15.1.18

2018 no será un año de rosas para demasiados españoles. La recomendación más sabia será la de irse, los que todavía puedan... sin los vientos de cola, la economía española sólo crecerá al 1,4%-1,5%

"(...) Los ciclos económicos, que sí siguen existiendo, se mueven casi exclusivamente por expectativas, porque la correlación estadística entre crecimiento del PIB y expectativas de los agentes no engaña, y ello corrobora que estamos en una fase alcista del ciclo. 

Esta corriente de optimismo congénito no trata de hurgar en las heridas del panorama real español, sino que prefiere la frialdad del laboratorio del análisis meramente estadístico de datos que, en muchos casos, no reflejan ni por asomo cuál es el verdadero termómetro de la economía española. 

Por supuesto queda mucho más cool comprar, por ejemplo, el mensaje oficial que nos informa que los pensionistas son el colectivo mejor tratado durante la crisis, algo que choca, primero, contra el sentido común y después contra la mínima decencia política.

Yendo al meollo de la cuestión, España tiene hoy los mismos problemas que tenía antes de la crisis en materia de crecimiento sostenible a largo plazo, pero con mucha menor renta y riqueza para colectivos muy numerosos. 

Además, tiene un 50% menos de capital público en educación y un 37% menos en sanidad (ESENCIALES Fundación BBVA, Ivie N.º 22 /2017). Es decir, somos más pobres en capital humano y físico, pero tal vez eso no sea considerado un problema por quienes desconfían de la inversión pública como motor económico y se siguen creyendo aquello del crowding out (efecto expulsión del capital privado por el efecto de la inversión de capital público).

Este optimismo, además, se basa únicamente en el mero ejercicio de contabilizar lo que va a hacer el PIB durante el próximo ejercicio, sin tener en cuenta ninguna variable cualitativa y cuantitativa que incorpore la desigualdad, la pérdida de talento que se fuga al extranjero, un modelo de crecimiento basado en variables exógenas como los tipos de interés, la compra de deuda por parte del BCE, precio del crudo, la apreciación del euro o la desviación de comercio en el sector turístico por la situación geopolítica de muchos países de África y Oriente Medio.

Este conjunto de elementos exógenos han sido evaluados y cuantificados por algunos expertos y sitúan su impacto global en el PIB español en algo más de 1,5 p.p. Por tanto, sin este viento de cola, del que no se acuerdan los optimistas, España apenas crecería un 1,4%-1,5% y por tanto, ya no estaríamos en la Champion League  y el Presidente Rajoy no habría pedido la cabeza como para felicitarnos el año 2016 en lugar del 2018.  

Pero esto no es el principal problema de la economía española. Lo peor sigue siendo el elevado desempleo, especialmente el estructural, la pobreza relativa de muchos colectivos: jóvenes, gran parte de los pensionistas, madres monoparentales, dependientes, discapacitados severos, trabajadores precarios, desahuciados de sus viviendas, científicos, gente de la cultura no consagrada y los que esconden su pobreza en distritos ricos, como el de Salamanca en Madrid para no pedir las ayudas sociales por miedo al qué dirán.

Todos estos colectivos específicamente no son objeto de análisis por parte de los meta economistas y aprendices de gurús que tratan, en el mejor de los casos, a todos estos colectivos como meros outliers (datos atípicos) al salirse de una distribución que nos indica que una supuesta mayoría entraría dentro de los intervalos de confianza que nos predicen una aparente mejoría en los principales indicadores macroeconómicos estándar. 

 Esta forma de analizar e interpretar la realidad es cada vez más contestada por colectivos que luchan por hacer visibles a los desheredados a los que no alcanza el bienestar, pero que quedan sepultados bajo el manto de la indiferencia política, algo normal en nuestra sociedad deshumanizada, pero que sorprende y duele más que también sean despreciados por el resto de la sociedad.

