"Uno de los temas más manidos en los medios de comunicación,
especialmente en aquellos controlados por el sistema financiero -en
nuestro país, casi todos-, es el surgimiento de los populismos. Sin
embargo quienes se rasgan las vestiduras, lamentan y despotrican contra
los populistas son los responsables últimos de su ascenso. (...)
Para entender las causas del auge de los movimientos populistas es fundamental leer los últimos análisis (...) Para Montier y Pilkington el surgimiento del populismo
tiene sus raíces en las mismas fuentes que han dado lugar al denominado
"estancamiento secular".
La evidencia se amontona y cuando hurgamos la
raíz del problema nos encontramos con un sistema roto de gobernanza
económica, denominado "neoliberalismo", surgido a mediados de la década
de 1970 y que se caracterizó por cuatro políticas económicas
significativas.
En primer lugar, el abandono del pleno empleo como
objetivo político deseable y su reemplazo por objetivos de inflación.
En
segundo lugar, un aumento en la globalización de los flujos de
personas, capital, y comercio.
En tercer lugar, sin duda una de las
mayores estupideces humanas, un enfoque a nivel empresarial basado en la
maximización del valor para los accionistas en lugar de la reinversión y
el crecimiento económico.
Finalmente, la búsqueda de mercados laborales
flexibles con la disrupción de sindicatos y trabajadores.
Bajo
este marco, la visión ortodoxa sobre el estancamiento secular, tal como
leemos de manera machacona en los mass media, adopta dos perspectivas
distintas. O bien el estancamiento secular es causado por una situación
en la que el tipo de interés real tiene que ser negativo para generar
una vuelta al crecimiento (explicación desde el lado de la demanda); o
bien algo no funciona desde el lado de las fuerzas que determinan la
productividad en la economía (explicación desde el lado de la oferta).
Montier y Pilkington, al igual que otros tantos economistas
postkeynesianos, y como modestamente venimos haciendo desde estas
líneas, somos profundamente críticos con este marco de
pseudo-pensamiento. Argumentamos hasta la saciedad que las razones
últimas del auge del populismo se encuentran en las políticas que se han
seguido bajo el paradigma neoliberal, y que han llevado a los "hechos
estilizados" observados del actual estancamiento secular.
El régimen
neoliberal ha dado lugar a una inflación más baja, menores tasas de
crecimiento económico, caídas de las tasas de expansión de la inversión,
menor crecimiento de la productividad, aumento de la desigualdad de
ingresos y riqueza, disminución de la seguridad laboral, y una seria
deflación.
Además, la economía mundial se ve temporalmente "obstruida"
por los altos niveles de deuda, cuando los precios del colateral que la
alimentan se hunden. Estas son tendencias de largo plazo que han sido
visibles durante décadas, pero que se vieron gravemente exacerbadas por
el colapso de la burbuja de la deuda mundial en 2008-2009.
Pero a medida que los ciudadanos de varios países de todo
el mundo percibieron que las soluciones puestas en marcha después de la
crisis solo beneficiaban a la superclase, y que simplemente eran una
coartada para mantener un sistema desequilibrado y cada vez más
disfuncional, se rebelaron. Fue entonces cuando comenzaron a emitir
votos para varios candidatos políticos populistas en un aparente
esfuerzo por sacudir al sistema.
Si no hay un cambio
de rumbo hay muchas posibilidades de que el sistema siga adelante,
independientemente de su disfunción, hasta que se descomponga. Es lo que
en su momento desde estas líneas denominaos la gran huida hacia
adelante. Por eso es básico entender el marco de trabajo del régimen
neoliberal, con sus cuatro pilares, pura chamanería. Y eso es lo que de
manera prolija analizan Montier y Pilkington.
Por un
lado el abandono como opción de política económica del pleno empleo. Y
saben el porqué. A las élites les aterra el pleno empleo, la gente
pierde el miedo y la disciplina. Prefirieron establecer objetivos de
inflación e inventaron ciertas ficciones como la NAIRU (la tasa
inflación que según la imaginación de ciertos economistas acelera el
desempleo).
Por otro, la globalización y el libre movimiento de todo.
Ello ha llevado a un proceso de desindustrialización en los países
desarrollados cuyo resultado más palpable ha sido la destrucción de
empleos manufactureros muy bien pagados, estables, a menudo
sindicalizados; y el crecimiento de puestos de trabajo de servicios poco
remunerados, inestables y no sindicalizados. Es uno de los factores
causales clave en la creciente acumulación de riqueza y desigualdad de
ingresos.
El tercer pilar es el mantra de la maximización del valor del accionista
unido a la flexibilización de los mercados laborales. Ya saben las
consecuencias, que tantas veces hemos detallado: menor inversión
privada, mayor remuneración de los ejecutivos de dichas empresas, más
dividendos, más recompra de acciones, en definitiva, menor productividad
y mayor ineficiencia.
Pero además ha contribuido a la disminución de la
participación del factor trabajo en la renta nacional. Si las empresas
están tratando de maximizar los beneficios, aprietan las tuercas a los
trabajadores, cuando en realidad están socavando la demanda de sus
propios productos mediante la destrucción de los ingresos salariales y
el mayor peso del factor capital en la renta nacional. (...)
El populismo es una respuesta al neoliberalismo. Han hecho falta 40 años
para que los verdaderos efectos del neoliberalismo sean claros. Pero
ahora que están claros, son dramáticos. La mayoría de las economías
desarrolladas se han vaciado, mantienen enormes déficits comerciales, y
todo lo que producen son trabajadores desempleados y ciudadanos
insatisfechos.
Pero el “establishment político” siguió y sigue
ofreciendo más de lo mismo, de ahí la necesidad de un cambio radical que
acabe rompiendo con un sistema que no funciona, es injusto e
ineficiente." (Juan Laborda, Vox Populi, 09/04/17)
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