"(...) Tienen realmente soberanía los estados dentro de la Unión Europea, para tomar sus propias decisiones?
Alemania la tiene, pero el resto de estados, no. Por dos razones:
Una es que las reglas de la UE introducen una forma de control que resta, por ejemplo, capacidad de decisión soberana de los parlamentos sobre los presupuestos, porque los controla, desde el mes de marzo o abril de cada año, mientras los estados los están preparando.
La otra es que las normas de la UE, y sobre todo de la zona euro, obligan a la libertad de circulación de capitales, el control del déficit, y presionan sobre las formas de organización del presupuesto. Una intervención estatal sobre el sistema financiero, por ejemplo, sería estrictamente controlada por las autoridades europeas, que también tutelan algunos impuestos.
Este control ha aumentado mucho en los
últimos años, y sobre todo después de la crisis de la deuda de 2011. En
algunos países, en particular, en la forma extraordinaria de la
intervención.
En este sentido, usted ha dicho alguna vez que la UE es un proyecto fallido, así lo explicó en el debate organizado por Espacio Público.
Sí. Lo he dicho tras el Brexit, que ha
demostrado hasta qué punto las autoridades de la UE estaban dispuestas a
hacerle el juego a Cameron. Él preparó el referéndum para una lucha
interna entre los conservadores británicos y para aislar el UKIP.
Es
decir, por razones totalmente egoístas y a corto plazo. Y la UE le
facilitó un acuerdo increíble sobre limitaciones a la libertad de
circulación de trabajadores extranjeros -pero europeos-, en el Reino
Unido.
La disponibilidad de Bruselas para hacer este tipo de concesiones y el rechazo por parte de la población británica demostraron que la UE no es una unión.
Si para una parte importante de la economía y la sociedad europeas unión es desunión, es divergencia, es acentuar las dificultades y las políticas liberales más regresivas, esto quiere decir que la Unión no tiene futuro como unión. Puede tener futuro como imposición, o como combinación de este liberalismo con totalitarismo, pero no como unión. (...)
La disponibilidad de Bruselas para hacer este tipo de concesiones y el rechazo por parte de la población británica demostraron que la UE no es una unión.
Si para una parte importante de la economía y la sociedad europeas unión es desunión, es divergencia, es acentuar las dificultades y las políticas liberales más regresivas, esto quiere decir que la Unión no tiene futuro como unión. Puede tener futuro como imposición, o como combinación de este liberalismo con totalitarismo, pero no como unión. (...)
Tiene un funcionamiento democrático la UE?
Hay elecciones democráticas en los estados. A
pesar de sus particularidades, como que en Francia, con menos del 30%
de los votos, Macron puede tener el 80% de los diputados, lo que es una
distorsión antidemocrática inaceptable, y lo mismo ocurre en el Reino
Unido y en otros lugares.
Pero hay votaciones, hay pluralismo en la
prensa y libertad de opinión. Hay formas democráticas, pero la UE no es
una democracia. Es una organización de estados bajo una forma de poder
supranacional que en algunos casos es muy intervencionista sobre lo más
esencial. (...)
En cambio el gobierno portugués esta aplicando recetas menos austeras -aumento del salario mínimo, rebaja del IVA para algunos sectores- y está funcionando.
Ha habido un cambio, que ha sido posible
porque hay un acuerdo entre el partido socialista las izquierdas, con
acuerdos muy detallados y obligaciones sobre las políticas a seguir. Un
acuerdo que dice que no puede haber privatizaciones, y que si hay alguna
dificultad no se puede resolver con más impuestos al trabajo, con
bajadas de salarios o de pensiones, sino al contrario. (...)
Pero más de la mitad del efecto de
expansión del PIB en Portugal se debe a la recuperación de la demanda.
Esto significa que hay más confianza. Por cierto que estas medidas se
aplican bajo un estricto control y presión de la UE. Pero el gobierno
rechaza las ideas de facilitar despidos o de cambiar las leyes laborales
para flexibilizar aún más los contratos de trabajo.
Por qué motivo en Portugal sí se pueden aplicar este tipo de recetas y, por ejemplo, en Grecia no?
En Grecia había un factor político. Schäuble y Merkel querían destruir el gobierno de Tsipras, y lo hicieron.
El gobierno fracasó y aceptar la política de austeridad que había
prometido sustituir. Había una función de pedagogía política, de
demostración europea de fuerza. (...)
Grecia tenía un problema grave de deuda
pública, era muy vulnerable, y su única solución era o aceptar la
austeridad o salir del euro e implantar una siempre difícil
readaptación. Difícil, pero que le habría dado capacidad de decisión
sobre su política monetaria y pública. El gobierno de Tsipras no lo
quiso hacer y por eso ahora se encuentra en una situación en que cada medida se peor que la anterior, y no puede parar. No parará nunca.
La austeridad es un monstruo que se consume a sí mismo, un Saturno que
devora a sus hijos. Porque crea una disminución de la demanda, lo que
ocasiona más recesión. Y luego la solución es más recesión aún: más
impuestos, que quiere decir más recesión, y menos salarios, que quiere
decir más recesión. Es un callejón sin salida.
En Europa la bandera de la oposición a las políticas liberales la lleva a menudo la extrema derecha. Es esto perjudicial para la izquierda?
Sí. Las víctimas de la globalización buscan
desesperadamente alguna solución, y en los casos en los que la
izquierda no ha sido capaz de representarlas y de movilizarlas
políticamente, aparece la extrema derecha.
Pero los resultados de
Francia y los resultados de Corbin en el Reino Unido demuestran que sí
hay una izquierda capaz de representar de forma combativa a esta
población, y que puede recuperar votos populares.
Los sistemas políticos actuales quedarán destrozados, porque la gente
comprende que está votando gobiernos que no gobiernan. Esto quiere decir
que los partidos no tendrán credibilidad. La única manera de responder a
esto es con una identidad fuerte, recuperando la movilización social,
con programas concretos que satisfagan las necesidades de la gente,
discutiendo con la UE ... Esto lo puede hacer la izquierda.
Las
posiciones racistas, xenófobas y agresivas de la extrema derecha son un
regreso al pasado sin ningún programa ni ninguna solución. Le Pen no
tiene ninguna capacidad de gobernar en Francia ni ser alternativa, como
no tenía UKIP en el Reino Unido y como no tiene AFD en Alemania. Si la
izquierda es fuerte y popular, ganará a la extrema derecha y será
protagonista política. (...)
Ve un auge del autoritarismo en Europa, sino en todo el mundo?
Orban en Hungría es autoritarismo, Le Pen
lo sería, Macron lo es, Teresa May lo intentó y perdió ... Ante una
crisis de los sistemas políticos, la respuesta de las clases dominantes
es el autoritarismo. Bajo diferentes formas. Yo dudo mucho en establecer
una analogía con los años treinta. Ahora es muy diferente, porque
entonces la burguesía tenía mucho miedo a la revolución soviética, y de
ahí su radicalización fascista. Pero sí, nos encontramos ante una
desagregación social muy fuerte, y la respuesta a esto es el
autoritarismo.
Tenemos
un matrimonio muy particular entre el autoritarismo y el liberalismo,
con libre circulación de capitales, desregulación, privatizaciones
generales, utilización de parte del sistema tributario público para
pagar rentas ... Esto es una forma de autoritarismo social. Y está
generando problemas, revueltas e indignación, porque la gente quiere una
democracia real, quiere poder votar, decidir y ser representados. (...)" (Entrevista a Francisco Louça, Público, 25/06/17)
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