"(...) El colapso del Partido Republicano, como con mucha perspicacia supo ver William Saletan en Slate Magazine,
se asemeja a un Estado fallido, y Trump es su señor de la guerra.
Los
Estados fallidos son aquellos en donde la autoridad central y legítima
es incapaz de asegurar la integridad y bienestar de sus ciudadanos, así
como el cumplimiento de la ley y de las prerrogativas gubernamentales.
Un Estado que no puede comportarse como tal, y que por tanto ve aparecer
en su seno una multitud de poderes menores oportunistas que arrebatan
trozos de poder al Estado, gobernándolos como sus reinos de taifas.
Lo
habitual en estas situaciones es que el Estado desaparezca dando lugar a
nuevas realidades políticas (como ocurrió en los Balcanes), que el
poder central acabe por retomar el control con el tiempo (caso de
Colombia), o que uno de los sujetos oportunistas acabe avasallando a los
demás y tome el poder central para sí (como hizo Putin en Rusia).
Este
es el caso también de Trump con el Partido Republicano (quizás por eso
él y Putin se entienden tan bien) y lo habitual cuando un señor de la
guerra toma un Estado es que repueble el gobierno con sus vasallos
leales y adeptos.
Richard B. Spencer, el brillante y peligroso líder intelectual de la
facción Radix de la Alt Right, la nueva extrema derecha americana,
comparó a Trump con la figura de Napoleón. Napoleón tomó
oportunistamente el poder cuando los elementos en conflicto de la
Revolución Francesa se destruyeron entre sí, corporeizando en su figura
una visión autoritaria de la revolución. Trump se alza de las cenizas
del Partido Republicano para corporeizar una visión más autoritaria del American Way & Dream
cuando este parece herido de muerte.
Napoleón con sus conquistas
exportó el modelo de la Revolución Francesa por toda Europa. Donald J.
Trump es ahora presidente de la primera potencia mundial en decadencia,
¿exportará con su victoria también una nueva revolución conservadora?" (Marcos Reguera, CTXT, 14/01/17)
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