26.10.16

El saqueo alemán de Grecia sigue... ahora todos los aeropuertos rentables.

"(...) La confiscación de los aeropuertos regionales del país y del antiguo aeropuerto Hellenikon dan una idea de la envergadura del robo que está teniendo lugar. La cesión de catorce aeropuertos regionales –Salónica, Corfú, Zante, Aktion, Kavala, La Canea, Rodas, Cos, Santorini, Miconos, Scíathos y Samos– es casi completa, a pesar de un significativo movimiento de protesta en las comunidades locales y de la naturaleza ilegal de la cesión.

Desde el comienzo hay un gran número de problemas jurídicos. Según la constitución griega es ilegal ceder estos aeropuertos públicos. Hay también un conflicto de intereses potencial, porque Lufthansa (que pertenece al Estado alemán) es un asesor técnico del sector público griego y es también partícipe del consorcio al que los aeropuertos están siendo cedidos, violando las normas internacionales y de la UE sobre transparencia, imparcialidad y libre competencia.

Además, la sección económica del acuerdo es escandalosa. El consorcio hará un pago único al Estado griego de 1 234 millones de euros, lo que corresponde a tres años del ingreso neto que recibe el Estado griego de los aeropuertos. 

Si se descuentan los 520 millones de euros que elNational Strategic Reference Framework (NSRF) ha destinado a las obras de Salónica y La Canea que el Estado tenía que pagar, la suma se reduce entonces a 714 millones. 

La renta anual que paga Fraport por los 14 aeropuertos es de 23 millones de euros, lo que equivale a la facturación anual solo del aeropuerto estatal de Corfú.

En los cuarenta años de duración del contrato, el consorcio ganará 22 000 millones de euros y devolverá al Estado griego 3 850 millones de euros. Si la cesión de estos aeropuertos económicamente sólidos sigue adelante, puesto que sufragan otros 18 aeropuertos más débiles económicamente, el Estado se verá obligado a mantener a estos 18 aeropuertos, o a cerrarlos, con trágicas consecuencias para las comunidades locales, particularmente en las islas.

Otro tema igualmente grave es el control de la aviación y del sector turístico por el capital alemán. Teniendo en cuenta la enorme concesión del aeropuerto de Atenas a la constructora Hochtief, el Estado griego perderá la capacidad de planificación del transporte aéreo (de servicio a comunidades locales, refuerzo político de regiones específicas, desarrollo turístico, etc.), siendo ello un pilar central de la capacidad del país para estructurar su economía.

La Federación de Asociaciones de la Hellenic Civil Aviation Authority ha presentado un plan de desarrollo para modernizar los aeropuertos y aumentar los ingresos que se generan. Su informe es devastador: los bienes públicos están siendo literalmente regalados cuando existe una alternativa viable. Pero incluso si el precio fuera ventajoso, no se deben hacer concesiones. Un Estado sin bienes pierde su soberanía. Se convierte en un protectorado, como lo es hoy Grecia.

En el caso de los bienes inmuebles públicos del antiguo aeropuerto Hellenikon y la playa de Agios Kosmas, hay serios problemas legales y de orden constitucional que le fueron señalados, mediante una comunicación no judicial, al primer ministro Tsipras y al ministro de finanzas Tsakalotos por cuarenta ciudadanos encabezados por Manolis Glezos y por el miembro del parlamento europeo, Nikos Chountis. 

La supuesta “inversión” en Hellenikon supone la confiscación de más de seis millones de metros cuadrados de terreno público de inmenso valor ecológico y económico, con procedimientos inconstitucionales y probablemente ilegales.

El Fiscal del Estado para Delitos Económicos, Ioannis Dragatsis, ha iniciado investigaciones sobre el bajo precio por el que estas concesiones fueron obtenidas y el Comité de Peticiones está examinando un informe sobre las violaciones de la ley europea. La sociedad de inversión elegida, Lamda Development, ha adquirido derechos sobre el suelo durante 99 años y el 30 % de la plena e indivisa posesión y propiedad. Esta es una patente apropiación de propiedad pública.

