"(...) Los grandes incumplimientos de Trump, al menos para los que creímos en
él y muy modestamente colaboramos en su campaña, han sido su comportamiento con Rusia,
con quien prometió restablecer una relación amistosa y acabar con el
embargo criminal impulsado por Soros y Alemania.
Y su promesa de recortar su aportación a la OTAN, una organización que calificó de obsoleta, como realmente es, pero que sigue igual o peor. (...)
Esta postura de Trump es un error histórico que consolidará una alianza China-Rusia que hará perder a EEUU el liderazgo mundial y condenará a la irrelevancia a la UE, un gigante económico y un pigmeo militar y político, con Alemania expoliando al resto de sus socios gracias al euro, que le permite mantener el mayor superávit comercial del planeta, algo que con España resulta escandaloso, 2,4 veces más que el superávit con EEUU en términos de PIB, lo que tiene indignado a Trump, pero el cobarde patológico de Rajoy ni abre la boca.
Y su promesa de recortar su aportación a la OTAN, una organización que calificó de obsoleta, como realmente es, pero que sigue igual o peor. (...)
Esta postura de Trump es un error histórico que consolidará una alianza China-Rusia que hará perder a EEUU el liderazgo mundial y condenará a la irrelevancia a la UE, un gigante económico y un pigmeo militar y político, con Alemania expoliando al resto de sus socios gracias al euro, que le permite mantener el mayor superávit comercial del planeta, algo que con España resulta escandaloso, 2,4 veces más que el superávit con EEUU en términos de PIB, lo que tiene indignado a Trump, pero el cobarde patológico de Rajoy ni abre la boca.
(...) lo probable es que sea nominado candidato republicano y vuelva a ganar las elecciones de 2020. (...)
Trump va a invertir en infraestructuras un billón de dólares. (...)
Lo que sí ha realizado Trump con un éxito espectacular es la ruptura de los acuerdos comerciales multilaterales, un cachondeo de los globalistas y la ruina para muchos, y su sustitución por acuerdos bilaterales. La estrategia de Trump es la de un empresario,
fijémonos en su reciente viaje a Asia, se carga el TPP y empieza a
negociar con los países con quienes EEUU mantiene déficits comerciales
brutales.
Les dice, esto tiene que cambiar, “no quiero reducir las
importaciones de sus productos —lo del poner un arancel era el viejo
farol negociador—, solo quiero incrementar mis exportaciones”. Y para
ello manda por delante a grandes y pequeños empresarios americanos, que cierran acuerdos de ventas espectaculares.
(...) su base electoral, la que le dio la victoria, no solo permanece intacta
sino que está encantada con él, y dadas las divisiones en el partido
demócrata, su reelección en 2020 parece algo más que probable, por
muchas plumas que pierda en el 'mid-term'." (Roberto Centeno, El Confidencial, 13/11/17)
"Hagamos un paréntesis. Al menos por una semana dejemos
un poco al margen el problema catalán y abordemos un tema que en la
sociedad española puede resultar muy insólito, pero por eso mismo es
posible extraer de él conclusiones relevantes.
Cuatrocientos millonarios
americanos, miembros de la asociación Riqueza Responsable, con George
Soros y Steven Rockefeller a la cabeza y con firmas tan notables como
Bob Crandall, antiguo presidente de American Airlines, los fundadores de
la marca de helados Ben & Jerry’s y la diseñadora Eileen Fischer,
han enviado una carta al Congreso de los Estados Unidos pronunciándose
en contra de la reforma fiscal propuesta por Trump.
“Somos ricos a los
que nos preocupa profundamente nuestra nación y su gente, y escribimos
con una sola petición: no nos recorten los impuestos”, comienza el
escrito.
Sin duda, el hecho resulta chocante para una
mentalidad española, acostumbrada a posturas muy diferentes de nuestra
clase empresarial y pudiente, siempre ansiosa de rebajas impositivas (...)
