29.6.15

¿Y España? si Grecia cae, será la siguiente de la lista...

"Se ha llegado a un punto en que, legítima o ilegítima, la deuda es ya imposible de devolver. Ni Grecia, ni España, ni otros países pueden hacerlo. Nos esperan meses, y tal vez años, de tiras y aflojas  (...)

Si en Grecia ocurre lo peor, España será el siguiente país en el foco de atención de los mercados y los especuladores, lo que acelerará la quiebra porque nuestra deuda es imposible de devolver. La deuda total o pasivos en circulación del 148% del PIB o del 131% –la computable más la deuda oculta según Bruselas– es inferior a la griega, pero en todo caso impagable.

 Nuestro déficit primario es del -4% del PIB si sumamos los 1,5 puntos del déficit de la Seguridad Social, que seguirá creciendo aunque, de momento, se financie con la caja de las pensiones, que desaparecerá en dos o tres años; es mucho peor que el griego, que estima un superávit del 1%.  (...)

El PIB crecerá este año un 3% pero el PIB pm, que mide la riqueza creada, será de poco más del 2% porque los precios van a caer en torno al 1%, y el año que viene y siguientes se estima una reducción significativa del crecimiento. Dicho en corto, la deuda y el déficit son insostenibles. 

Esto, sumado a una brusca subida de la prima de riesgo y con los tipos de interés al alza (EEUU los subirá dos veces este año), nos llevará a la necesidad de un rescate antes o después. Si a eso le añadimos una deuda exterior neta que supera el 100% del PIB, la mayor de la OCDE, y que, además, sigue creciendo porque el saldo del comercio exterior sigue en negativo, nos coloca en la peor situación de toda la zona euro. No hace falta ser economista para ver que, si Grecia cae, España será el siguiente en la lista.



A mediados de 2012, Grecia aceptó un primer rescate en el que, a cambio de importantes recortes de gasto, le fue condonada el 70% de su gigantesca deuda. En sentido contrario, el irresponsable de Rajoy, que no estaba dispuesto a recortar un solo euro el disparatado gasto político, tomó una decisión tan increíblemente insensata que algún día debería responder por ello: optó por la vía del endeudamiento aprovechando la barra libre ofrecida por Draghi, en la que se entregaban ríos de dinero sin control ni condición alguna. 

Rajoy vendió y sigue vendiendo su disparatada decisión, que ha arruinado a varias generaciones de españoles –la deuda total se incrementó en 590.000 millones de euros desde entonces– diciendo que se había negado a aceptar bajar pensiones o subir impuestos que ya había llevado a las nubes.

Nada más lejos, la exigencia de la eurozona era una reducción del gasto del orden de los 25.000 millones de euros cuando sólo en duplicidades entre Administración Pública se despilfarran anualmente 32.000 millones de euros, la mendacidad de Rajoy resulta inaudita. En cuanto a los impuestos, los seguiría subiendo sin pausa para alimentar a la gigantesca hidra de sus redes clientelares.  (...)


Pero claro, esto solo fue posible porque los nuevos prestamistas, todos institucionales ya que ningún privado prestó un euro a Grecia después del rescate, entregaban dinero sin freno y sin control, exactamente igual que lo que está ocurriendo con el QE del BCE respecto a España. 

Es obvio que esta deuda es en su mayor parte ilegitima porque no ha sido contraída en beneficio de los pueblos y con pleno conocimiento por parte de los prestamistas de que ese dinero estaba siendo despilfarrado. Moralmente no existe obligación de devolverla; sin embargo, la realidad legal no entiende de ética, máxime cuando los que han prestado ese dinero no están dispuestos a reconocer su incompetencia al entregar ríos de dinero a gobiernos insensatos que sabían que no lo iban a poder devolver.

Solo la historia juzgará estos hechos y su veredicto será indudablemente muy duro para con los responsables, pero de momento se ha llegado a un punto en que, legítima o ilegítima, la deuda es ya imposible de devolver. Ni Grecia, ni España, ni otros países pueden hacerlo, por lo que nos esperan meses y tal vez años de tiras y aflojas que al final no pueden conducir más que a un final: la necesidad de pactar con la realidad. 

Que sea por las buenas o por las malas es imposible saberlo, pero siempre con hambre, sudor y lágrimas de los no tuvieron culpa de nada. El hecho de que las deudas no podrán ser devueltas más que parcialmente es algo incontrovertible, porque, como decía Lenin, los hechos tienen la cabeza muy dura.  (...)"           (Roberto Centeno, El Confidencial, 29/06/2015)

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