"Grecia vuelve a territorio crisis. Y no es una crisis más: la llegada de Donald Trump impide a Europa volver a fallar por tercera vez.
(...) los acreedores quieren que Grecia cumpla a rajatabla lo pactado y se
comprometa a activar una nueva ronda de futuros ajustes —si son
necesarios— a cambio de concesiones. (...)
Para empezar, los acreedores quieren que el Gobierno haga los deberes ya pactados.
Reclaman una rebaja del umbral a partir del cual las familias no pagan a
Hacienda, para elevar las bases imponibles. Solicitan una mayor
liberalización energética.
Y exigen más recortes de pensiones y una
vuelta de tuerca a la reforma laboral, pese a que en solo cuatro años
Atenas ha rebajado en 12 ocasiones las pensiones y los sueldos públicos.
El Ejecutivo griego se niega a aprobar un nuevo tijeretazo en las
pensiones y apunta que no acepta “demandas irracionales”.
Pero Europa y el FMI quieren garantías adicionales:
pretenden que Tsakalotos se comprometa por adelantado a activar ajustes
automáticos, por ley, si incumple las metas fiscales. Los acreedores,
según las fuentes consultadas, apuntan a un recorte del 1% del PIB al
final del programa, y otro 1% más adelante. En total, 3.600 millones más
en un país cuya depresión recuerda a alguno de los libros de John Steinbeck.
A cambio, Europa liberará fondos, imprescindibles para que
Grecia no corra el riesgo de suspender pagos tan pronto como en julio.
El BCE incluirá los bonos griegos en su programa de compra de activos.
Y Dijsselbloem apuntó que también está sobre la mesa una posible
relajación de los objetivos fiscales, calificados como poco realistas
por el FMI.
El programa prevé que Grecia consiga un superávit fiscal primario (sin
contar el pago de intereses) del 3,5% del PIB en 2018, y siga en ese
listón a medio plazo. “Eso es algo que probablemente ningún país ha
logrado jamás”, admiten fuentes europeas.(...)
Esa relajación fiscal esconde la madre de todas las batallas: la mil veces prometida reestructuración de deuda. (...)
La solución podría ser pactar ya ese jubileo de la deuda que
se activará a partir de 2018, cuando acabe el rescate. Pero Berlín se
niega.
El capítulo actual de la crisis griega se parece
sospechosamente a los anteriores: presión por el lado europeo, amago de
crisis política en Atenas y, una vez más, una posible salida del euro en la recámara.
Pero las fuentes consultadas destacan la emergencia de un nuevo factor:
con Trump en el Despacho Oval, Europa no puede permitirse un nuevo
fiasco ni que las cuentas de la deuda no le salgan al FMI y el
directorio de la institución no arrime el hombro.
Trump dijo en campaña
que Grecia estaría mejor fuera del euro. Y su favorito para ocupar la
embajada ante la UE, Ted Malloch, asegura que sería un error que el FMI
siguiera en Grecia sin una quita de deuda sustancial. Europa, en fin, se
juega mucho en Atenas. " (El País, 10/02/17)
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