"(...) Lo que está ocurriendo con Podemos tiene más importancia, creo, en
los entornos que en los centros. Están aterrorizados. Ellos que lo
tenían todo previsto, ¡y comprado! Aparecen unos chavales –algunos
talluditos–, que se saben la truca. Tuvieron años en la universidad para
aprenderla. Tampoco era una ciencia complicada, aunque sí oculta. Quizá
la transición, su singularidad, tuvo algo de ciencia oculta.
Sin
ningún ánimo de augur. Podemos no puede ganar las elecciones pero es el
único grupo político que las condiciona. Rompe el tres en raya. Tiene
problemas para sobrevivir, pero hay uno que me parece decisivo.
Mientras
la cúpula está obsesionada por el poder –lógico, nadie crea un partido
para que degenere en club de debate–, las bases, las difusas bases de
Podemos, se encuentran más cómodas siendo una “radical oposición” que un
“poder institucional”. Y esto es un problema de difícil solución, que
exige en principio menos Gramsci y más Rosa Luxemburgo.
¿Cómo
echas hacia adelante un partido con una dirigencia ambiciosa y
talentuda, y una base reticente y quizá muy influida por aquel fenómeno
que arrasó la izquierda española en octubre de 1982? La arrolladora
victoria del PSOE, que iba a cambiar el país, y que cambió sobre todo el
nivel de vida de sus líderes.
El encono anti-Podemos parte de la
generación política crecida en las últimas décadas y que interpreta, con
razón, que se puede producir una ruptura con los innumerables apaños,
tan similares, de González, Aznar, Zapatero o Rajoy, el más preocupado,
porque para un registrador de la propiedad, que además es líder de un
partido conservador y corrupto hasta las cachas, sería como abrirle en
canal.
De ahí que el combate esté entre Rajoy y Podemos, y de ahí
también que esta sea la hora de los caimanes. Gane un poco, o pierda un
poco, el soldado Sánchez es un cadáver político; puede durar,
chalanear, negociar… pero no es nadie, ni en su partido ni fuera de él.
Vamos
a vivir la campaña electoral más sucia que conoció la no demasiado
limpia democracia española posfranquista. Que un tipejo, de pasado
dentro de toda sospecha, siempre al servicio de señores oscuros e
intocables, apellidado Inda, catedrático de tertulias –propongo
introducir este término porque está acorde con la universidad y las
querencias de sus estudiantes– exhiba un documento, preparado por los
servicios de información o asimilados, según el cual Pablo Iglesias ha
cobrado cantidades notables en Venezuela –otros hicieron algo parecido
con Irán– es algo que debería hacernos reaccionar.
No reflexionar, que
eso lo tenemos muy trabajado, sino denunciarlo directamente como basura
periodística, bazofia; una ganga de larga tradición en el franquismo.
Parece
como si los grandes manipuladores de los medios de comunicación
hubieran decidido que Podemos no debería existir. (...)
Vamos a vivir la más sucia de las campañas. Llegó la hora de los caimanes." (La hora de los caimanes, de Gregorio Morán, La Vanguardia, en Caffe Reggio, 14/05/16)
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