"El pasado lunes 5 de junio, Venezuela amaneció con el mismo presidente, Nicolás Maduro,
como viene sucediendo desde que relevó a Hugo Chávez en 2013. Una
decepción más para muchos de los manifestantes que vienen llenando las
calles de numerosas ciudades del país en los últimos dos meses.
Circularon rumores, con un alcance multiplicado por mensajes de
WhatsApp, de que Maduro huiría del país un día antes. Hasta una conocida
vidente predijo su fuga, según uno de esos mensajes.
A pesar de ese episodio, todo lo que sucede en Venezuela está cercado por la desinformación e impregnado por las fake news divulgadas
por simpatizantes del gobierno y la oposición. En la política
venezolana todo es espectáculo.
Por eso, olvide mucho de lo que ya leyó
por ahí: Venezuela no está viviendo una catástrofe humanitaria por la
falta generalizada de alimentos; el gobierno de Nicolás Maduro no va a
caer mañana; la policía nacional no está masacrando manifestantes en las
calles. Pero tampoco es cierto que todo esté bien y que las
manifestaciones y la violencia en torno a ellas sean fruto de
“terroristas” armados, como dicen los partidarios del gobierno.
Para este reportaje pasamos tres semanas en el país, con la intención de oír lo que dicen los venezolanos y sus líderes.(...)
“No hay un paro nacional en Venezuela. Hay unas protestas, y esas
protestas están focalizadas en guetos donde el gobierno te deja “,
resume el director del Instituto Datanálisis, Luis Vicente León.
Nada
de eso es nuevo en Venezuela. El eslógan “calle, calle, calle” ha sido
repetido por diferentes líderes de la oposición, con menor o mayor
vehemencia, desde que Hugo Chávez fue electo presidente en 1998.
Las
olas de protestas, boicots, lockouts (cierre de fábricas), son
tantas que se pierde la cuenta. Muchas contaron con el apoyo de Estados
Unidos, mediante financiación de la Agencia Americana para la
Cooperación Internacional (USAID).
Desde la muerte de Hugo Chávez en 2012, hubo por lo menos tres grandes
oleadas de protestas, siempre con el mismo recorrido.
Y, a pesar de
esto, al conversar con los manifestantes, estos aseguran que esta vez
será diferente. “Vamos a seguir en la calle. Es todo un país el que no
quiere continuar con este régimen”, dice Alejandro Ferrero, de 23 años,
tras un casco con los colores de la bandera. Desde abril, más de 2.800
manifestantes fueron detenidos. Más de 200 permanecen en prisión. (...)
El motivo de la última ola de protestas está en un edificio blanco en el
centro de Caracas, adornado con columnas blancas de estilo romano y una
fuente de agua en su lujoso patio, donde trabaja -o debería- la
Asamblea Nacional. (...)
Ya en la ceremonia de investidura, el presidente electo de la Asamblea,
Henry Ramos Allup, promulgó una ley de amnistía para todos los presos
políticos y prometió que
“en un periodo de seis meses, vamos a proponer un método, un sistema
para cambiar al gobierno por vías constitucionales”.
Horas antes, el
presidente Nicolás Maduro había emitido un decreto retirando a la
Asamblea el poder de nombrar al director del Banco Central, y el TSJ
había impedido a tres diputados de la oposición la toma de posesión
-para que no lograran la mayoría-.
La MUD no acató la orden judicial y
desde entonces, el gobierno no paga salarios a los diputados, y todas
las decisiones del Legislativo son anuladas por el TSJ -que el 29 de
marzo llegó a decidir que asumiría los poderes del Congreso, pero
capituló tras la reacción internacional-. (...)
Aún más beligerante que su predecesor, Borges tomó posesión del cargo en
enero prometiendo elecciones generales para este verano. En marzo
anunció que el Legislativo declaraba el “abandono del cargo” del
presidente Nicolás Maduro, por la ineficiencia del gobierno para lidiar
con una aguda crisis económica que genera crisis de falta de
medicamentos y alimentos, y una inflación anual por encima del 500%.
Pero nadie le dio demasiada importancia. (...)
El referéndum revocatorio para el mandato del presidente -propuesto por
los partidos de la oposición- fue interrumpido cuando el Consejo
Nacional Electoral (CNE) suspendió la recogida de firmas por fraude en cinco estados a finales de octubre. (...)
Ahora, además de la cartera de Educación, Jaua dirige el principal
esfuerzo del gobierno para librarse del atolladero creado por la
oposición, que sigue firme en las calles: la creación de una Asamblea
Constituyente, propuesta por Nicolás Maduro el pasado 1 de mayo. La
elección de los 545 miembros
está fijada para el próximo 20 de julio.
