16.2.18

El fascismo nacionalista italiano de la Liga... del 4% al 30%, en el norte. La lepenización, ahora en Italia

"Matteo Salvini, el líder de la Liga, ha compartido plaza con los fascistas en más de una ocasión. Cuando en 2015 se lanzó a la conquista de Roma con la primera gran manifestación de la Liga Norte en la capital, acudieron cientos de simpatizantes de Casa Pound, un movimiento social que defiende el legado de Mussolini.

 Tras pasar la juventud ligado a movimientos comunistas, el rostro renovado de la Liga es de los que dicen que las ideologías están superadas. Primero se distanció de los históricos de su partido y abandonó el independentismo padano, pero a la hora de introducir un cambio de paradigma este milanés que en unos días cumplirá los 45 ha sido fiel al santo y seña de los suyos: identificar al enemigo y lanzarse a su yugular. 


Roma ladrona[uno de los eslóganes preferidos por el partido] ya no le roba tanto a la Liga. Ahora los grandes enemigos son los inmigrantes, que han “invadido” Italia, y Europa, que le ha cercenado su soberanía. Y mejor si ambos pueden confluir en un cóctel: el Gobierno italiano ha permitido la entrada de cientos de miles de migrantes y la Unión Europea no sólo no ha hecho nada para impedirlo, sino que ha dejado que el país asuma toda la carga. 

En los cinco años que lleva al frente del partido, estos dos temas se han convertido en los mejores fantasmas con los que buscar el origen de la depresión colectiva italiana, que en realidad antecede a la oleada migratoria y la gran crisis económica. 


El caso es que a Salvini le funciona la melodía. Según un sondeo de la agencia Ixè, la llegada de unos 600.000 migrantes en los últimos cinco años ha provocado que sólo un 35% de los jóvenes sea partidario de una plena integración, mientras que el 60% de los mayores de 35 tiene una percepción negativa del fenómeno. 

Ni siquiera el votante de izquierdas, de acuerdo con este estudio, demanda una política inclusiva para los recién llegados. Así que todo sirve para arrimar el ascua a su sardina. 


El pasado 3 de febrero, un ex candidato municipal de la Liga Norte de reconocida tendencia fascista salió a las calles del municipio de Macerata enfundado en una bandera italiana dispuesto a disparar a negros. Hirió a seis y, lejos de arrepentirse, se vanaglorió de su cruzada. Un intento de vengar el asesinato de una joven de 18 años –de la que encontraron sus restos mutilados metidos en una maleta en la misma localidad– por el que habían arrestado a un nigeriano como principal sospechoso. 


El relato invitaría a pensar en una postura firme de los partidos condenando la xenofobia, pero lo que ocurrió fue justo lo contrario. El líder de la Liga aseguró pocas horas después que el agresor no era más que un descerebrado, un caso aislado. Pero él, que da “por cerrada” la historia del fascismo en Italia, sí que encontró una motivación a lo ocurrido. 

“Quienes han permitido la llegada descontrolada de clandestinos son responsables de los choques sociales”, dijo. Así, Salvini puso de nuevo en el primer plano el debate migratorio, que en los primeros días de campaña había quedado sepultado entre complicadas propuestas económicas, y desde entonces no ha soltado su presa. Una de sus últimas frases lapidarias es que “el islam no encaja con la Constitución italiana”. 

Tanto impacto tuvo la impertinente salida que su socio electoral Silvio Berlusconi le copió el mensaje. El ex Cavaliere ha reiterado desde entonces que los inmigrantes ilegales “son una verdadera bomba social” y que habría que expulsarlos de inmediato. (...)

Para él, “que ningún partido se atreva a mostrar posiciones más favorables a la inmigración” supone la primera victoria para la Liga Norte. “Matteo Salvini está tocando temas muy sensibles y todos han bajado a su terreno. Si en Francia se hablaba de una lepenización del espíritu, en Italia se podría decir que hay una salvinización”, apunta. 

En las antípodas de la contención política, el político milanés espera refrendar en las urnas la tendencia plagiando precisamente a su alma máter francesa. Gracias a estos asuntos y a una sobreexposición mediática ha conseguido que la Liga vuelva a nacer. Tras las elecciones generales de 2013, en las que lograron un 4% de los votos, Matteo Salvini sustituyó como secretario federal del partido a su fundador, Umberto Bossi. Las arengas de ultratumba de este último resultaban ya anacrónicas, por lo que su pensamiento debía quedar enterrado junto a su figura. 


La Padania, una región imaginaria que se extendería en toda la franja norte de Italia, y cuya independencia Bossi llegó a proclamar, ha quedado guardada para otro momento, aunque algunos dirigentes históricos y gobernantes de las regiones del norte han utilizado el efecto Cataluña para reavivar el fantasma, ante el disgusto de su líder. En octubre del año pasado, Véneto y Lombardía convocaron sendos referendos para exigir más autonomía al Gobierno. Salvini se desmarcó enseguida afirmando que nada tenían que ver estos casos con el de Cataluña. 

La Liga Norte mantiene oficialmente sus postulados federalistas, pero en esta ocasión ha renunciado incluso a su histórico nombre para reforzar la figura de su líder y presentarse con un cartel en el que se lee: “Lega, Salvini premier”. 

La nueva estrategia va encaminada a cruzar los Apeninos y convertir a esta formación en una opción factible también en el sur del país, donde “todavía encuentra muchas resistencias”, aprecia Antonio Noto. La tradición impuesta por el antiguo eslogan “el norte primero” todavía pesa demasiado: “Nadie pensaba hace cinco años en una Liga a dos dígitos; seguramente logrará un resultado magnífico, pero tocaría techo”.  (...)

Pero la clave para el devenir de la Liga está efectivamente en el sur. Giovanni Orsina aprecia que “la Italia meridional es la parte más desesperada del país y hasta ahora su voto ha ido al Movimiento 5 Estrellas.

 Sin embargo, sus tesis son bastante confusas y aunque todavía no se han desinflado, si lo hacen el receptor natural sería la Liga”. Pensando a medio plazo, un resultado decente en estas regiones –observa el experto– colocaría al partido como una de las primeras fuerzas políticas nacionales. 

Mientras tanto, será Berlusconi quien escoja al primer ministro en caso de que la coalición consiga mayoría para gobernar.  (...)"                  (Ismael Monzón , Ctxt, 14/02/18)

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