"Tan sólo cinco años han transcurrido desde aquel 15-M del 2011 cuando
miles de personas se manifestaron en las calles españolas reclamando
“Una Democracia Real, YA”, en respuesta al llamamiento que circuló en
las redes sociales al margen de partidos y sindicatos.
Había empezado el
auténtico cambio, el cambio que se produce en las mentes de las
personas y en los corazones sin miedo que se indignan con la injusticia
sin pedir permiso a la Oficina de Atención a la Indignación de las
burocracias gubernativas. (...)
Parece una eternidad desde aquello. Y es que el tiempo histórico acelera la cronología percibida.De
ahí salieron las candidaturas municipales que en mayo del 2015
culminaron en una revolución política en las grandes ciudades, como el
triunfo municipal socialista-comunista (cogiditos de la mano) en 1979
consolidó la democracia naciente. De ahí provienen las denuncias de
estafas bancarias y corrupción política que hoy atiborran juzgados y
ocupan los titulares de prensa. (...)
Una transformación que es fuente de inspiración en múltiples países,
sobre todo en América Latina, como lo fue en su momento nuestra
transición democrática.El gran problema actual, en España y en el
mundo, es la desconfianza de la mayoría de ciudadanos con respecto de
las instituciones, los partidos y los políticos. (...)
Afortunadamente, la gente siempre reacciona ante situaciones límite.
Surgen nuevos proyectos de solidaridad y de reconstrucción. Esa es la
herencia del 15-M. Cuando muchos ciudadanos, y en particular los
jóvenes, no se reconocen en los que tiempo atrás fueron sus partidos
representativos, buscan nuevas formas de representación. (...)
Por eso se acabó, irreversiblemente, el bipartidismo en España. A
pesar de una ley electoral que se aleja considerablemente del principio
de “una persona, un voto”, limitando las opciones posibles de cambio
institucional.El 20-D evidenció la incapacidad de cualquier
partido de obtener una mayoría absoluta o suficiente.
Situación normal
en muchas democracias y que aquí ha espantado a quienes consideran las
elecciones como un trámite para que todo siga casi igual, gane quien
gane. La ansiedad se apodera de quienes priorizan la gobernabilidad a
toda costa, aun a espaldas de los deseos de amplios sectores del pueblo
soberano. (...)
¿Cómo sería posible a Podemos y sus confluencias adherirse a un pacto
prefabricado, inspirado por Ciudadanos, que consagra las políticas
neoliberales contra las que se levantó el 15-M? ¿Como puede Ciudadanos
aceptar el derecho a decidir en Catalunya y otras nacionalidades si
nació precisamente para oponerse a ese derecho? ¿Cómo puede el PSOE
dejar gobernar al PP tras haberse destapado su corrupción sistémica,
amén de su obediencia ciega a los dictados de austeridad de la Comisión
Europea, en contra del sentir mayoritario? No se puede hacer campaña por
un programa y luego hacer lo contrario.
Los compromisos sólo pueden
hacerse dentro de márgenes de compatibilidad a menos de incrementar
peligrosamente la desconfianza de la gente. Tendremos que acostumbrarnos
a que en una sociedad plural y en un Estado plurinacional la gobernanza
será incierta y cambiante, porque la representación es la esencia de la
democracia. De ahí que tras el 26-J no volverá nunca la rutina de
mayorías consolidadas.
Y cuanto más se reconstruyan artificialmente (por
ejemplo con la gran coalición PP-Ciudadanos-PSOE) más se bunkerizará el
establishment, siendo cuestión de tiempo su desplazamiento por el voto
de las nuevas generaciones, como ocurrió en Grecia.
Utilizando los
cálculos de Jaime Miquel, el mejor analista electoral español, sin
detallar sus datos hasta que él los publique, podemos prever que el
Partido Popular pierda medio millón de votos y algunos escaños, que
Ciudadanos suba pero sin romper su techo y que Podemos-IU y sus
confluencias, lleguen hasta los 6 millones que, unidos al millón y medio
de votos nacionalistas, significaría que la España plurinacional
superaría de largo a ese PP irredentista.
Mientras el PSOE, tercer
partido en el futuro, sigue en caída libre: de 11,3 millones de votos en
el 2008, pasó a 7 en el 2011, se quedó en 5,5 en el 2015 y apenas
llegará a los 5 en el 2016. Susana Díaz asumiría el mando para
incorporarse a la gran coalición subordinada al PP, con Ciudadanos como
reserva futura.
El problema es qué hacer con Rajoy: se encargará
la élite financiera. El miedo de populares y socialistas a este
escenario es tal que han desenterrado el viejo fantasma del peligro
comunista, el argumento central del franquismo cuya reedición deshonra a
unos dirigentes socialistas que lucharon contra la dictadura y sus
manipulaciones.
Sólo la torpeza, siempre posible, de líderes de la
izquierda emergente podría desviar este escenario. Porque en la raiz del
26-J late la esperanza del 15-M." (Del 15-M al 26-J, de Manuel Castells, La Vanguardia, en Caffe Reggio, 14/05/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario