"Se está gestando la tormenta perfecta en el mundo de los fondos de pensiones privados. (...)
Algunos fondos de pensiones que se ocupan de las prestaciones de jubilación para colectivos de trabajadores específicos empiezan a presentar solicitudes para recortar los beneficios de sus partícipes.(...)
Entre la crisis financiera mundial y el entorno de tipos
de interés actual es sólo cuestión de tiempo esperar que se tomen
medidas encaminadas a permitir que estos planes de pensiones reduzcan
las prestaciones ante su insolvencia. Es en este escenario en el que hay
que entender una dinámica preocupante que se está observando en los mercados laborales de distintos países.
Muchos trabajadores deberían estar disfrutando de la jubilación, pero la situación les obliga y, sobretodo, les obligará, a continuar en el mercado laboral para complementar sus menguantes pensiones futuras, por debajo de lo inicialmente esperado.
Diariamente los medios de comunicación patrios, los mismos
que exigen reformas estructurales y alaban la reforma del mercado
laboral, nos avisan de la insostenibilidad de las pensiones públicas. El
agujero de nuestra Seguridad Social es cada día mayor, en un contexto
de descensos salariales, empleo precario y bonificaciones a las
cotizaciones. (...)
Sin embargo, no les quepa ninguna duda que en muchos países de nuestro
entorno veremos mucho antes el colapso de los esquemas de pensiones
privados. La solución a los problemas de la economía global acabará reforzando los sistemas de reparto.
En el origen de todo, como siempre, las falsedades de los modelos neoclásicos.
La hipótesis de partida de la ortodoxia neoclásica era que la
transición desde un sistema público de reparto a otro completamente
financiado, público o privado, tendría un efecto positivo real de dotar a
las generaciones futuras de un mayor capital y un producto per cápita
más alto, ya que debería producir un aumento del ahorro agregado y del
stock de capital, lo que permitirá preparar a la economía para afrontar
desarrollos demográficos futuros.
En el corazón de este razonamiento se
encuentra la causalidad neoclásica de que “el ahorro genera inversión”, frente al punto de vista postkeynesiano donde “es la inversión la que genera ahorro”.
La evidencia empírica –basta analizar la actual crisis sistémica-
valida la hipótesis postkeynesiana, rechazando la causalidad neoclásica. (...)
Las implicaciones económicas de las políticas que se están aplicando, en definitiva, no sólo no resuelven el problema planteado por tener una gran cohorte de jubilados, sino que lo agravan, al ser deflacionistas y retardar en realidad la acumulación de capital.
Si no fuera por las consecuencias trágicas que acaban generando, los
economistas neoclásicos producirían risa. El problema es que al final la
aplicación de sus recetas acaba helando nuestra sonrisa. (...)
Los problemas asociados al actual sistema de pensiones público de reparto, y que se deberían atacar, son otros: el estancamiento del crecimiento de los salarios, la desigual distribución de la renta, la ausencia de inversión productiva y la caída de la productividad.
Remediar el estancamiento de los salarios y la desigualdad salarial,
unido a un crecimiento de la inversión en capital y desarrollo y, por
ende, de la productividad, son las partes intrínsecas que permitirían
solucionar los problemas de las pensiones públicas bajo el sistema de
reparto, sin necesidad de acudir a sistemas financiados y a sus efectos
perversos.
Por lo demás, veremos cómo en el ínterin caerán multitud de fondos de pensiones privados de colectivos de trabajadores. En definitiva, el enésimo error a costa de la ciudadanía." (Juan Laborda, Vox Populi, 23/04/16)
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