Lo que antes fuera una
consigna de la oposición, deseosa de poner fin al gobierno chavista, la
Asamblea propuesta está cargada de controversia. Si sigue adelante en el
futuro, la Constituyente suplantará a todos los demás poderes -y por
tanto, puede comandar o poner fin a la rebelda Asamblea Nacional-. El
gobierno promete un referendum popular nada más terminar el proceso. (...)
La fórmula para elegir a los constituyentes es más que polémica. La
mitad será escogida por regiones; la otra mitad, en función de nueve
sectores, como campesinos, empresarios, indígenas, personas con
deficiencia, universitarios y representantes de consejos comunales, que
cuidan del mantenimiento de las favelas (barrios humildes), por ejemplo.
Cada sector tendrá sus representantes. Sobre los que quedarán fuera,
como los jóvenes que no están en la universidad, Jaua justifica que
todos podrán votar por su región.”La única razón es técnica y legal.
Tiene que haber un registro histórico, reconocido, institucional de los
sectores. No se trata de discriminación, sino que el registro ha de ser
fiable y certificado”, enfatiza. (...)
Ya han muerto más de 70 personas en la ola de protestas en Venezuela
desde marzo. El recuento de fallecidos -una perversión del
sensacionalismo venezolano- se convierte en arma arrojadiza a ambos
lados del espectro político. En Caracas, una de las ciudades más
violentas del mundo, los muertos han marcado todas las olas de
manifestaciones contra el chavismo.
En 2014 los 43 manifestantes muertos
sirvieron para que la Justicia condenara a 14 años de prisión al líder
opositor Leopoldo López, del partido Primera Justicia. Desde entonces,
López se ha convertido en el preso político más famoso del país.
En
2002, las 19 muertes durante la jornada de protestas del 11 de abril
sirvieron de pretexto para que la cúpula militar exigiera la renuncia de
Hugo Chávez, despejando así el camino para un golpe de Estado que
duraría menos de 48 horas. (...)
“Mire, todas las muertes valen lo mismo, son todas dolorosas,
independiente del color político de la victima”, dice Villegas,
asegurando que hoy como en la época del golpe, el número de muertos a
manos de la policía nacional es muy interior al que se difunde. Hasta
comienzos de junio, de los 77 casos registrados por su equipo, solo 25
personas estaban participando en manifestaciones cuando fallecieron. (...)
Entre los muertos hay también cuatro chavistas, cuatro policías y
ocho víctimas que murieron electrocutadas durante un saqueo a una
panadería en Caracas (los datos pueden ser consultados aquí y aquí).“El
pretexto para la intervención extranjera son las violaciones de
derechos humanos. De ahí los esfuerzos de un aparato mediático
gigantesco están puestos para esa narrativa del gobierno de Maduro como
violador masivo de derechos”, declara el ministro. (...)
Capriles siguió de cerca el golpe fallido de 2002, aunque insista en
apartarse de esa herencia maldita. El 11 de abril de 2002, horas antes
de que Chávez fuera llevado preso por militares rebeldes, el presidente
de su partido, Primera Justicia -Julio Borges, actual presidente de la
Asamblea- exigió por televisión
la renuncia del gobierno y de los demás poderes.
A su lado izquierdo
estaba el joven Leopoldo López, alcalde de Chacao, un municipio del Gran
Caracas. Al día siguiente, López llevaría a la policía municipal para
que arrestase al ministro del Interior y Justicia, Rodríguez Chacín,
parte de una purga” que duró tan poco como el golpe.
Al allanar la casa
donde se encontraba el ministro, estuvo acompañado por Henrique Capriles, por entonces joven alcalde de Baruta, también en la capital, y de las fuerzas policiales de ambos municipios. (...)
Es justamente esa apuesta de la oposición, que desde principios de este
año está trabajando para que los militares abandonen su apoyo a Maduro.
“Hoy es un gobierno sentado sobre las bayonetas. Pero esperamos que en
las Fuerzas Armadas haya una reserva democrática institucional, y que no
vaya a apoyar a un gobierno que está corrompido”, dice Julio Borges. (...)
El objetivo de seducir a los militares llegó incluso a la Asamblea
Nacional. A finales de mayo, fue instaurada una “Comisión de Garantías
para la transición”, para hacer leyes de amnistía para quienes cambien
de bando.
“No solamente amnistía, sino también incentivos”, explica el
diputado Freddy Guevara, vicepresidente de la Asamblea Nacional y del
Partido Voluntad Popular, liderado por Leopoldo López: “Si alguien es
despedido o preso, o lo echan de su trabajo por apoyar la lucha por la
democracia, que sepa que, a pesar de que la dictadura lo amedranta, en
el momento en que llegue la democracia, tendrá una recompensa”. (...)
Entre los 32 ministros de Maduro, 11 son militares; y 11 de los 23
gobernadores regionales son militares jubilados. Más allá de eso, los
militares también están presentes en la Zona Económica Militar
Socialista, un complejo industrial implantado por Maduro desde 2013 para
intentar reanimar la economía en decadencia. (...)
