"UN antológico cinismo socialdemócrata (...) asegura que el
Psoe ha logrado sacar a España del bloqueo.
Comprendo la necesidad socialdemócrata de recomponer la figura, pero
el Psoe aún no ha hecho nada explícito por España. Todos sus trabajos,
en este año de la basura, han estado orientados a sí mismo, en un
proceso narcisista, acomplejado y finalmente autodestructivo. La
abstención ante Mariano Rajoy es el último capítulo del proceso. Y tal
vez el primero de su regeneración.
Si logra mantener la unidad, desde
luego, porque sería inconcebible que después de un año de bloqueo los
diputados socialistas fueran incapaces de mantener una postura común
ante la investidura. Inconcebible, y la prueba de que en el Psoe hay dos
partidos.
Sin embargo, la irresponsable pasividad del Psoe ante la situación
española no quiere decir que su problema interno sea otra cosa que un
reflejo. Se demuestra de nuevo que es el partido que más se parece a
España: su división es la división española provocada por cuarenta años
de incesante nacionalismo.
Socialistas catalanes, navarros y vascos han
promovido, al ritmo de Iceta, el líbranos señor de Rajoy. Pero sus
histéricos dramitas apenas convencen a nadie. La penosa situación
electoral que viven en sus territorios los ha ido sumiendo en un
desconcierto táctico, estratégico, ideológico y político, del que el Psc
es la referencia modélica.
El desconcierto ha acabado por llegar al
comité federal; pero este organismo no es suficiente para abordarlo. La
cuestión irremediable es que los habituales votantes de la izquierda
están divididos entre los que plantean una revisión del sujeto de
soberanía y los que se niegan a ello; entre los que aceptarían
referéndums de autodeterminación y los que no.
Esa división que hasta la
crisis catalana solo afectaba a la ultraizquierda ha llegado al Psoe: y
no hay Declaración de Granada que pueda suturarla.
De ahí que tampoco sea tan mala cosa que los socialistas sigan en su
ensimismamiento, pues España tiene un serio problema que es el Psoe y
viceversa. (...)" (Arcadi Espada, El Mundo, 25/10/16)
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