 Por tanto, si es Ud. parado de larga duración que sepa que en 2018 es muy difícil que vuelva a encontrar un empleo digno, y por supuesto que vaya Ud. a cobrar, al menos, el mismo salario que cobraba previamente al estallido de esta mal llamado crisis cíclica. No intente, tampoco, que el Servicio Regional de empleo de su CCAA le pueda ayudar a buscar un empleo, porque pierde Ud el tiempo. 

Las empresas de trabajo temporal, la solución a la estacionalidad puntual que algunos proponen, les seguirá explotando quedándose con una parte de su salario que siendo legal, a cualquiera le sonará a usura. 

Y por supuesto, no confíe que los maravillosos planes de formación pública que le catapultarán al empleo, eso es la propaganda, le servirán de algo a la hora de recuperar su dignidad dentro del mercado laboral. Eso sí, de esto no escuchará a casi nadie hablar de ello.

 Si logra Ud. encontrar un empleo en 2018 sepa que la probabilidad de que sea precario y mal pagado es superior al 60% (combinando ambas variables a la vez). 

Y si además, cree que su empleador no le puede cambiar sus condiciones de trabajo (horario, salario o centro de trabajo) sin previo aviso, está muy confundido, lo podrán hacer en una gran mayoría de empresas, salvo en las medianas o más grandes, donde, al menos, existe la figura del delegado o comité de empresa.

 Si es Ud. pensionista, y tiene memoria, recordará aquello que el copago farmacéutico, y de algunos servicios, instaurado como medida de ahorro para salvar la crisis y el propio sistema era transitorio, y que se volvería al estadio anterior, sepa que está confundido. El copago farmacéutico, sí ese que a algunos de los pensionistas no les permite comprar la medicación, es estructural y ha llegado para quedarse. 

Todo ello, y eso es una gran noticia para la Ministra Bañez, a pesar de que su poder adquisitivo real, no el medido por el IPC, se ha deteriorado más de un 20% en los últimos 10 años si tenemos en cuenta las cargas familiares, copagos sanitarios y deterioro del sistema nacional de dependencia.

 Los científicos, y otros trabajadores del sector del I+D, tendrán que seguir haciendo las maletas e irse del país a poder traducir en ciencia el bagaje formativo que hemos pagado entre todos. Pero tampoco aparecen en las ecuaciones que determinan las previsiones del PIB para 2018. 

Los jóvenes que se vayan incorporando al mercado laboral no podrán emanciparse porque no existe política de vivienda que garantice el acceso a una vivienda digna, y porque tampoco pueden disponer de renta disponible suficiente, por lo que tendrán que seguir viviendo de sus padres, y a veces, de sus abuelos pensionistas.

 Pero la esperanza es el complemento salarial vía IRPF que pagaremos entre todos con ayuda europea, que no se preocupen.

 Todos los dependientes que pretendan ser simplemente clasificados en 2018 podrán seguir esperando, e incluso muchos moriréis antes se saber si sois dependientes leves o gran dependientes.

 Esto aliviará las cargas para muchas administraciones que podrán mejorar esas estadísticas de listas de espera en las que nunca incluyen los ciudadanos que se mueren antes de ser atendidos. 

Todo esto sabed que va en vuestro beneficio porque mejora el déficit público y lo prioritario para el partido al que muchos, incluso los que morís antes de ser atendidos, habéis votado es salir del mecanismo de déficit excesivo que no deja de ser un estigma para cualquier liberal que se precie.

 En suma, si metiésemos todas estas variables, y muchas más, en nuestro modelo de bienestar, no en el que nos cuantifica únicamente la producción de bienes y servicios, a lo mejor no tendríamos un panorama tan alentador y la recomendación más sabia sería la de irse, los que todavía puedan. 

Pero de esto no habla todo el mundo porque le estropea esa foto tan maravillosa de la que sólo hay un nubarrón en el horizonte: la nueva llegada de independentistas al Govern. Por supuesto si gobernase Arrimadas, al día siguiente todo esto se solucionaba de un plumazo. En fin qué triste todo."               (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 01/01/18)

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