"(...) Para rebajar el riesgo, y por tanto el interés, el Banco Central
Europeo decidió comprar a la banca los préstamos concedidos a las
administraciones públicas y también a determinadas entidades privadas
mediante el programa de expansión cuantitativa (QE).
Estas
decisiones de compra se han tomado con total opacidad por el Banco de
España, en quien el BCE delegó la selección de los beneficiarios para su
territorio. En este sentido, solo se publica la identidad del
beneficiario pero no la cantidad, a pesar de que estas compras
distorsionan el mercado, ya que alteran la competencia en favor de las
entidades beneficiadas.
Entre las empresas beneficiadas hay
dieciséis españolas, la mayoría provenientes de las privatizaciones de
los noventa. Estos datos quizá se oculten porque revelarían asuntos
turbios, por ejemplo las compras de deuda de Redexis Gas, S.A. empresa
que era propiedad de Goldman Sachs, entidad plenipotenciaria de la que
el propio Mario Draghi fue vicepresidente en Europa.
El objetivo
de los QE era inundar el sistema financiero de dinero, ya que la banca
al liberarse de los préstamos concedidos a las administraciones públicas
y a otras compañías, supuestamente, concedería nuevos créditos al
sector privado. Del mismo modo, ya no sería tan atractivo prestar dinero
a las administraciones públicas porque los intereses fijados eran
artificialmente bajos.
El crecimiento de los precios de la
vivienda y la —endeble— recuperación de la economía española desde 2015
provienen de esta política monetaria, por la que el Banco Central
Europeo a través del banco de España ha comprado 235.000 millones de
euros de deuda pública española.
El fin del dinero barato
Una de las promesas de Trump era reflotar la industria de EE UU Para
ello ha devaluado el dólar. Con un dólar más barato los productos made in USA resultan más económicos y por tanto, EE UU vende más fuera de sus fronteras al tiempo que reduce sus importaciones.
A
su vez, el petróleo se comercializa en dólares, por lo que si baja el
dólar, los países productores de petróleo deben subir el precio al que
venden el petróleo para mantener sus ingresos. (...)
Por su parte, los QE también hacen que suban los precios, ya que la banca dispone de más dinero para conceder préstamos. (...)
La suma de estos factores provoca la subida general de los precios,
es decir, la inflación. La inflación hace que la banca pierda capacidad
adquisitiva porque si hay inflación resulta más barato para los deudores
devolver los préstamos contraídos con interés fijo, afectando también a
los préstamos con interés variable y, por tanto, perjudicando
gravemente a la banca. Y la Unión Europea ha demostrado que puede
tolerar cualquier cosa menos esa.
Por lo tanto, y teniendo en
cuenta por un lado que el principal acreedor europeo son las entidades
financieras alemanas y, por el otro, que Europa poco puede hacer para
bajar el precio del petróleo, podemos estar seguros de que nos
encontramos cerca del fin del dinero barato proporcionado a la economía
española a través de los QE.
¿Cómo nos afectará el fin de los QE?
Sabine Lautensläger representante de Alemania en el comité ejecutivo del Banco Central Europeo manifestó acerca de los QE que “han servido para comprar tiempo, pero no han arreglado las causas estructurales de una recuperación económica endeble”. Y es que, durante este tiempo prestado por la Unión Europea con el fin de acometer reformas estructurales, el estado español se ha endeudado de manera masiva mientras la sociedad ha estado mirando hacia otro lado.
Sabine Lautensläger representante de Alemania en el comité ejecutivo del Banco Central Europeo manifestó acerca de los QE que “han servido para comprar tiempo, pero no han arreglado las causas estructurales de una recuperación económica endeble”. Y es que, durante este tiempo prestado por la Unión Europea con el fin de acometer reformas estructurales, el estado español se ha endeudado de manera masiva mientras la sociedad ha estado mirando hacia otro lado.
La deuda pública ha pasado de
440.000.000.000 de euros en 2007 a 1.158.379.000.000 en febrero de 2018.
