"Anoto esta reflexión del escritor vienés en su libro Castelio contra Calvino
dada su vigencia en el contexto actual. Hoy se está induciendo a las
generaciones jóvenes a asumir, como si fuera una ley inexorable de la
naturaleza, que vivirán peor que la generación de sus padres.
Y, en
concreto, que no tendrán pensiones en el futuro. En efecto, agoreros de
distinto signo, pelaje y condición (aunque con el común denominador de
nutrirse todos en el mismo pesebre) anuncian, un día sí y otro también,
el gran colapso del sistema público de pensiones en 2050. (...)
Porque si, tal como sugieren estos lúgubres predictores basándose en las
proyecciones demográficas, el problema va a ser de escasez de población
activa en 2050, al faltar trabajadores no sólo entrarán en crisis las
pensiones públicas, sino también las privadas. (...)
Ante una crisis demográfica, las pensiones no serían más que una parte
del problema. Porque, si faltan trabajadores, tampoco será posible
atender las redes viarias, los aeropuertos, los hospitales o los centros
de enseñanza. Apenas habrá maestras, médicos o enfermeros. Disminuirá
asimismo el número de jóvenes vigorosos aptos para nutrir los cuerpos
militares, policiales y de emergencia, que mantienen el Orden Público,
la Defensa Nacional y la Protección Civil frente a incendios y otras
catástrofes. Cuerpos que se quedarán en cuadro ante la falta de
bomberos, policías y soldados de tierra, mar y aire.
Esa escasez de fuerza laboral no sólo afectará al sector público. Pues ¿de dónde va a salir la mano de obra que asegure el pleno funcionamiento de las fábricas, oficinas y comercios? Sin embargo, esta debacle general de la producción no parece inquietar a estas Casandras de vía estrecha. Lo que hace sospechar que, cuando únicamente se muestran preocupados por el futuro de las pensiones, exigiendo privatizar las pensiones, mienten con el mayor de los descaros.
Porque los datos estadísticos más recientes desmontan la leyenda que se está creando sobre la inviabilidad del sistema público de pensiones. Las cifras demuestran, por ejemplo, que en España hay menos personas mayores que en las principales economías de la UE y se gasta menos en pagar pensiones. Nuestro país, ocupa el séptimo lugar con mayor población de más de 65 años, pero llega al decimoquinto en gasto de pensiones.
Lo malo de todo este asunto es que la opinión pública ha aceptado ciertas extrañas convenciones. La primera de ellas, la de que todos los gastos del Estado —como las carreteras, por las que circulan tanto los trabajadores como los empresarios, banqueros y otras gentes de buen vivir— se costean con cargo a los impuestos generales.
Esa escasez de fuerza laboral no sólo afectará al sector público. Pues ¿de dónde va a salir la mano de obra que asegure el pleno funcionamiento de las fábricas, oficinas y comercios? Sin embargo, esta debacle general de la producción no parece inquietar a estas Casandras de vía estrecha. Lo que hace sospechar que, cuando únicamente se muestran preocupados por el futuro de las pensiones, exigiendo privatizar las pensiones, mienten con el mayor de los descaros.
Porque los datos estadísticos más recientes desmontan la leyenda que se está creando sobre la inviabilidad del sistema público de pensiones. Las cifras demuestran, por ejemplo, que en España hay menos personas mayores que en las principales economías de la UE y se gasta menos en pagar pensiones. Nuestro país, ocupa el séptimo lugar con mayor población de más de 65 años, pero llega al decimoquinto en gasto de pensiones.
Lo malo de todo este asunto es que la opinión pública ha aceptado ciertas extrañas convenciones. La primera de ellas, la de que todos los gastos del Estado —como las carreteras, por las que circulan tanto los trabajadores como los empresarios, banqueros y otras gentes de buen vivir— se costean con cargo a los impuestos generales.
Un
dinero que, casi en su totalidad, procede de las rentas del trabajo y
del consumo de los trabajadores y sus familias, que componen la mayoría
de la población. Otra convención ha establecido que las pensiones
públicas han de ser sufragadas únicamente por el bolsillo de los
trabajadores a través de sus cotizaciones. (...)
