"Allí donde uno mire verá caos creciente. Parece que el orden
internacional que se forjó en la fragua del siglo XX se está acabando y
no tenemos el menor atisbo de lo que vendrá a reemplazarlo.
Los desafíos a los que nos enfrentamos son conocidos: globalización,
digitalización, cambio climático, etcétera. Lo que no está claro es el
contexto en el que surgirá la respuesta (si es que surge). ¿En qué
estructuras políticas, por iniciativa de quién y según qué reglas se
negociarán (o dirimirán por la fuerza, si negociar fuera imposible)
estas cuestiones? (...)
Tampoco parece que estos tiempos de transición turbulenta vayan a terminar con el surgimiento de una segunda Pax Americana. (...)
Es de prever que el próximo presidente estadounidense, quienquiera
que sea, se pase su mandato supervisando el fin de la Pax Americana.
Para Europa, esto supone un problema igualmente difícil. ¿Será la
decadencia de la Pax Americana antesala de una crisis o un conflicto
inevitables? El ascenso del neonacionalismo por todo el continente
parece apuntar en esa dirección, y las implicaciones son desalentadoras.
La aciaga posibilidad del suicidio de Europa ya no es impensable.
¿Qué pasará si la política de la canciller alemana Angela Merkel hacia
los refugiados supone el fin de su Gobierno, si Reino Unido abandona la
Unión Europea o si la populista francesa Marine Le Pen se hace con la
presidencia?
Un descenso hacia los abismos es el resultado más peligroso
que uno pueda imaginar, si acaso no es el más probable. Claro que el
suicidio es evitable.
Pero quienes alegremente cincelan la posición de
Merkel, la identidad europea de Reino Unido y los valores iluministas de
Francia amenazan con socavar la cornisa en la que hoy todos estamos
parados." (Joschka Fischer , El País, 8 FEB 2016
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