"(...) Con frecuencia hablo de la vulnerabilidad de la economía española. Voy a darle contenido.
Adelante.
Aparte de las incógnitas que suscitan la situación del sistema
crediticio y el fuerte endeudamiento público a los que ya me he
referido, en el año 2009 el país tenía una posición neta exterior que
era la más negativa del mundo, salvo la de Estados Unidos que tiene la
ventaja que emite un papel verde llamado dólar que tiene una gran
aceptación en el resto del mundo.
Los pasivos de los residentes del país
frente al exterior ascendían a 2,3 billones de euros, a los que si se
restan los activos de los residentes frente al exterior, 1,3 billones de
euros, resultaba una posición neta negativa de 1 billón de euro.
Ésa
resta no tiene mucha razón de ser puesto que los acreedores y los
deudores son agentes individuales que no pueden compensarse
estrictamente. La cifra importante es la de los pasivos exteriores, que
son compromisos de pago o derechos de los extranjeros sobre los agentes
españoles.
En el año 2016, después de tantos años, de mejora
del déficit exterior y hasta de un superávit en la balanza por cuenta
corriente en los últimos dos años, los pasivos exteriores se elevaban a
2,6 billones de euros, resultando una posición negativa de 0,95 billones
de euros, un poco más favorable que en 2009.
Por otro lado, a
efectos de resaltar el endeudamiento general de la economía, los pasivos
y activos entre los agentes económicos internos desglosados en
sociedades no financieras, instituciones financieras, administraciones
públicas y los hogares, alcanzaban en 2009 el volumen de 7,3 billones de
euros.
En 2016, con la recesión profunda de por medio, la quiebra de
muchas empresas, la destrucción de aparato productivo, la crisis
financiera , los rescates, los desahucios, los concursos de acreedores
etc. ese volumen se había elevado a 7,8 billones de euros.
Por
tanto, por lo que se refiere al endeudamiento interno y externo la
economía española sigue sumida en una burbuja financiera. Hay que tener
en cuenta que en los últimos años han operado además algunos factores
muy favorables para la economía en general y en particular para la
balanza de pagos.
Brevemente, la caída del precio del petróleo, los
tipos de interés insólitamente bajos (la FED acaba de subirlos un
cuartillo) y un gran tirón del sector turístico derivado en parte de la
inestabilidad política que domina en algunos países competidores. Se
puede haber registrado una mejora de la competitividad por la importante
reducción de los salarios, pero no cabe garantizar el mantenimiento de
esos hechos favorables.
Quiero señalar por último que se pretende equiparar una tormenta
tropical con la crisis económica y social que sufre el país. La tormenta
pasa y a los dos días puede estar luciendo un sol radiante. Una crisis
de la profundidad padecida deja unos destrozos y unas secuelas que en
modo alguno permiten hablar de superación de la misma hasta que los
datos esenciales de la comunidad se hayan restablecido al nivel previo
de la crisis.
Te estás refiriendo al paro…
Hablo del paro, de la precariedad laboral, del nivel de salarios, de la
protección al paro, de la degradación de los servicios públicos
esenciales, por no referirse a otros aspectos y secuelas de la crisis en
derechos sociales y políticos.
Hablar de que la crisis es cosa del
pasado mientras todos sus efectos destructivos siguen vigentes es
demagogia de la peor especie, que no cabe admitir. Y relaciono esto con
la vulnerabilidad porque si hubiese un deterioro de la situación,
provocado por las causas que fueran, el sufrimiento social tendería a
agravarse a partir de una situación profundamente degradada. En fin, lo
dejo aquí.(...)" (Entrevista a Pedro Montes. Salvador López Arnal , Rebelión, 22/06/17)
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