30.9.16

¿Cómo es posible que un personaje tan lamentables como Trump consiga una audiencia tan considerable entre los electores estadounidenses que, obviamente, no pueden estar todos lobotomizados? Porque rechaza los recortes neoliberales en materia de seguridad social, los tratados de la globalización y quiere aumentar significativamente los impuestos a los corredores de Wall Street

"(...) Hay que entender que, desde la crisis financiera de 2008 (de la que aún no hemos salido), ya nada es igual en ninguna parte. Los ciudadanos están profundamente desencantados. La propia democracia, como modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido sacudidos hasta las raíces.

 En Europa, por ejemplo, se han multiplicado los terremotos electorales (entre ellos, el brexit). Los grandes partidos tradicionales están en crisis. Y en todas partes percibimos subidas de formaciones de extrema derecha (en Francia, en Austria y en los países nórdicos) o de partidos antisistema y anticorrupción (Italia, España). 

El paisaje político aparece radicalmente transformado.
Ese fenómeno ha llegado a Estados Unidos, un país que ya conoció, en 2010, una ola populista devastadora, encarnada entonces por el Tea Party. La irrupción del multimillonario Donald Trump en la carrera por la Casa Blanca prolonga aquello y constituye una revolución electoral que ningún analista supo prever. (...)

Para muchos electores irritados por lo “políticamente correcto”, que creen que ya no se puede decir lo que se piensa so pena de ser acusado de racista, la “palabra libre” de Trump sobre los latinos, los inmigrantes o los musulmanes es percibida como un auténtico desahogo.

A ese respecto, el candidato republicano ha sabido interpretar lo que podríamos llamar la “rebelión de las bases”. Mejor que nadie, percibió la fractura cada vez más amplia entre las elites políticas, económicas, intelectuales y mediáticas, por una parte, y la base del electorado conservador, por la otra. 

Su discurso violentamente anti-Washington y anti-Wall Street sedujo, en particular, a los electores blancos, poco cultos y empobrecidos por los efectos de la globalización económica. (...)

Los medios de comunicación han dado gran difusión a algunas de sus declaraciones y propuestas más odiosas, patafísicas o “ubuescas”. Recordemos, por ejemplo, su afirmación de que todos los inmigrantes ilegales mexicanos son “corruptos, delincuentes y violadores”. 

O su proyecto de expulsar a los 11 millones de inmigrantes ilegales latinos a quienes quiere meter en autobuses y expulsar del país, mandándoles a México. O su propuesta, inspirada en Juego de Tronos, de construir un muro fronterizo de 3.145 kilómetros a lo largo de valles, montañas y desiertos, para impedir la entrada de inmigrantes latinoamericanos y cuyo presupuesto de 21.000 millones de dólares sería financiado por el Gobierno de México. 

(...) la principal pregunta que mucha gente se plantea es: ¿cómo es posible que un personaje con tan lamentables ideas consiga una audiencia tan considerable entre los electores estadounidenses que, obviamente, no pueden estar todos lobotomizados? Algo no cuadra. Para responder a esa pregunta ha habido que hendir la muralla informativa y analizar más de cerca el programa completo del candidato republicano y descubrir qué otros puntos fundamentales defiende, silenciados por los grandes medios. Éstos no le perdonan, en primer lugar, que ataque de frente al poder mediático.

 Le reprochan que constantemente anime al público en sus mítines a abuchear a los “deshonestos” medios. (...)

Otra razón por la que los grandes medios de comunicación atacan a Trump es porque denuncia la globalización económica, convencido de que ésta ha acabado con la clase media. Según él, la economía globalizada está fallando cada vez a más gente, y recuerda que, en los últimos quince años, en Estados Unidos, más de 60.000 fábricas tuvieron que cerrar y casi cinco millones de empleos industriales bien remunerados desaparecieron. 

Es un ferviente proteccionista. Propone aumentar las tasas sobre todos los productos importados. “Vamos a recuperar el control del país, haremos que Estados Unidos vuelva a ser un gran país”, suele afirmar, retomando su eslogan de campaña.

Partidario del brexit, Donald Trump ha desvelado que, si llega a ser presidente, tratará de sacar a EEUU del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés). También arremetió contra el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), y aseguró que, de alcanzar la Presidencia, sacará al país del mismo: “El TPP sería un golpe mortal para la industria manufacturera de Estados Unidos”.

En regiones como el rust belt, el “cinturón de óxido” del noreste, donde las deslocalizaciones y el cierre de fábricas manufactureras han dejado altos niveles de desempleo y de pobreza, este mensaje de Trump está calando hondo. Así como su rechazo de los recortes neoliberales en materia de seguridad social. 

Muchos electores republicanos, víctimas de la crisis económica del 2008 o que tienen más de 65 años, necesitan beneficiarse de la Social Security (jubilación) y del Medicare (seguro sanitario) que desarrolló el presidente Barack Obama y que otros líderes republicanos desean suprimir.

 Trump ha prometido no tocar estos avances sociales, bajar el precio de los medicamentos, ayudar a resolver los problemas de los “sin techo”, reformar la fiscalidad de los pequeños contribuyentes y suprimir el impuesto federal que afecta a 73 millones de hogares modestos.

Contra la arrogancia de Wall Street, Trump propone aumentar significativamente los impuestos de los corredores de hedge funds que ganan fortunas y apoya el restablecimiento de la Ley Glass-Steagall. Aprobada en 1933, en plena Depresión, esta ley separó la banca tradicional de la banca de inversiones con el objetivo de evitar que la primera pudiera hacer inversiones de alto riesgo. 

Obviamente, todo el sector financiero se opone absolutamente al restablecimiento de esta medida.
En política internacional, Trump quiere establecer una alianza con Rusia para combatir con eficacia a la Organización del Estado Islámico (OEI o ISIS por sus siglas en inglés).

Aunque para ello Washington tenga que reconocer la anexión de Crimea por Moscú. También, contrariamente a muchos líderes de su partido, ha declarado aprobar el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

Todas estas propuestas no invalidan en absoluto las inaceptables y odiosas declaraciones del candidato republicano difundidas a bombo y platillo por los grandes medios de comunicación dominantes. Pero sí explican mejor el porqué de su éxito en amplios sectores del electorado estadounidense."             (Ignacio Ramonet, Le Monde Diplomatique Nº: 251 Septiembre 2016, en Attac España, 09/09/16)

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