Es decir, casi se ha triplicado en una década. Para hacernos a la idea,
hoy cada residente en España tocaría a una media de 25.000 euros de
deuda pública, sea menor de edad, pensionista o directivo de Amazon.
Esto
sin contar las enormes deudas de las empresas españolas, en particular,
de las multinacionales (2,5 veces el PIB) ni los préstamos que haya
contraído cada cual. (...)
la recuperación ficticia de la economía española depende del petróleo
y del dinero barato. Por lo tanto, conforme vaya subiendo el precio del
petróleo, cualquier subida de los tipos de interés del BCE, por nimia
que pueda parecer, tendría unos efectos devastadores para la economía
española.
Por esto, está previsto que la eliminación de los QE se
haga teniendo en cuenta que la recuperación económica ha sido meramente
artificial. Una subida brusca de los tipos de interés llevaría a los
actores de la economía española a la posibilidad de no poder afrontar el
pago de sus deudas y, por tanto, a otra crisis grave. En este sentido,
Draghi ha manifestado que la eliminación de los QE se haría conforme se
vaya incrementando la inflación hasta llegar el 2%. En otras palabras,
que la eliminación de los QE será paulatina e irá acompasada a la subida
de los precios del petróleo.
El futuro: las consecuencias del fin del dinero barato para el estado español
La subida de los intereses está al caer. Desde los centros de poder de la Unión Europea se considera que ya se ha concedido el tiempo suficiente para que las economías de los países mediterráneos hayan implantado las reformas que consideraban necesarias.
La subida de los intereses está al caer. Desde los centros de poder de la Unión Europea se considera que ya se ha concedido el tiempo suficiente para que las economías de los países mediterráneos hayan implantado las reformas que consideraban necesarias.
Pero, a pesar de la propaganda
oficial, la deuda de España no ha hecho sino aumentar irresponsablemente
durante el gobierno de Rajoy. Este ha optado por hipotecar el futuro
del país para consolidar la posición de un partido atenazado por la
corrupción.
Por otro lado, el marco legal europeo no deja lugar a dudas: en 2011
se consagró la primacía de los acreedores frente a la democracia
mediante la reforma del artículo 135 de la Constitución. Son ellos
quienes tienen la prioridad de cobrar por encima de las necesidades y de
las decisiones de la ciudadanía.
Por lo tanto, cuando esta
subida de tipos de interés se produzca, el gobierno tendrá que
equilibrar sus cuentas bajo la presión de los fondos especulativos.
Quienes con certeza desencadenarán otra tormenta en la que aumentarán
los intereses de las deudas españolas. (...)
Nos encontramos ante una encrucijada en la que se está jugando el
desmantelamiento del estado del bienestar. Debido al endeudamiento que
se ha alcanzado y a los límites en la política económica establecidos
por la Unión Europea, la única alternativa para evitar la descomposición
del sistema público es una subida importante de los ingresos fiscales
cuya aportación debería provenir de quienes tengan más capacidad para
ello.
Las instituciones neoliberales han fomentado la evasión
fiscal, verdadera clave de la globalización. Por ejemplo, la Unión
Europea, diga lo que diga, promueve esta evasión, pues de otra manera no
se explicaría su connivencia con que algunos de sus miembros como
Luxemburgo u Holanda hayan establecido regímenes fiscales mediante los
que las multinacionales eluden sistemáticamente el pago de impuestos.
El
resultado de esta política neoliberal en España es un sistema fiscal
regresivo, basado en la recaudación sobre las rentas del trabajo y sobre
el consumo. Esto es, el IVA, que paradójicamente no ha dejado de
aumentar durante los últimos años, a pesar de la bajada del consumo y,
por tanto, del incremento del paro. Sin un sistema fiscal progresivo,
donde quienes más ganen o tengan sean quienes más aporten, el estado de
bienestar no puede tener lugar. (...)
Dado que el principal partido de la izquierda, Podemos, parece
irremediablemente instalado en la banalidad, sería más necesario que
nunca que alguien enunciase un proyecto político solvente que sea capaz
de preservar el estado social, dado que para su desmantelamiento ya han
sido designados los ejecutores." (Manuel Gabarre, El Salto, 03/05/18)
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