"El escenario económico y geoestratégico
global para 2018 se caracteriza por la enorme debilidad e inestabilidad
intrínseca asociada al propio sistema de poder y gobernanza global. Por
un lado, no ha habido una estrategia de cooperación global que tuviera
en cuenta las aspiraciones de la mayoría de la población.
No aprendimos
nada de la Gran Recesión. Todo lo contrario, se ha vuelto a una
situación parecida a la Guerra Fría, pero con una probabilidad más alta
de enfrentamiento directo entre las partes contendientes (Occidente
versus Rusia-China).
Pero hasta que eso llegue, éstas trasladan su
conflicto a distintas zonas del planeta, que no dudan en arrasar (Libia,
Irak, Ucrania, Siria…) en aras de los intereses de las élites de cada
bloque. Por otro lado, y relacionado obviamente con lo anterior, las
decisiones políticas y económicas tomadas por la inmensa mayoría de los
gobiernos simplemente se han encaminado a mantener los privilegios de la
élite dominante en sus respectivos países.
Bajo estos mimbres no está
garantizada ni la paz social, ni la paz económica, y mucho menos la
ausencia de conflictos bélicos globales. Nos encontramos en uno de los
momentos históricos de mayor inestabilidad desde la Segunda Guerra Mundial. Nos movemos en el filo de la navaja.
En la evolución dinámica de las distintas
economías, en definitiva, nunca debemos olvidar, además de sus
fundamentales internos, determinados aspectos relacionados con las
dinámicas de poder. Por un lado, no podemos obviar las prerrogativas de
clase, que nos permiten explicar el empecinamiento en la implementación
de unas políticas económicas fracasadas.
Su única justificación es
defender los intereses de la clase dominante,
la financiera, frente a la cual la élite política actual ha hecho
pruebas consabidas de constante genuflexión. Pero además de las
prerrogativas de clase, no debemos desdeñar los conflictos geopolíticos
entre los distintos bloques de poder global.
Los distintos indicadores adelantados
sugieren una recuperación de la economía global, especialmente en los
países emergentes. Sin embargo, la fragilidad financiera es muy elevada,
de manera que la vulnerabilidad de la economía en su conjunto es
máxima.
Ello implica que, dada una previsión central, el escenario
alternativo es el de riesgo, es decir, una desaceleración-recesión
global. Los mercados financieros son más vulnerables que en 2007 y este
riesgo endógeno no podemos obviarlo en las previsiones. Cualquier cisne
negro podría activarlo e invalidar todas las previsiones que realicemos.
Hubo dos fases bien diferenciadas. En la primera se compensó el vaciamiento de la economía, bajos salarios y el aumento del subempleo,
a través del crédito y la deuda, que se convirtieron en la solución
para estimular la demanda y la tasa de retorno del capital. Mientras
duró, los beneficios empresariales se multiplicaron, a la vez que se
deprimían los salarios. Una vez que el colateral que alimentaba esa
deuda estalla, entramos en una recesión de balances privados iniciándose
la Gran Recesión.
En una segunda fase, en plena Gran Recesión,
se subsidió, financió y rescató a terceros -bancos y acreedores-
mediante una expansión de la deuda soberana, a la vez que se
promocionaba la austeridad fiscal y la devaluación salarial en aras de la competitividad,
lo cual era tremendamente injusto.
Sin embargo, ello no se ha traducido
en nueva inversión productiva, incluida la formación y remuneración
adecuada de los trabajadores. Por lo tanto, hoy, en el 2018, la
vulnerabilidad de la economía en su conjunto es máxima. Es cierto que
esta burbuja puede engordarse más, lo que aumentará aún más la
fragilidad global, pero hemos de ser consciente que tarde o temprano
explotará.
Aspectos geopolíticos de cara al 2018
Los
conflictos bélicos y tensiones geopolíticas de los últimos años
reflejan la situación actual del mundo. Estamos en un mundo multipolar
donde los otrora países occidentales ya no son los únicos jugadores
relevantes, en gran parte por su declive económico, político y social.
Son países cuya única forma de mantener el crecimiento económico es
mediante burbujas financieras e inmobiliarias.
Frente a ello destaca la
pujanza de nuevas economías, las denominadas BRICS
(Brasil, Rusia, Indica, China, a las que podríamos añadir Sudáfrica)
que pese a sus problemas y desequilibrios, ofrecen un tremendo
potencial. Por encima de todas ellas, destacan, por un lado,
económicamente, China, quien a pesar de haber puesto las bases para
ganar su particular guerra de divisas contra el dólar, es un ejemplo de
libro de futura inestabilidad financiera “a la Minsky”; y, militarmente,
Rusia.
En este escenario multipolar, Europa debería
haber tomado la iniciativa y haber contribuido a la búsqueda de
soluciones cooperativas globales encaminadas hacia una nueva
arquitectura financiera global; el diseño de nuevos principios para el
comercio transcontinental; la búsqueda de un acceso a la energía libre
de conflictos; y el acercamiento Euro-BRICS como un embrión de la futura
gobernanza mundial.
Se trataba de recomendaciones muy fáciles de
implementar y que hubiesen puesto las bases para que lo ocurrido en la
última década no volviera a suceder, y que la inmensa mayoría de los
ciudadanos entendían y apoyaban.
El objetivo, en definitiva, era un
mundo mejor. Pero no lo hizo, permitiendo de esta manera que nos
encaminemos a un período de conflicto. 2018, en definitiva, puede
perfectamente pasar de la estabilidad al caos, sin que para ello haga
falta dinámicas nuevas y complejas. Basta simplemente que continúen
aquellas dibujadas tras la Gran Recesión.
Espero
y deseo fervientemente que no se cumplan ninguna de estas
preocupaciones, y que sean simplemente el fruto de una pesadilla de una
noche fría de invierno. Les deseo a todos ustedes, un feliz Año 2018 y
que alcancen todos sus sueños y anhelos." (Juan Laborda, Vox Populi, 04/01/18)
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