"(...) Lo ocurrido con el PS francés es realmente para nota. Hace 4 años lo
tenia todo: la Presidencia de la Republica, el primer ministro, mayoría
absoluta en la Cámara de los Diputados, todas las presidencias de
regiones menos la de Alsacia, la gran mayoría de los ayuntamientos de
las ciudades medias y grandes, ¡y hasta la presidencia del Senado, cosa
que no ocurría desde 1958!!.
Y ahora, elección tras elección, lo ha
perdido todo, o casi todo. Hasta su propia existencia está en riesgo.
Verdaderamente,
hace falta el incurable optimismo antropológico del ex presidente
Zapatero para decir que no hay tal crisis de la socialdemocracia, como
mantenía recientemente en un coloquio en Madrid con Jefrey Sachs .
Bastaría cambiar de líder y poner a menganita en vez de fulanito para
volver a cosechar victorias electorales. Claro que en materia de
previsión de las crisis Zapatero ha dado suficientes muestras de miopía.
¿Recuerdan aquello de “¿crisis, que crisis?” hasta que en el 2010 se
nos cayó la austeridad encima?.
No, lo que le ha ocurrido al PS en
Francia no es sólo culpa de los múltiples errores de F. Hollande. Sin
duda han contribuido a la debacle, pero hay un problema de fondo
relacionado con la transformación social provocada por la crisis y las
carencias de la construcción europea. En Francia y en toda Europa.
Como
quedó claro en el seminario del San Anthony’s, la izquierda clásica o “
de gobierno”, ha abandonado su critica del capitalismo, terreno que ha
ocupado la izquierda emergente. Y no ha sabido, o podido, combinar su
agenda social con la apertura al mundo y la integración europea. La
derecha, sobre todo en países como Holanda, Francia y el Reino Unido, ha
capitalizado la demanda de seguridad ante los nuevos problemas,
inmigración, terrorismo, del mundo globalizado.
Y ahora se
enfrenta a una fragmentación del paisaje político, la ruptura de las
referencias sociológico-políticas tradicionales y el cuestionamiento de
los grandes partidos-organización que han vertebrado la política europea
desde la postguerra mundial.
En el nuevo paisaje político aparece una
izquierda que se percibe como audaz pero no realista, junto a otra que
es realista pero le falta la dosis mínima de audacia para cuestionar
algunos elementos del orden establecido, entre ellos los que derivan de
una globalización mal regulada.
Y además hay un importante gap
generacional, entre los más jóvenes, que en España no vivieron la
transición y no la valoran, y los más viejos que se plantean sobre todo
la defensa de lo adquirido. (...)" (Josep Borrell, República.com, 05/05/17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario