"Nos encontramos ante uno de esos momentos históricos que serán recordados como uno de los mayores fracasos de la teoría y política económica moderna.
Esperemos, al menos, que permita colocar en su sitio a la ortodoxia económica dominante, ésa que nació a golpe de talonario, al albor de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, el "Consenso de Washington", y que tanto dolor, sangre y sufrimiento han generando. (...)
Digámoslo claramente, el sistema financiero mundial ya no posee capacidad productiva alguna para generar suficientes ingresos que permitan mantener los valores actuales de los activos.
Los mercados se niegan a reconocer esta realidad, pero lo harán. Y les
aseguro que la crisis inmobiliaria, ante la que se avecina, será un
juego de niños.
Y luego nos dirán lo de siempre, que nadie avisó, que
son "shocks exógenos", cuando ¡todo lo que va a suceder es endógeno al funcionamiento del sistema! Sería
deseable que llegado ese momento, al menos, existieran políticos con
agallas suficiente para hacer lo justo, y someter definitivamente al
poder del dinero organizado.
Los inversores, especialmente los bancos occidentales,
esos que tanto "adoran" el libre mercado, llevan años, desde finales
del siglo pasado, llamando a la puerta de los bancos centrales. Mendigan para que les suministren ciertas dosis de elixir -tipos de interés cero, expansión cuantitativa,...-
que permita, según ellos, resolver los problemas económicos del mundo.
Actúan y se comportan como toxicómanos. Su miopía, su falta de
reconocimiento de que los bancos centrales -Reserva Federal, Banco Central Europeo,...-
han fracasado a la hora de generar un crecimiento económico sostenible,
mientras contribuyen a un incremento brutal en las desigualdades, es
inexplicable. Los bancos centrales hace tiempo que dejaron de ser los guardianes de la estabilidad financiera. En realidad, la están socavando.
Tipos de interés negativos como síntoma
Cuando una economía como la europea, con billones y billones de euros de deuda, establece exógenamente, ¡pues claro que exógenamente!, tipos de interés negativos, éstos son un signo evidente de fracaso de la política económica. Sin embargo, la élite política calladita, muda, sin entender absolutamente nada. De los de aquí, mejor ni mencionar la bicha.
Mario Draghi o Ben Bernake, y su predecesora Janet Yellen, simplemente han destrozado, derribado los mercados de bonos europeos y estadounidenses.
¿Y los fondos de pensiones? ¡Qué hilarante escuchar a aquellos que
pregonan un sistema privado de pensiones! A los precios actuales, el 99%
de ellos darán pérdidas. (...)
Los tipos de interés negativos son un síntoma de fracaso de la política económica y una violación de los principios mismos de la economía capitalista. El proceso de descomposición del sistema no encuentra parangón histórico.
Hace treinta años se favoreció una globalización donde
el libre mercado promocionaba bajadas salariales continuadas, mientras,
sin prisa pero sin pausa, se iban eliminando todos y cada uno de los
resortes que daban una mínima seguridad a las familias, es decir, se
desmantelaba, por estos lares occidentales, el estado del bienestar, en
aras de la competitividad. ¡Qué no se puede mantener, decían los
cachondos!
Pero a la vez, se trataba de contentar a la ciudadanía con unas políticas monetarias excesivamente laxas, que unidas a unos bancos cuyas actividades comerciales y de inversión se entremezclaban y se apalancaban sin límites, incentivaron un endeudamiento masivo de familias y empresas.
Y luego, boom, se montó la de "San Quintín",
pero ahora sí que había dinero de todos para rescatar a banco, faltaría
más. A partir de aquí, lo ya conocido: ausencia de reformas reales
-reordenación y reducción del sistema bancario; reestructuración de la
deuda-; diseño a la medida de aquellos que la liaron, deuda y más deuda,
ahora pública también.
Y para rematarlo, más cicuta, occidente no puede
sobrevivir sin generar nuevas burbujas. De ahí el actual subproducto de las políticas económicas fallidas, tipos de interés negativos, de nula utilidad para derrotar la deflación y estimular el crecimiento económico.
Mientras que la economía mundial se enfrenta a un
problema de solvencia vinculado a una acumulación excesiva de deuda, los
bancos centrales del mundo están llevando a cabo políticas diseñadas
para un problema de liquidez.
¡Basta ya de tantas mentiras! Los bancos
mundiales se enfrentan a billones de euros, dólares, o la moneda que
deseen, de deudas incobrables fuera de balance
que eventualmente deben ser finiquitadas o resueltas, es decir, dadas
de baja, y que lleva lastrando el crecimiento económico durante muchos
años.
Estas deudas son de todo tipo, desde los préstamos de los bancos alemanes a Grecia, hasta los préstamos con garantía hipotecaria en los Estados Unidos, o la deuda en dólares de empresas emergentes.
Los bancos y los gobiernos se niegan a reestructurar, es decir, a
cancelar estas deudas incobrables, ya que hacerlo, según ellos, podría
provocar pérdidas de capital para los bancos y los gobiernos.
En este
contexto la FED y el BCE han decidido abordar la
cuestión de la deuda mediante la confiscación lenta del valor de los
activos financieros a los ahorradores a través de tipos de interés
negativos. Primero hunden a los deudores, y ahora se pasan por la piedra
a los ahorradores. Y todo por no abordar directamente el problema, la
deuda incobrable.
Como resultado, la capacidad de la economía mundial para pagar el
servicio de la deuda existente, y las futuras promesas ya ha llegado a
su límite. Se acabó el juego. Ya solo quedan como únicas soluciones
posibles la devaluación de las divisas -guerra de divisas-, la inflación
o el default, es decir, la quiebra. Nos aproximamos al final del
súper-ciclo de deuda que comenzó hace 30 años con esos tipos tan
adorados por el establishment, Reagan & Thatcher. " (Juan Laborda, 04/04/2015)
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