26.9.16

Lo básico para España es que no gobierne el Partido Popular, y la forma en que se consiga debiera ser lo de menos, por razones de higiene democrática.

"(...) lo básico para España es que no gobierne el Partido Popular, y la forma en que se consiga debiera ser lo de menos, por razones de higiene democrática. (...)

“...La legislatura del PP ha sido un desastre para España porque:

ha conseguido deslegitimar las instituciones básicas del Estado (el papel del legislativo que ha asumido el ejecutivo mediante el decreto-ley, la institución del Defensor del Pueblo, el Tribunal de Cuentas, y sobre todo el Tribunal Constitucional que ha bendecido la acción gubernamental a costa de revisar la doctrina constitucional de décadas por razón de un supuesto estado permanente de excepción provocado por la crisis económica);

han dado lugar con su gestión pública, a que hoy el problema de la corrupción política sea considerado uno de los más graves de la sociedad española, siendo un cáncer que se ha extendido por la mayor parte de las estructuras del PP en todos los niveles de responsabilidad política, como acreditan los innumerables procesos judiciales y políticos desarrollados en el pasado más reciente y en la actualidad.

ha logrado debilitar al máximo los servicios y prestaciones esenciales del Estado de Bienestar (sanidad, educación, dependencia, Seguridad Social, servicios sociales, atención al desempleo);

se ha ido reduciendo el tamaño de lo público al transferir la responsabilidad en la prestación de servicios esenciales a la iniciativa privada, que ha logrado introducir los valores del mercado en la atención de las necesidades básicas ciudadanas.

ha logrado degradar las libertades básicas ciudadanas (por la vía, entre otras, de los obstáculos al acceso a la Justicia, el Código Penal o la Ley de Seguridad Ciudadana, entre otras leyes en materia de seguridad, y el empeño de la Fiscalía y las instrucciones a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado);

ha empobrecido extraordinariamente a la población española alcanzando altos niveles de desigualdad y de falta de cohesión social (se ha retrocedido muchos años en estanmateria siendo España hoy uno de los países en donde ha crecido más la desigualdad para convertirnos en uno de los más injustos en el reparto de la renta y riqueza);

ha distribuido injustamente los recursos públicos a favor de los intereses económicos dominantes a costa de la población trabajadora y más humilde (con un sistema fiscal injusto, en el que se recortan prestaciones básicas a cambio de amnistías fiscales a favor de los más pudientes o de la inyección de recursos a las instituciones financieras);

se ha pervertido el sentido del trabajo, para convertirlo en una acción que solo conduce a la precariedad, la temporalidad y la insuficiencia de recursos, gracias a las sucesivas reformas laborales decretadas a favor del empresario y en contra del trabajador, y de la nefasta política de devaluación interna salarial promovida por el Gobierno siguiendo órdenes de la troika y de los estamentos financieros internacionales, aunque algunos muestren ahora signos de arrepentimiento (el FMI, por ejemplo);

después de años de constantes medidas no se ha mejorado el grave problema de desempleo existente en España, ni se ha impulsado el empleo de calidad, digno y con derechos, sino que uno y otro se han deteriorado enormemente;

se ha menospreciado el Diálogo Social y se ha debilitado la participación ciudadana en la vida política, económica, cultural y social (ignorando la función constitucional de las organizaciones que representan intereses colectivos, particularmente, de los sindicatos, a los que se ha perseguido con el Código Penal en la mano por defender los intereses y derechos que les son propios);

ha logrado (...) arrinconar a la Administración local (invocando, entre otros, la unidad de mercado, la sostenibilidad financiera y la estabilidad presupuestaria); (...)

no ha dado paso alguno en la construcción de un nuevo modelo productivo basado en la calidad y productividad, despreciando las oportunidades que ha dado, entre otros factores, la contención en el precio de materias primas y combustibles, la política expansiva del Banco Europeo, o la depreciación del euro frente al dólar. Por el contrario, sigue sin control adecuado el déficit público, y se ha disparado la deuda pública hasta extremos preocupantes para nosotros y las generaciones venideras; (...)

se ha doblegado a las imposiciones de instituciones financieras internacionales y de la Unión Europea, que son las que han orientado las decisiones del Consejo de Ministros durante la legislatura....”

 (...) Todo ha ido a peor. Ha sido el año de la burla permanente a la Constitución, a las instituciones, a la ciudadanía. (...)

El hedor es insoportable, por lo menos para quienes tenemos una determinada convicción sobre las exigencias de la ética pública y privada, y somos muchos. Esto es sencillamente intolerable.

En estas circunstancias, mi opinión es que ni 100, ni 130, ni 150, ni 175 diputados del Partido Popular deberían justificar la abstención socialista, ni el apoyo o abstención de ninguna otra fuerza política que no quiera mancharse como cómplice o encubridor de la mala gestión popular y de la corrupción política.

 El mal de España se llama Partido Popular. No puede haber otro objetivo más justo y necesario que mandarles a la oposición muchos años y exigir una total y completa renovación de sus estructuras, líderes y políticas. 

Si empleáramos nuevamente un símil médico, el Partido Popular sería el cáncer que se ha venido extendiendo y que es necesario tratar sin dilación. Algunos parecen preocuparse de que el aspecto externo del enfermo sea el más aparente posible, obviando que la enfermedad se extiende por dentro sin remedio. (...)"                (Jose Luis Aramburu Godinez  , Sin Permiso, 16/09/2016)

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