También los militares están al frente de los esfuerzos del gobierno por
enfrentar la actual crisis económica, en concreto el programa Gran Misión Abastecimiento Soberano,
que también encabeza Padrino López. La Misión se encarga de velar por
la importación y distribución de alimentos para la población más pobre a
través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Estos comités, vinculados con los consejos comunales de las favelas,
distribuyen a las familias un saco de comida con aproximadamente 12
kilos de productos ensenciales como arroz, harina, pasta y aceite, a
precios subvencionados por el gobierno.
A pesar de sus problemas, la
política del CLAP permitió aliviar la escasez de alimentos básicos
importados, que alcanzó su punto crítico en 2016. Ese año, un estudio de
tres universidades desveló que el 70% de los venezolanos perdió una
media de ocho kilos -un desastre tras la drástica reducción de hambre
obtenida por el chavismo, del 15% al 5% de la población, reconocida por
la Unesco en 2015-.
Hoy hay un militar al mando de cada género
alimenticio dentro del Plan Rubro por Rubro: aceite, azúcar, café, arroz e incluso papel higiénico. (...)
Desde mayo los militares también se han encargado de arrestar a manifestantes en todo el país, juzgados por cortes militares. (...)
Uno de los problemas de emplear a los militares en áreas estratégicas de
la economía es precisamente el telón de Aquiles del gobierno chavista,
la corrupción. En diciembre del año pasado, un reportaje de la Agência Pública
mostró los relatos de comerciantes que compran alimentos en el mercado
negro de los militares, o que aseguran pagar sobornos directamente al
ministro de alimentos, el general Rodolfo Marco Torres.
Los reporteros
también identificaron empresas offshore ligadas a familiares del
exministro de Alimentación, el general Carlos Osorio, que actualmente es
inspector general de las Fuerzas Armadas. El gobierno de Estados Unidos
reaccionó con sanciones contra militares y miembros del gobierno
venezolano. (...)
Buscar una voz imparcial en Venezuela es imposible. Como mucho -y con
mucho esfuerzo- se puede encontrar a un interlocutor realista. Luis
Vicente León no es un hombre que no toma partido; cree que Maduro se
está convirtiendo en un gobernante abusivo, con trazos dictatoriales.
Pero su visión como científico de datos -es director del Instituto
Datanálisis, uno de los más importantes de Venezuela- va más allá de sus
convicciones: desde 2016, cuando la crisis por el desabastecimiento de
alimentos alcanzó su auge, hasta principios de 2017, reconoce que la
popularidad de Maduro aumentó.
“La popularidad bajó de manera
significativa desde que ganó con el 51% de los votos; su peor momento
fue en diciembre del año pasado, cuando llegó al 18% de popularidad.
Paradójicamente, el presidente Maduro este año recuperó seis puntos
porcentuales de apoyo popular, pasando del 18% al 24%.
Esto tiene que
ver con una parte importante de la población que es independiente, el
35% de los venezolanos se definen así: ni chavistas ni opositores”.
Mientras, asegura que el 90,5% de los venezolanos opina que el país está
mal o muy mal, y el 70% culpa a Maduro. “Pero sin duda el liderazgo
opositor tampoco es apasionante, que hable de la historia que este país
puede tener. Ellos prefieren seguir peleando contra Maduro”.
Para León, lo mejor para el país sería una negociación entre el gobierno y la oposición. (...)
Este experto señala también otro modo de que el país alcance una
solución, uno más profundo e intangible: “En Venezuela hay escasez de
leche, café, arroz, pero lo que más escasea es la verdad. Y, todavía
más, la objetividad. Este es un país en el que nunca se sabe la verdad,
ni en los medios de comunicación, ni en los discursos, ni en los
debates, ni en las entrevistas”, declara.
“El tema de la verdad fue
perdido completamente como un valor en Venezuela. Y, por cierto, no
solamente en el gobierno, también en la oposición. Hay una guerra de
pinochos, donde todo el mundo miente y donde usted nunca sabe qué es
verdad y qué es mentira. Y si usted pierde la verdad, simplemente no es
capaz de separar el ruido de las señales.
Entonces, tomar posiciones o
decisiones se convierte en un elemento muy difícil”, dice. De momento,
Venezuela parece haber inventado la polarización que se infiltró en el
resto del continente. “Y cuando se está en el clímax de la polarización,
la verdad es vista como una traición”, lamenta León. (...)" (Natalia Viana es periodista de la Agência Pública, la primera agencia de periodismo de investigación independiente de Brasil, que publicó la versión original en portugués de este reportaje. La Marea, 18/06/17, Agência Pública es el medio invitado del número 48 de La Marea
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