25.4.17

Las “ciencias económicas son un método de adoctrinamiento”... por eso los expertos coinciden en algo un poco inquietante. Al menos para ellos: nadie les hace caso

“Coinciden los expertos económicos”. Es una de las frases predilectas de los periodistas que escribimos artículos como este. Y, últimamente, los expertos coinciden en algo un poco inquietante. Al menos para ellos: nadie les hace caso. (...)

Los expertos pierden su influencia y el establishment económico y político advierte sobre una ola alarmante de populismo. Pero, para los jóvenes autores del nuevo libro Econocracy: el peligro de dejar a los expertos (Manchester University Press, 2017), el problema estriba en la desconexión radical entre una ciudadanía, que ni tan siquiera entiende el lenguaje elemental de la economía, y una tecnocracia formada en facultades que sólo enseñan un esotérico pensamiento único. En concreto, las teorías de la escuela neoclásica, un modelo económico que, pese a estar escondido en una densa niebla de ecuaciones algébricas, es tan ideológico como cualquier otro.

Para Joe Earle, Cahal Moran y Zach Ward-Perkins, todos activistas de un nuevo movimiento estudiantil, que cuenta ya con grupos en 14 universidades británicas y unas cuantas en Europa, la crisis de los expertos hasta puede ser motivo de celebración.

 “Se está dando un contragolpe a los expertos debido al fracaso de una forma muy centralizada de entender lo que son las ciencias económicas y la economía”, dice Moran, de 26 años, que cursa un posgrado en ciencias económicas en la Universidad de Manchester.

 Este innovador y atrevido movimiento estudiantil, que nació en el 2012 con la creación del grupo Post crash economics en Manchester –casualmente, la cuna del capitalismo industrial–, se ha extendido por las diversas universidades británicas y en el resto de Europa.

Son rebeldes pero cuentan con el apoyo moral de economistas de prestigio como Andy Haldane, el economista jefe del Banco de Inglaterra; Ha Joon Chang de Cambridge; Robert Skidelsky, el biógrafo de John Maynard Keynes; Ann Pettifor, autora de La producción del dinero; el lingüista Noam Chomsky y Martin Wolf, gurú macroeconómico del Financial Times. 

Los estudiantes, ya incorporados a la campaña Rethinking economics, (replanteando las ciencias económicas) reivindican la pluralidad en la enseñanza de la disciplina, mediante la incorporación al currículo de una amplia gama de teorías heterodoxas y ortodoxas, desde la austriaca a la keynesiana, feminista a ecológica, actualmente excluidas.

Abogan también por la democratización de la economía mediante programas populares de alfabetización económica. Según encuestas que el grupo de Manchester realizó en colaboración con la firma de sondeos Yougov, la mayoría de la población británica no entiende conceptos básicos de la economía como el PIB o la inflación. 

 “Mediante programas de educación, hace falta formar ciudadanos economistas” –sostienen– dotados de suficientes conocimientos como para cumplir con el consejo de la famosa economista keynesiana de la Universidad de Cambridge, Joan Robinson: “Conviene estudiar ciencias económicas para evitar que los economistas te engañen”.

En España, ya existen iniciativas de este tipo. En la Universidad de Barcelona se ha creado un grupo de estudiantes que exigen mayor pluralidad en la enseñanza. Asimismo hay diversas iniciativas de formación ciudadana en las ciencias económicas. 

“No deberíamos dejar esto en manos de expertos que utilizan una jerga precisamente para ahuyentar a la gente”, dice Ricardo Záldivar, catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid que participa en una serie de programas de formación económica popular.

Al cuestionar el papel de los expertos, no se debería caer en la trampa de menospreciar los conocimientos en sí, advierte Moran. “Este es un mundo complejo y haca falta la pericia pero no hay un solo punto de vista económico”, recuerda.  (...)

Ahora bien, la influencia de los expertos no sería tan grave si existiera una pluralidad de ideas en las facultades donde se forman. Pero “los expertos del futuro sólo aprenden una sola perspectiva (la neoclásica) como si no hubiera otras”, advierten los estudiantes. 

En los exámenes de fin de carrera, el 76% de las preguntas no exige pensamiento crítico o independiente, según sus investigaciones en las universidades británicas. En la emblemática London School Economics, cantera de un ejército de “expertos” globales, unos cuantos de ellos en España, hay aún menos incentivos para pensar críticamente.

Las “ciencias económicas son un método de adoctrinamiento”, sentencian. Tras empezar sus carreras universitarias justo después del colapso del sistema financiero en el 2008, los estudiantes de Manchester confiaban en que en algún momento sus profesores les hablarían de las causas y las consecuencias de la crisis. Pero “a mitad de la carrera nos dimos cuenta de que nuestra espera era en balde”.

Las consecuencias de la brecha entre una tecnocracia versada unicamente en la economía neoclásica y una masa de gente que no entiende nada acaba de ponerse de manifiesto de forma explosiva. Más que un rechazo a Europa en sí, “el brexit es una reacción contra el gobierno de tecnócratas y la econocracia”, asegura Joe Earle, otro de los autores. 

“Pone de manifiesto la distanciamiento entre élites normalmente metropolitanas, dueños del lenguaje de las ciencias económicas, y el resto del país que se siente excluido y busca otro lenguaje, el del nacionalismo y soberanía”.

El brexit no sólo revela el fracaso de los expertos, sino también de sus conceptos e indicadores. Por ejemplo , el uso insistente de medidas estadísticas nacionales. Londres y el sudeste, las únicas regiones inglesas que votaron a favor de la UE, también son las únicas cuyo PIB per cápita es mayor ahora que antes de la crisis financiera. En el resto del país, se sigue por debajo del nivel del 2007. “Si no vives en Londres ¿por qué te va a interesar lo que los expertos dicen del crecimiento del PIB?” se pregunta Cahal. Y en eso estamos."                 (Andy Robinson , La Vanguardia)

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