"(...) El comercio internacional se ha estancado, una circunstancia
especialmente desfavorable para la economía española dado el peso de
las exportaciones en la recuperación. Los intercambios se resienten de
la recesión que padecen varios países de América latina y del
enfriamiento de la economía china, en pleno proceso de reestructuración y
lastrada por la acumulación de créditos irrecuperables.
Los datos
publicados esta semana sobre el sector exportador reflejan estas
tendencias. En julio pasado, el volumen de exportaciones se contrajo en
7,6% con respecto a un año antes. En general, los organismos
internacionales consideran poco probable que la economía mundial
recupere las tasas de crecimiento observadas antes de la crisis del
2008.
Los analistas también prevén un encarecimiento progresivo
del petróleo y de otras materias primas. Este proceso ya ha empezado a
producirse y explica el ligero repunte de la inflación. El suplemento de
renta generado por un petróleo barato se está agotando y se espera que
llegue a su fin en 2017.
La economía europea muestras signos inquietantes de anemia y
la OCDE, en sus últimas previsiones, espera una reducción de la tasa de
crecimiento.
La incapacidad para responder a la decisión del pueblo
británico de salir de la Unión Europea y la situación preocupante de la
banca italiana han creado nuevas turbulencias. (...)
También existen factores internos de desaceleración. Los efectos de la
reducción de impuestos sobre el crecimiento del consumo de los hogares
se han agotado. Se espera un endurecimiento en el impuesto de
sociedades, imprescindible para evitar un nuevo incumplimiento de los
objetivos de déficit pactados con Bruselas para este año.
Y se vaticina
una fuerte desaceleración del consumo público, así como de las
inversiones en infraestructuras como consecuencia de la situación
presupuestaria y de la probable prórroga de los presupuestos, fruto del
bloqueo político. (...)" (Raymond Torres, El País, 23/09/16)
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