Según el plan Norman Foster complementario al contrato, en Hellenikon se creará una nueva ciudad privada cerrada de 27 000 habitantes, que abarcará entre 3 y 3,6 millones de metros cuadrados. Entre sus usos habrá diferentes tipos de complejos residenciales, instalaciones turísticas, un casino con instalaciones complementarias, edificios de oficinas, zonas de comercios al por menor, complejos universitarios privados y otros edificios con fines educativos, culturales, y deportivos.

 Esta ciudad autorreferente ofrece una amplia gama de servicios, pero aísla a los que viven allí y opera de forma antagónica respecto de las zonas vecinas con centros económicos activos en los municipios próximos, creando nuevas zonas amplias de espacios de oficinas, comercios, etc. Es de hecho una ciudad privada, con servicios públicos y funciones de uso común financiadas por el Estado griego.

La ciudad es también un desastre ecológico en potencia. La cuenca de Ática, ya saturada por estructuras humanas, necesita adaptarse al cambio climático, no desarrollarse más y ya se ha generado una burbuja inmobiliaria en la costa y otros municipios vecinos. 

En virtud de algunos de sus rasgos económicamente beneficiosos, la nueva ciudad privada atraerá a consumidores de la población residente en los municipios vecinos y de toda la cuenca, dañando aún más la ya encogida actividad económica de Ática.

 Los nuevos edificios de oficinas, los centros comerciales y otras tiendas del eje de la avenida Vouliagmenis, junto con la construcción de centros residenciales del plan Foster, inundarán el mercado inmobiliario actual y puede llevar a las empresas existentes a la quiebra.

Se crearán nuevos empleos, mal remunerados e inseguros, sobre las ruinas de pequeñas y medianas empresas constructoras, comerciales y turísticas, trabajos por cuenta ajena y por cuenta propia e ingresos complementarios del alquiler.

Una gran zona de construcción estará en funcionamiento durante décadas, creando un lastre permanente tanto para las funciones de la ciudad como para la vida de los residentes, por no mencionar al sector turístico. El terreno del Ática será aplastado bajo una enorme capa de cemento.

La apropiación de Hellenikon está teniendo lugar en nombre del pago de la deuda pública, pero muy poco dinero acaba en el agujero negro de los 321 000 millones de euros. Según los expertos de la Cámara Técnica, el valor de inversión de Hellenikon es de 3 000 millones de euros, pero solo se desembolsan 576 millones a su valor actual. 

Según dos recientes informes encargados al Fiscal del Estado para Delitos Económicos, Ioannis Dragatsis, el valor actual de Hellenikon es cuatro veces más alto que la suma pagada y el precio al valor actual que ha de pagar la compañía inversora es al menos dos veces y media más bajo, sobre la base del valor actual de Hellenikon.

En cualquier caso, la magra suma adquirida irá destinada a pagar la deuda. Pero se exigirá al gobierno griego que pague directamente 134 millones de euros para la reubicación de los servicios públicos alojados en Hellenikon, así como el coste de soterrar la avenida Poseidonos y que, desde el primer día de la creación de la nueva ciudad, lleve a cabo la operación y mantenimiento de espacios abiertos y el parque, los proyectos de planificación pública e infraestructuras, edificios comunes y servicios por medio de la institución de un cuerpo administrativo especial.

 Los movimientos que luchan contra cada caso concreto de confiscación –en particular, cuando afecta a los bienes y servicios básicos del Estado– afrontan unos desafíos enormes. Entre sus oponentes se incluyen las “instituciones” europeas que imponen las políticas neoliberales, el gobierno de Syriza-ANEL, la oposición y la oligarquía nacional. (...)"                (Eleni Portaliou , Viento Sur, en Rebelión, 25/10/16)

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