"(...) Es necesario, ante la que se nos avecina, dejar claros ciertos
principios básicos. Primero, hay que reformar el sistema bancario
global, europeo y español. Ante cualquier nueva quiebra bancaria, la
deben pagar sus acreedores.
Éstos sufrirán el correspondiente corte de
pelo, según un orden de prelación, conforme se fuera deshaciendo el
valor de sus activos. Los contribuyentes deben de dejar de financiar
errores de gestión privados. Y ya está bien de amenazarnos con riesgos
sistémicos. Para hacer frente a los mismos habrá que aplicar otras
reformas estructurales. (...)
Se trata, en definitiva, de imponer el modelo bancario sueco para hacer frente a los problemas de solvencia bancaria
como consecuencia de una crisis de deuda provocada por el estallido de
una burbuja financiera o inmobiliaria. Las pérdidas se reconocen hoy.
La
implementación del modelo sueco permitiría reducir la deuda de cada
prestatario a un nivel donde éste pueda permitirse el lujo de hacer
frente a los pagos de la misma, pero a su vez el importe de las pérdidas
asociadas a dichos préstamos se limita de forma que no suponga la
creación de capital para el prestatario.
Bajo este escenario se podrá introducir en nuestra legislación lo que en derecho anglosajón se denomina régimen de la segunda oportunidad para personas físicas y jurídicas. Obviamente llevará asociada la dación en pago. Pero tengamos en cuenta que ello implicará que el crédito se ralentizará de manera notoria. No pasa nada.
Hay soluciones factibles. Desde el lado de las empresas, obviamente la necesidad de incrementar el recurso a los fondos propios,
vital, fundamental, supondrá un gran alivio. Además, se promoverá el
desarrollo de fuentes de financiación alternativas. Desde el lado de las
familias, frente a la propiedad de la vivienda, hay que promover el
alquiler. (...)
De manera paralela, como los ciclos de apalancamiento existen, es necesario un control de la expansión del crédito ex ante en lugar de castigar a los deudores a posteriori. Algunos países ya se han puesto manos a la obra. Irlanda
restringe la concesión de préstamos hipotecarios a un porcentaje de su
valor, bajo un estricto control del supervisor, y pone límites a la
cuantía de los préstamos hipotecarios en función del salario.
Siendo un
poco más agresivos, y con el fin de evitar retroalimentar ciclos de
apalancamiento y nuevas burbujas inmobiliarias, se podría conceder el
préstamo ya no en función del salario sino del alquiler. El objetivo es
muy claro, transformar la vivienda en un bien de uso, y no de inversión, y, porque no decirlo, hundir definitivamente el precio de la vivienda.
Para ello es necesario impulsar, siguiendo los modelos de los países nórdicos y centrales, un parque de viviendas públicas de alquiler.
Separación real entre banca comercial y de inversión
Hay que promover una separación real entre la banca comercial y banca de inversión. Aquí, en nuestra querida España,
la banca comercial está ganando muchísimo dinero con operaciones de
inversión y sus clientes están desamparados. Muchos de esos productos
son tratados además como si fueran bienes de consumo. Nuestro país
debería desarrollar una regulación similar a La Ley de Servicios Financieros del Reino Unido elaborada a partir del Informe Vickers y de las críticas al mismo.
Las entidades británicas deben establecer antes de 2019 un anillo de
protección en torno a su negocio comercial (cuentas corrientes y de
ahorro, hipotecas, préstamos a particulares y empresas…), que tendrá
estatus legal propio y se gestionará de forma independiente a otras
actividades más arriesgadas del banco, como las inversiones. Las
autoridades reguladoras forzarán la "separación" de los bancos que no
aíslen adecuadamente las actividades de banca de inversión de las de
banca comercial.
Otras propuestas son la Regla Volker como parte crucial de la Ley de Reforma Financiera de Estados Unidos, también conocida como Dodd-Frank, que en principio trataba de limitar el tamaño de los bancos y restringir sus actividades de riesgo. ¿Y en Europa? Nada de nada, el Informe Liikanen para la Unión Europea, encefalograma plano. (...)
Finalmente, en el caso de nuestro país, al igual que ha ocurrido en
la mayoría de países occidentales, la actual crisis sistémica
paradójicamente ha producido una mayor concentración del sistema
bancario. Ciertos bancos han alcanzado un tamaño excesivamente grande y
constituyen un auténtico riesgo sistémico para la economía global.
Además, aprovechándose del riesgo moral de que son “demasiado grandes para quebrar”, están siendo subsidiados por los contribuyentes de
las distintas naciones. Es necesario acabar con ello. Se debe estudiar
la necesidad de imponer límites en nuestro país a la concentración de
depósitos, préstamos u otros indicadores bancarios, en definitiva al
tamaño de los bancos.
Estas son auténticas reformas estructurales. Lo que se ha hecho hasta ahora,
el rescate bancario, la devaluación interna, el deterioro de los
servicios básicos, la reforma laboral, el fortalecimiento de los
oligopolios, y un largo etcétera, tiende en realidad a acelerar más aún
la concentración de poder -económico, político y mediático-. Además,
empeora la competitividad de nuestra economía y aumenta la corrupción
sistémica. (...)" (Juan Laborda, Vox Populi, 16/03/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario