21.4.17

Francia se prepara para las elecciones del malestar europeo. Las sociedades comienzan a rebelarse contra sus élites... se manifiestan los síntomas de sociedades con ganas de largarlo todo

"Lo del próximo domingo en Francia es más que la primera vuelta de unas presidenciales que se decidirán el 7 de mayo. Esta presidencial es una prueba de lectura general sobre el fenómeno de la mundialización desgraciada, el concepto del joven politólogo francés Thomas Guénolé.

 Se trata del malestar social y nacional ante los cambios fundamentales acumulados desde hace más de una generación por una globalización al servicio del dinero que atraca a sectores sociales y ámbitos geográficos enteros. Han tenido que pasar casi diez años desde el inicio de la gran crisis del capitalismo neoliberal para que la bestia despierte.

Las sociedades comienzan a rebelarse contra sus élites. Desde Filipinas hasta Estados Unidos, pasando por el Brexit y las pequeñas novedades en diversas naciones europeas, se manifiestan los síntomas de sociedades con ganas de largarlo todo. 

Es una situación que desconcierta a la clase política y a los expertos a su servicio: los mecanismos existentes de organización y funcionamiento de la vida social parecen agotados. Ante esa realidad aparecen personajes destructores como el filipino Rodrigo Duterte y el americano Donald Trump. Aparecen también intentos de continuar con lo mismo a base de meros cambios de figuras.

En las elecciones francesas están los dos escenarios: la ruptura destructiva de Marine Le Pen, y el aparente cambio para continuar con lo mismo del exministro de Economía del presidente François Hollande, Emmanuel Macron. Lo más probable es que ambos panoramas electorales no impidan, sino que profundicen, la crisis sistémica. 

Pero hay un tercer camino, hasta ahora frustrado en Europa, y que se va a medir a partir del domingo en Francia: la aparición de liderazgos transformadores que recojan ese amplio sentir de revuelta y lo dirijan hacia vectores constructivos altermundistas.

Bernie Sanders fue la oportunidad perdida en Estados Unidos. Syriza fracasó por miopía y fue derrotada. Podemos se quedó en un ambiguo medio camino enredado en instituciones sin mayoría o con reducido poder local.

 En el Reino Unido asoma Jeremy Corbyn, e Italia se inquieta con tanteos en la misma dirección. Ahora es la hora de que la Francia Insumisa, el movimiento del republicano social-ecologista Jean-Luc Mélenchon, pase el mismo examen.

Los cinco años de Hollande han tenido el mérito de la clarificación. Parecen haber convencido a amplios sectores de la sociedad francesa de que el Partido Socialista era de derechas. Las tenaces protestas contra su reforma laboral de la pasada primavera estuvieron lejos de ser un levantamiento nacional.

 Sin embargo, más de un 60% de los franceses las apoyaron en las encuestas. Ahí está reflejada la mayoría social de la transformación constructiva que el domingo se medirá en las urnas. Ocurra lo que ocurra, la corriente transformadora parece haberse puesto en marcha en Francia, el país que, por su potente tradición social y la intensidad de su malheur (descontento ), está en el mismo centro de la crisis europea. Pase lo que pase, las elecciones francesas no serán desenlace, sino inicio. Y todo apunta a que ese inicio será agitado.  (...)

Poco a poco se diluyó la diferencia entre izquierda y derecha y también cierta idea de Europa, porque la integración europea fue siempre el marco de aquel programa común de las izquierdas y las derechas institucionales que fue vaciando la soberanía de Francia.

La mayoría de los franceses están hartos de la Unión Europea –en el 2005 votaron con un 54% contra los actuales tratados contenidos en la Constitución y se les ignoró–, pero, bien por encima del 60%, no quieren romperla sino transformarla. La actual eclosión política francesa es el resultado de todo eso. Y la consecuencia es mucha fragilidad.

Sea quien sea, el próximo presidente francés se impondrá con el 25% de los votos. En el mejor de los casos y gracias al sistema mayoritario, tras las legislativas de junio su gobierno contará con una engañosa mayoría en la Asamblea Nacional que tendrá en contra a tres cuartas partes del electorado. A eso se suma el hecho de la fragilidad personal de los cuatro presidenciables. (...)"                  (Rafael Poch , La Vanguardia, en Rebelión, 18/04/17)

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