La reforma fiscal de Trump aún no está definida, se está negociando en
el Congreso y es muy posible que la versión final sea más limitada que
la propuesta por el presidente. (...)
En cualquier caso, aun cuando lo que al final se
apruebe no sea la opción maximalista, sí va a representar una sustancial
disminución de la presión fiscal para las clases adineradas.
Las medidas se orientan en la misma línea que todas
las reformas fiscales instrumentadas en EE. UU. desde los tiempos de
Reagan y que, a su vez, se han copiado en los países europeos: reducción
del impuesto de sociedades; modificación de la tarifa en el gravamen
sobre la renta, disminuyendo el número de tramos y los tipos marginales,
especialmente los máximos, y eliminación del impuesto de sucesiones.
Al
ciudadano español le resultan bastante familiares, y han estado
presentes en muchas de las reformas acometidas en nuestro país a lo
largo de los últimos veinticinco años. (...)
Trump, de manera no demasiado técnica, afirmaba que serviría “para que
las empresas puedan crear más trabajo, elevar los salarios y dominar a
sus competidores” (...)
Se trata de la manida curva de Laffer, vulgarizada por Reagan para
justificar su reforma y que fracasó estrepitosamente ya que entonces el
déficit se desbocó. En realidad, nunca se han cumplido sus previsiones
y, sin embargo, se continúa usando permanentemente ya que es muy útil
siempre que se quiere bajar la imposición a los ricos.
Es verdad que, en
el fondo, ya nadie se cree la patraña de que la recaudación no se va a
resentir. Esa es la razón por la que el partido republicano mantiene
reticencias para aceptar la versión maximalista de Trump en la creencia
de que el déficit se puede disparar.
De hecho, la Oficina Presupuestaria
del Congreso ha estimado ya en 1,8 billones de dólares el agujero
fiscal que, en el mejor de los casos, provocaría la reforma en diez
años. (...)
Grosso modo, se puede afirmar que las personas
afectadas por la rebaja de los tributos progresivos pertenecen a grupos
de ingresos elevados con una reducida propensión a consumir, de manera
que el impacto positivo sobre la actividad que pudiera tener una
reducción del gravamen quedaría compensado con creces por el efecto
contractivo derivado de la minoración del gasto público al recaer sobre
colectivos de mayor propensión al consumo.
Como afirmó Keynes hace ya
bastantes años, el ahorro de los ricos, lejos de ser un factor positivo
para el crecimiento, se transforma a menudo en un obstáculo.
Y esa es la objeción principal a la reforma que se
deduce de manera clara en la carta de los cuatrocientos millonarios:
“Creemos que la clave para crear más y mejores empleos, así como una
economía más fuerte, no pasa por dar un respiro impositivo a quienes
tienen mucho, sino por invertir en los estadounidenses”.
Para los
firmantes, las empresas ya han alcanzado beneficios récord y viven días
de enorme bonanza. Consideran mucho más importante que los fondos
públicos se destinen a la educación, la sanidad y la investigación. Uno
de ellos, Crandall, lo ha manifestado claramente: “Yo gano mucho dinero.
Si mi ingreso crece, no pienso invertir más, simplemente ahorraré más”. (...)
Lo que sí parece seguro es que la reforma incrementará la desigualdad, y
contra ello se pronuncia la carta de los cuatrocientos millonarios:
“Les pedimos que se opongan a cualquier legislación que exacerbe aún más
la desigualdad”.
Son especialmente críticos en lo que se refiere a la
eliminación del impuesto de sucesiones, ya que, de aprobarse, los
millonarios podrían “transferir legados masivos a sus herederos” sin
pagar impuestos, con lo que se incrementaría la acumulación de los
bienes. Recuerdan que, en la actualidad, el 42 % de la riqueza del país
recae en apenas un 1 % de sus hogares. (...)" (Juan Francisco Martín Seco, República.com, 23/11/17)
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