"(...) El rescate a Grecia del año 2010 fue en realidad un rescate de bancos alemanes, franceses y griegos
virtualmente quebrados, tenedores de la impagable deuda helena.
Varufakis se opuso en aquel entonces a tal rescate ya que el 90 % de los
fondos frescos fueron a parar a entidades financieras privadas que
habían actuado de manera irresponsable y no querían pagar las
consecuencias.
Estimaba que era mejor que el país cargara con el impago entonces que
no con otro más abultado después, como podría ocurrir dentro de poco.
Le fastidiaba tener que rescatar bancos europeos mal gestionados que otorgaron créditos sin ton ni son a costa de los ciudadanos griegos honrados.
Empresas alemanas, no solo de armamento, se vieron envueltas en
turbios escándalos a la manera española en alianza con políticos y
lobbistas griegos. Hasta les vendieron submarinos sin estabilidad. Ni en
broma se les habría ocurrido actuar de manera tan indecente en su
propio país.
Jugaron con ventaja contra una democracia imperfecta. Nadie en
Alemania les pide cuentas por ello mientras disfrutan alegremente de los
beneficios de aquello. ¡Cuánta hipocresía hay por medio!
Las condiciones impuestas estrangularon la economía griega.
Imposibilitaron ningún crecimiento haciendo todavía más onerosa la
carga, machacando al ciudadano común. Se trataba de retrasar el fatídico
desenlace que en todo caso iba a suceder, blindando la economía
francesa y alemana de los desafueros de su sistema financiero. (...)
Lo que en realidad le ha ocurrido tanto a Grecia como España es un gigantesco traspaso de deuda privada impagable
hacia la deuda pública provocado por elementos de la casta, las élites
extractivas de siempre. De esta manera, estas encasquetan sus desafueros
al ciudadano normal y corriente.
Los que lo han provocado mantienen sus cuentas a buen recaudo en
paraísos fiscales. Si a eso añadimos que tanto la economía griega como
la española poseen modelos productivos insostenibles basados
en actividades de bajo valor añadido, sin apenas industria, el
resultado es que sin un cambio radical en sus modelos económicos y
educativos ambos países están condenados al default.
Es una mera cuestión de tiempo. Que nadie se hinche de soberbia.
Muchos países están igual por razones diferentes. China y Brasil tendrán
todo que lamentar cuando sus propias incongruencias revienten.
Too big to fail. Grecia es una economía de reducido tamaño. Si se derrumba no pasa nada.
Por eso se le pueden apretar las clavijas de la manera más obscena.
España, con problemas similares o incluso peores, es demasiado grande
para dejarla caer. Arrastraría a toda Europa. Grecia tiene ya un
presupuesto equilibrado. Ya le gustaría a España.
La economía griega es apenas un Banco Madrid al que
se le puede dejar morir sin mayores consecuencias. La española es un
gigantesco Bankia que es necesario rescatar como sea a prorrata. Tal
doble rasero hace que Grecia siga estando con el agua al cuello mientras
España se convierte en alumno aventajado, en teoría, a pesar del
desastre que está fermentando si no modifica de manera radical su modelo
productivo y sus corruptas y anticuadas estructuras de gobierno.
Obvian que la deuda se sigue incrementando a razón de 60.000 millones de euros anuales. (...)
Finalizará el día que algún chispazo insospechado los espabile y
ponga la prima de riesgo en su valor real. Ipso facto, dejaría la
economía española K.O. y su efecto rebote arrastraría a todo bicho
viviente. ¿Se producirá en China, en Brasil, en la machacada Grecia o en
estos mismos eriales?
El asunto es estructural. Mientras que el problema
griego se podría enderezar si hubiese voluntad, si España sigue empeñada
en no realizar ningún cambio profundo de su modelo productivo y, de
paso, de Estado, antes o después se verá abocada a la suspensión del
pago de la deuda porque continuará su incremento galopante, arrastrando a
toda Europa.
El crecimiento actual son solo meandros. Es debido en gran parte a
causas exógenas como la cotización del dólar, del petróleo o el aumento
del turismo promovido por la inestabilidad política en el Mediterráneo
Oriental. (...)
Varufakis diagnosticó bien los problemas. Otra cosa es que le permitan resolver nada, ya que pondría en evidencia el absurdo y descontrolado sistema financiero mundial.
Se vislumbra en lontananza tsunami electoral. Ojalá navegara
siguiendo su estela una renovación cívica, económica y educativa
radical con estadistas a bordo de ella. O, en su defecto, al menos otro
vapuleado Varufakis capaz de cantar a Europa las verdades del barquero y
hacer rechinar sus crueles y endurecidas conciencias." (José Mª de la Viña, El Confidencial, 24/04/2015)
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