De tales extraños convencionalismos se deriva una realidad perversa: los
asalariados sufragan el coste de las Fuerzas del Orden que protegen la
Seguridad de la Propiedad Privada —cuya porción más sustanciosa se
acumula en pocas manos— mientras que los más adinerados no contribuyen a
proteger la Seguridad Social de quienes dedican lo mejor de su vida a
construir la fortuna de los ricos.
Necesitamos sanear estas
convenciones sociales con visiones más saludables. Por ejemplo, la del
economista Ravi Batra, que entiende que un fuerte sistema defensivo
estatal debe servir para proteger la vida, la libertad y las propiedades
de las personas frente a enemigos exteriores. O expresado de otra
manera: el mantenimiento de unas fuerzas armadas beneficia al individuo
en esos tres aspectos principales.
Por tanto, razona Batra, “Es un principio tributario tradicional que los impuestos que uno paga deben guardar proporción con los beneficios que recibe. Dado que todos valoramos en igual medida nuestra vida y nuestra libertad, pero no somos iguales desde el punto de vista de las riquezas que poseemos, lógicamente los ricos deberían soportar al menos la tercera parte del gasto militar.
Por tanto, razona Batra, “Es un principio tributario tradicional que los impuestos que uno paga deben guardar proporción con los beneficios que recibe. Dado que todos valoramos en igual medida nuestra vida y nuestra libertad, pero no somos iguales desde el punto de vista de las riquezas que poseemos, lógicamente los ricos deberían soportar al menos la tercera parte del gasto militar.
O dicho con otras palabras: si el gasto de defensa
proporciona tres beneficios principales, a saber, la protección de la
vida, de la libertad y de la propiedad, la tercera parte de dicho gasto
debe ser soportada por los dueños de las propiedades”. (...)
El sistema público de pensiones no está amenazado por la demografía,
sino precisamente por el hecho de que sus fuentes de ingreso provengan
únicamente de las cotizaciones de las personas laboralmente empleadas
cuyo número disminuye día a día. Cada vez hay menos empleo, y gran parte
del mismo se desarrola en condiciones de precariedad. A peores
salarios, peores cotizaciones a la Seguridad Social.
Por circunstancias tecnológicas y socioeconómicas, el volumen global de empleo disponible en el sistema productivo de un país desarrollado es decreciente. Es un hecho innegable que, a medida que avanza el progreso tecnológico se produce una avería en el artefacto social del empleo. (...)
Por circunstancias tecnológicas y socioeconómicas, el volumen global de empleo disponible en el sistema productivo de un país desarrollado es decreciente. Es un hecho innegable que, a medida que avanza el progreso tecnológico se produce una avería en el artefacto social del empleo. (...)
a causa de la automatización, se perderán unos siete millones de empleos
"de oficina". El estudio predice el desarrollo en las áreas de
inteligencia artificial, robótica, nanotecnología e impresión 3D.
Es preciso, por tanto, lograr que las empresas coticen también por los puestos de trabajo automatizados y robotizados. Junto a las fábricas que emplean robots en la producción en lugar de empleados humanos, deben cotizar también los autoservicios: hipermercados, gasolineras y cajeros automáticos.
Es preciso, por tanto, lograr que las empresas coticen también por los puestos de trabajo automatizados y robotizados. Junto a las fábricas que emplean robots en la producción en lugar de empleados humanos, deben cotizar también los autoservicios: hipermercados, gasolineras y cajeros automáticos.
Todo ello requiere una gran
movilización social que exija reformas socioeconómicas en este sentido.
Mientras tanto, hay algo que los pensionistas con buena salud, sin
obligaciones laborales ni temor a ser despedidos por afiliarse a un
sindicato, deberían movilizarse para defender sus pensiones
reivindicando la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Lo que
beneficiaría tanto a los jóvenes como a la caja de la Seguridad Social.
¿Os acordáis del lema: "no soy ecologista, soy egoísta"? Pues apliquémonos el cuento." (Ciudadano Pérez , Blog del autor: http://carnetdeparo.blogspot.com , en Rebelión, 26/09/16)
¿Os acordáis del lema: "no soy ecologista, soy egoísta"? Pues apliquémonos el cuento." (Ciudadano Pérez , Blog del autor: http://carnetdeparo.blogspot.com , en Rebelión, 26/09/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario