo.
Pero aproximadamente un 50% de los hogares ha tenido una fuerte
reducción de ingresos, ya sea debida a la caída de los salarios, por
quedar en la cuneta del paro o por la pérdida de prestaciones sociales.
Estos son los que no ven la salida del túnel por ninguna parte y a los
que hablarles de la recuperación les suena como un cuento chino.
Permítanme utilizar una anécdota para poner de relieve esta realidad.
Caminando la semana pasada por el barrio de Les Corts me encontré un
cartel en la puerta de un bar restaurante con este anuncio: “Menú.
Bocadillo del día de lomo y una bebida, 3 euros”. Me hizo recordar lo
que me contó este verano la propietaria de la tienda de ultramarinos de
mi parroquia gallega.
Al preguntarle cómo le iban las cosas, me dijo que
ahora vendía muchos bocadillos. “A la hora de la comida -me dijo-
muchos trabajadores vienen a comprar un bocata y una bebida. Los
salarios no dan para más”. (...)
Pero hay un argumento adicional. Ahora que la recuperación económica
se va abriendo paso, existe el riesgo de que aparezca la crisis social.
El motivo es que la salida del túnel sólo funciona para los que circulan
por uno de los carriles. Los del otro carril siguen parados en medio
del túnel.
Hasta ahora esa situación no ha provocado una crisis social.
Pero la tolerancia a la desigualdad de los que siguen parados dentro del
túnel puede cambiar rápidamente. El riesgo es que, movidos por el
sentimiento de o todos o nadie, acaben bloqueando la salida.
Si recuerdan, este efecto túnel ya ocurrió en la salida de la
recesión de los ochenta. Viendo que el vaso de la recuperación no
rebosaba, trabajadores y ciudadanos apoyaron la huelga general de
diciembre de 1988. (...)" (El bocadillo del día, de Antón Costas en La Vanguardia, en Caffe Reggio, 22/04/2015)
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