7.12.16

Hace 5 años advertí del riesgo de una presidencia de Trump. Vengo de Italia, así que ya había visto esta película con Berlusconi. La de desatar una reacción en la izquierda que generase simpatía en los electores moderados

"Hace cinco años, advertí acerca del riesgo de una presidencia de Donald Trump. La mayoría se rio. Creyeron que era algo inconcebible.

No se debió a ningún poder de clarividencia en particular. Vengo de Italia, así que ya había visto esta película con Silvio Berlusconi, el primer ministro que encabezó el gobierno italiano por un total de nueve años entre 1994 y 2011, como protagonista. Sabía bien cómo se desenvolvería la trama.

Ahora que Trump es presidente, analizar las similitudes con Berlusconi podría ofrecer una importante lección para saber cómo evitar que una victoria que se alcanzó con una diferencia mínima se transforme en un percance de dos décadas. 

Si alguien cree que los límites del mandato presidencial y la edad de Trump podrían salvar al país de ese destino, más vale que lo piense bien. El mandato del nuevo presidente podría convertirse con toda facilidad en la dinastía Trump.

La principal razón por la cual Berlusconi logró mantenerse en el poder en Italia por un periodo tan largo fue la incompetencia de la oposición. Se obsesionaron con tal saña con su personalidad que, en esencia, desapareció el debate político; se concentraron tan solo en ataques personales, cuyo único efecto fue aumentar la popularidad de Berlusconi. 

Su secreto fue tener la habilidad de desatar una reacción en sus oponentes de izquierda que generaba una simpatía instántanea en la mayoría de los electores moderados. Trump no es diferente.

 Ya vimos esta dinámica durante la campaña presidencial. Hillary Clinton se concentró tanto en explicar cuán malo era Trump que muchas veces no promovió sus propias ideas, no dio razones positivas por las cuales votar por ella. Los medios se dedicaron con tanto empeño a ridiculizar el comportamiento de Trump que solo consiguieron darle publicidad gratuita. (...)

La experiencia italiana nos muestra cómo es posible vencer a Trump. Solo dos hombres en Italia han ganado una competencia electoral contra Berlusconi: Romano Prodi y el primer ministro actual, Matteo Renzi (aunque solo en una elección europea en 2014). Ambos trataron a Berlusconi como a un oponente ordinario. Se concentraron en los problemas, no en su carácter. 

Aunque de distintas maneras, a ambos se les consideraba como outsiders, no formaban parte de la casta política de Italia.
El Partido Demócrata debería aprender la lección. Debería evitar lo que hicieron los republicanos después de que el presidente Obama asumió al poder. La oposición preconcebida a cualquiera de sus iniciativas no solo envenenó el pozo de Washington, sino que enardeció la reacción en contra de la clase gobernate (aunque fue una estrategia electoral exitosa para el partido).

 Hay muchas propuestas de Trump con las que pueden estar de acuerdo los demócratas, como las nuevas inversiones en infraestructura. La mayoría de los demócratas, incluidos políticos como Hillary Clinton y Bernie Sanders, y economistas como Lawrence Summers y Paul Krugman, han respaldado la idea de que la infraestructura puede hacer que aumente la demanda y también el número de empleos entre los trabajadores sin estudios universitarios. 

Quizá algunos detalles difieran del plan republicano, pero la oposición demócrata ganará credibilidad si intenta encontrar los puntos que tienen en común en vez de enfrascarse en las diferencias.

Además, si la oposición se concentra en la personalidad, coronaría a Trump como el líder del pueblo en la lucha contra la casta de Washington. También debilitaría la voz de la oposición en temas problemáticos, donde es importante sostener una batalla de principios.

Los demócratas también deberían ofrecer a Trump ayuda para combatir el grupo en el poder dentro del Partido Republicano, una oferta que revelaría si su populismo es discurso hueco o una posición real. Por ejemplo, con el apoyo de Trump, la plataforma republicana solicitó que se volviera a instituir la Ley Glass-Steagall, la cual separaría la banca de inversión de la banca comercial. Los demócratas deberían declarar que apoyan esta separación, una política a la que se oponen muchos republicanos.

 Lo último que quieren es que Trump use a la clase dominante republicana para ocultar sus propias fallas y haga caer sobre sus hombros la responsabilidad de bloquear las reformas populares que prometió durante la campaña y quizá nunca pretendió aprobar. Lo único que conseguirían con ello es alimentar su imagen de héroe del pueblo encadenado por las élites.

Por último, el Partido Demócrata debería encontrar un candidato creíble entre sus líderes jóvenes, alguien que no pertenezca a los brahmanes del partido. La noticia de que Chelsea Clinton piensa postularse como candidata es la peor posible. Si el Partido Demócrata se convierte en una monarquía, ¿cómo podrá combatir las tendencias autócratas de Trump?"                (, The New York Times, en Revista de prensa, 28/11/16)

No hay comentarios: